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Pablo Camacho

Decir y no decir. Ideología de género, reacción y derechos


Ilustración Verónica Panella



En los últimos veinte años, el mundo, ha experimentado una serie de cambios en relación al reconocimiento de derechos hacia mujeres y disidencias sexuales. El feminismo en todas sus ramas, así cómo las distintas corrientes LGTBIQ+, sumados a varios colectivos sociales han generado la coyuntura social necesaria para que los gobiernos legislen en materia de género, estableciendo la llamada agenda de derechos.


En el Uruguay la agenda de derechos se tradujo en un marco legal que permitió la aprobación de la ley de Salud Sexual y Reproductiva (2008), ley de Identidad de Género (2009), ley de Intervención Voluntaria del Embarazo (2012), ley de Matrimonio Igualitario (2013), ley Integral Contra la Violencia de Género (2017), y la ley Integral para Personas Trans (2018), entre otras, respondiendo a reclamos de grupos silenciados por el sistema de opresión de género, moviendo las bases éticas, morales y epistemológicas de la sociedad en su conjunto.


Frente a estos procesos resurgen movimientos de respuesta organizados contrarios a la agenda de derechos. Estos grupos tienen cómo principal reclamo la búsqueda de rescatar los valores tradicionales, la familia y la vida, ante la invasión de la denominada ideología de género. Este concepto es popularizado durante la segunda mitad de la década de los ’90 en especial impulsado por la iglesia católica, durante el papado de Juan Pablo II. Desde 1990 comenzó a popularizarse la utilización del término género para analizar la reproducción de la violencia y la separación jerárquica entre hombres y mujeres (Viveros y Rodriguez, 2017). La categoría se construyó cómo una forma de reclamar derechos y denunciar una situación social de exclusión.


El concepto de ideología de género, engloba todas las teorías de género, las teorías y reclamos feministas, los planteos Queer y de las disidencias sexuales, llegando hasta ciertos elementos que atañen a las corrientes de izquierda. Todos estas posturas son vistas como “extranjeras” y cuyo fin es la búsqueda de la decadencia de los valores nacionales, la familia y la heteronormatividad, llevando a afirmar la supuesta naturalidad de la relación entre hombres y mujeres cómo la base del matrimonio y la reproducción. En caso de los grupos neopentecostales, la ideología de género es representante de un relato apocalíptico-conspirativo que persigue enemistar hombre y mujeres y así romper el orden divino, e intercambiarlo por el gobierno del “anticristo”, un reino de depravación y libertad sexual, que llevaría a la perdición y el pecado.


Este concepto, se convierte en un vacío, un “saco” o “bolsa” conceptual donde se ubican una multiplicidad de piezas vinculadas al feminismo, la izquierda a la diversidad sexual, y todos los espacios donde se enfrente al sistema capitalista, patriarcal, blanco y heteronormativo, moldeandose al contexto en el cual es utilizado y la conveniencia del grupo que lo utiliza.


En este contexto de giro global hacia la derecha (Lin Ribeiro, 2018), Uruguay no queda a un lado. La aparición de múltiples grupos contrarios a las reformas propuestas por la agenda de derechos se han multiplicado en los últimos quince años. La aparición de agrupaciones como “Stop abuso”, “Ministerio M.I.A.” o “A mis hijos no los tocan”, sumado al trabajo de iglesias pentecostales como el caso de “Pare de sufrir” o los hogares “Beraca” han abierto espacios a estos discursos en nuestro territorio.


Estos grupos poseen una diversidad interna muy importante debido a que responden a reclamos propios de quienes lo componen, uniendo religiosidad y cientificidad para fundamentar su argumento, compartiendo la lucha contra la ideología de género, y la defensa de la familia heteronormativa y los valores tradicionales.

Uno de estos grupos es “Varones Unidos” el cual tomaré como ejemplo para lograr mostrar los planteos contrarios a la agenda de derechos en Uruguay. Varones Unidos, que buscan separarse de la religiosidad buscando argumentar desde lo científico y alegando a la razón como un elemento que divide las aguas. Con ello se erige la figura de un enemigo que debe ser combatido para salvar a la civilización occidental a toda costa y sin importar consecuencias, estableciendo quienes deben ser escuchados y quienes deben ser acallados.



Salvajes y civilizados


Varones Unidos es creado en el año 2014, en reclamo de una política alejada del feminismo en busca de una perspectiva masculina a las discusiones en torno a las relaciones de género. Marcan que la ideología de género ha acaparado el discurso en torno a esta problemática, recortando derechos a los varones y rompiendo el balance del sistema capitalista actual.


Se posicionan como una de las organizaciones más importantes del Uruguay en el enfrentamiento a la ideología de género, divulgando desde sus redes sociales, mensajes de odio y violencia contra el feminismo, la izquierda, y las disidencias sexuales, llegando a autodenominarse como el único grupo que defiende los derechos de los varones en latinoamérica.


El avance de la ideología de género, para Varones Unidos, genera un caos social donde el feminismo puede romper la individualidad del ser humano tomando como ejemplo el desnudo en las manifestaciones, algo que demuestra para el grupo, que son “un grupo de mujeres que quiere hacer lo que se les cante.” En esta afirmación lleva a pensar que la libertad del cuerpo femenino genera libertinaje y caos. Renzo, uno de sus integrantes, en varias ocasiones plantea que no pueden violar los marcos legales y “mostrarse desnudas” ya que es un “exceso de libertad, algo irracional.”


Se produce una división entre dos polos, la racionalidad y el orden, representada por quienes apoyan al discurso de Varones Unidos y el derecho, y la irracionalidad y el caos, marcado por la ideología de género y el feminismo. Esta división no solo presenta dos posturas diferentes sino que establece una visión de mundo determinada donde se construye un sistema de oposiciones donde lo salvaje y lo civilizado juegan espacios de marcada representatividad. Observemos un ejemplo.


En una nota subida a su página web en 2017, se utiliza un caso de una aparente militante feminista, que pasea desnuda por las calles de Bolonia en protesta contra “el patriarcado” y es acosada por “unos migrantes subsaharianos” y no por “los esbeltos italianos” que la ven pasar (las comillas son calificativos extraidos del texto).

Si bien no logré confirmar la veracidad de la noticia, las categorías de “esbeltos italianos” y “migrantes subsaharianos” que son utilizadas en el artículo, responde al mecanismo de división. Los migrantes son la representación de lo salvaje, no sólo son migrantes de un lugar exotizado, Africa es caracterizado como cercano a la naturaleza, peligroso y bárbaro. Los sitúa en el imaginario de que provienen de una tierra salvaje, donde sus impulsos sexuales son desenfrenados y alejados del control de la razón, algo que genera que acosen y rodean a la mujer, que es rescatada por los civilizados “esbeltos italianos”.El rescate permite edificar, en base a una idea evolucionista del mundo, la imagen de una Europa civilizada que se impone y detiene el caos que representa el salvajismo africano. Europa representa la civilización y el triunfo de occidente sobre el resto del mundo, y el sexo masculino como referente de su mensaje, apoyando el sistema colonial no solo del primer mundo sobre el tercero, sino de los varones sobre las mujeres.


Ahora haremos un alto en la manifestante desnuda. La mujer aparte de ser posicionada dentro del salvajismo está marcada cómo la culpable de la situación, ella infringió las leyes, ella se lo busco y por lo tanto tiene merecido el castigo para la lógica del artículo. Si razonaba no era necesario que los italianos la salvaran, que aparte de ser europeos son varones y por lo tanto dueños de la razón, la verdad, la ley y el progreso. De esto podemos interpretar la desobediencia que al poder y el control del cuerpo de la mujer se convierte en un signo de su salvajismo y digno de repudio y castigo. El cuerpo desnudo debe ser acallado y ocultado, en cuanto este se vuelva símbolo de desobediencia, volviéndose un ejemplo de exceso.


El exceso se vuelve un elemento que hace a las mujeres dentro del feminismo, es un exceso el cuerpo desnudo, es un exceso el poder de decisión sobre su propio cuerpo, es un exceso al reclamar una igualdad de derechos que ya existe para Varones Unidos.

Pero el feminismo no solo se mueve por un exceso, sino que es para este grupo, azuzado desde lo oculto por un poder supranacional que busca controlar a la sociedad mediante su división; representado por el MIDES (Ministerio de Desarrollo Social), MEC (Ministerio de Educación y Cultura), los gobiernos de izquierda, las ONGs, el Banco Mundial, George Soros y la familia Rockeffeller. La agenda de derechos es una creación de una conspiración internacional, que dirige a los movimientos, descartando por completo el reclamo feminista al verlo como un planteo que parte la subjetividad y falta de critica en la toma de decisiones, y no representante de la legalidad, la razón y la objetividad.

Con ello no sólo se anula el reclamo de los colectivos, sino que se los sitúa en un peldaño inferior al caracterizarlos cómo influenciables, y brazo de una conspiración que no pueden comprender, esto inhabilita su palabra en las discusiones, resaltando que las leyes deben ser modificadas, estructuradas y ordenadas en favor de la tradición para garantizar la democracia (Mujica, 2007), siempre desde un marco objetivo y estanco, esto solo es entendido por personas especiales, iluminadas y elegidas, algo que fue confirmado en mis encuentros con sus integrantes.


La construcción de un enemigo debe generar la creación de un ellos y un nosotros (Laclau, 1978). Los sujetos iluminados son sujetos civilizados y miembros de la sociedad, mientras la otredad es construida cómo parte de la naturaleza y cómo tal, debe ser dominada. Tal cómo expresa Mbembe (2011), las metrópolis durante los procesos coloniales caracterizaban a los pueblos conquistados cómo salvajes, así, el proceso colonizador estaba fundamentado, así cómo el exterminio de sus habitantes. En este caso, Varones Unidos cómo defensores de la sociedad occidental y la civilización, debe dominar a quienes quieren sumir a la sociedad en un caos.


Estos relatos funcionan cómo argumentos a favor del dominio y la anulación o el recorte de derechos. Se presenta un régimen de verdad que instaura discursos aceptados cómo verdaderos dentro de un marco científico explicativo estableciendo un sistema de alianzas en un dominio de estructuras significantes y recursos analíticos entablando relaciones de fuerza. (Foucault, 1979).


Según el argumento de Varones Unidos, la igualdad está dada de forma natural y garantizada por marcos legales dentro del sistema capitalista y hetoronormativo de género, teniendo como a los hombres como principal elemento de confirmación y manutención del orden social.


El derecho debe basarse en la cultura, en el consenso de todas las personas, y por lo tanto no debe ser impuesto nada, debemos seguir el ejemplo de Europa para Renzo, donde lo hacen “de forma diferente y con éxito.” Si la libertad no se respeta se cae en el fascismo y el totalitarismo, resaltando al individualismo como eje social donde prime el “yo no me meto con vos y vos conmigo.”


Para los grupos de reacción, la ideología de género, apoyada por los gobiernos de izquierda, instala una dictadura donde se impone su régimen de verdad y todo aquello que escape a la lógica discursiva dominante es parte de lo políticamente incorrecto. Esto le permite posicionarse cómo parte de un sector, en apariencia, oprimido y expresar su reclamo contra la moralidad de la ideología de género, argumentando que no es beneficiosa para el progreso del país, son seres improductivos.


Los grupos de reacción ante la agenda de derechos como Varones Unidos, establecen un régimen de verdad basado en cierta cientificidad, que divide a la sociedad en dos polos.

La verdad es presentada como un elemento inamovible presentada ante sujetos superiores y racionales desde donde se deben regir las leyes y espacios de derechos de nuestra sociedad. Esto no solo establece un sistema legal, sino que marca quienes pueden expresar su palabra y quienes deben ser silenciados, quienes pueden integrar nuestra sociedad y quienes deben ser expulsados, quienes pueden tener derechos y quienes no, quienes pueden vivir y quienes deben morir.



Referencias:


● Foucault, M. (1979), “Microfisica del poder”, ed. de la Piqueta, Madrid.

● Lins Ribeiro, G. (2018), “Giro global a la derecha y la relevancia de la antropología” en revista Encartes Antropológicos, n° 1.

● Laclau, E. (1978), “Política e ideología en la teoría marxista. Capitalismo, Fascismo y populismo”, ed. Siglo veintiuno, Madrid.

● Mbembe, A. (2011), “Necropolitica”, ed. Melusina, Barcelona

● Mujica, J. (2007), “Economía política de los cuerpos; la reestructuración de los grupos conservadores y el biopoder”, ed. Promex, Lima.

● Viveros, M. y Rodríguez, M., (2017), “Hacer y deshacer la ideología de género” en revista Latinoamericana, n° 27.

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