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Eduardo Curto

20M en Trinidad, la punta del iceberg


Cae la tarde en la Santísima Trinidad de los Porongos, Flores, Uruguay.

Cuatro amigos se reúnen en un boliche a mirar y a proyectar. Ojalá fuese en El Beyruti, el refugio preferido de Mario Arregui y de todo el pueblo. Pero no, ya no existe.

Despacio, a la velocidad de lo posible, esta comunidad comienza a expresar lo nunca dicho y es en estos ámbitos de complicidad, donde emerge una luz.

El pasado reciente se respira en el presente. Muy a pesar de esto, hay señales claras que otros escenarios son deseables y como tales se van instalando.


El pasado 20 de mayo Flores y específicamente Trinidad, agregó su botón al mapa mundial donde nos reunimos, caminamos en silencio y vamos pasando por el corazón a cada compañero, a cada compañera desaparecida.


Esta Marcha del silencio local no está instalada en el tiempo, viene tomando cuerpo, viene asumiendo un lugar paso a paso. Un lugar que no es habitual en nuestra convivencia mucho más cercana al no hablar de la historia reciente. Viene también a desarmar al silencio opuesto, al silencio cómplice con el poder, con el “no te metas”. Al silencio que señala y decodifica en blanco o negro, en amigos o enemigos cada participación ciudadana. Al silencio lleno de miedo y de pasado que al no ver nada por delante, repita como un eco interminable, “pero acá es diferente, acá no fue tan así”.


Para hablar sobre esto, nos reunimos en el Boliche de Aquiles con Elena, Nacho y Sara.

¿Vos te acordás cuándo fue que organizamos la primera Marcha del silencio?

Fue en el 2016. Lo recuerdo claramente, éramos muy pocos, comenzó Nacho. Año a año se ha sumado más gente. Mucha juventud también. Julieta, que leyó la proclama este año, no tiene veinte años.

Por eso te digo, es muy interesante que algunas juventudes sientan que tienen que estar, y estén. Ese razonamiento no lo hace mucha gente adulta.

¿Por qué te parece que pasa eso? ¿Dónde se construyen las ideas alternativas a las oficiales en el departamento?


Afuera, la plaza estaba desierta. El frío guarda a las personas muy temprano en la Santísima. En este punto preferí ordenar los relatos:

¿Qué tal si hacemos una redondilla con los pareceres y después acordamos un cierre?

No vale repetir la frase de Juan Fló sobre que es más difícil encontrar una buena idea en Flores que a Dios en la esquina. ¿Les parece?

Nacho, fue quien arrancó. Creo que la debilidad fundamental está en la ausencia de formación política. Quienes se acercan a un sindicato, o a una cooperativa de vivienda, lo hacen para resolver una situación personal de protección frente a un abuso, o para tener el techo propio. No se visualiza el valor de la construcción de herramientas colectivas. Es como si la herramienta fuese funcional al individuo y no el individuo el constructor comprometido de la herramienta. Entonces parece que le quitamos el corazón y nos quedamos con el sindicato vacío, o la cooperativa, con asambleas para cumplir con los estatutos.

Clarísima, dijo Sara para darse pie. Acuerdo y agrego que no existen en Flores grandes concentraciones de trabajadores. Solamente la Intendencia departamental, el cuartel y la Jefatura de Policía. Las tres, con mecanismos de ingreso, promoción y pautas de convivencia muy marcadas por las jerarquías. Por lo tanto, el mundo del empleo no genera en ningún ámbito la percepción del trabajo como un derecho, sino casi como un favor. Esto se multiplica en momentos de crisis, carestía y falta de oportunidades como ahora.

También creo que somos una comunidad muy clasista, muy dividida. La dictadura por supuesto ha jugado un papel tristemente decisivo en esto de romper todo el tejido social. El miedo a ser señalados nos paralizó y nos aisló. Con ese lastre, seguimos caminando hoy.

Por otro lado, en todo aquel proceso de avance autoritario, la Iglesia Católica fue un espacio desde donde construíamos otras dinámicas con compromiso social, con una mirada desde los más pobres, con jornadas solidarias, con misiones y sobre todo con análisis político sobre las causas de esas situaciones. Muchas de esa barra, al irnos para la capital a estudiar, nos conectamos y trabajamos con el padre Cacho.

Lo recuerdo perfectamente. Acuerdo con ustedes y voy a ir para otro lado, arrancó Elena.

Creo que el hecho de ser un lugar chico, nos condiciona más de lo que creemos. El control social se ejerce con una alarmante naturalidad y esto por supuesto que condiciona la libre expresión. Seguro que hay muchas más personas críticas con el discurso oficial de las que se manifiestan públicamente.

También hay un relato instalado que vincula a los movimientos sociales con la izquierda y a la izquierda con el partido político Frente Amplio. Ya sé que es un poco básico esto que digo, pero insisten que lo político es partidario, y esos discursos provocan verdades, al decir de Foucault.

Luego y no menor en el daño, está el clientelismo político que ejerce el partido Nacional desde la Intendencia. Tanto los ingresos a la administración, como los favores personales, así como otros favores más generalizados en épocas electorales inhiben también la participación en manifestaciones sociales no promovidas oficialmente. Quien se sale de la línea, se queda del lado de afuera, afirman, entonces las presiones sobre la comunidad se multiplican.


Esto último, en un escenario de casi monopolio de las intendencias en las gestiones comunitarias, aproveché para tomar la palabra. Desde los casamientos hasta las obras en los espacios públicos de la ciudad, el Estado todo se manifiesta a través de esa super institución. Por lo tanto, el discurso oficial aparece en todos los ámbitos. Durante el gobierno anterior, muchos ministerios habían comenzado a instalar políticas de descentralización y era muy interesante analizar cómo esas nuevas políticas públicas entraban en conflicto con las culturas institucionales locales.

Y de lo que venían diciendo, tengo algunos apuntes que suman y explican.



Comencemos por datos relevantes.

El coronel retirado Mario Ramos y el doctor Nelson Fornos son procesados por torturadores en diciembre del 2020. La denuncia original que realiza la Federación Médica del Interior en 1986, es archivada por la Ley de Impunidad y desarchivada en el 2011. Nueve años se dilató la sentencia por las chicanas jurídicas que fue intercalando la defensa (a cargo de un dirigente local del partido nacional).

Hoy en día ninguno de los dos está en la cárcel de Domingo Arena. Fornos falleció en prisión en abril del 2021 y Ramos tiene desde diciembre de ese año, prisión domiciliaria por una patología certificada por una doctora forense local.

Mucho antes de estas circunstancias, Ramos mantuvo mucha ascendencia sobre la unidad militar de la que fue jefe, fue Intendente de facto, también lideró la lista 33 del partido colorado una vez recuperada la democracia, fue su candidato durante varios períodos y se integró cómodamente en la cotidianeidad de la vida social dirigiendo una empresa que le vendía servicios a la intendencia y también dictaba clases de matemáticas en el liceo departamental.


Con estas fotos, con las cercanías controladoras que decías vos Elena, con la ausencia de colectivos politizados como decías vos Nacho, con una estructura conservadora y clasista que traías vos Sara, ¿podemos visualizar otro paisaje político? y, por otro lado, ¿cómo revertimos esta situación que nos aísla, o nos expulsa? Nos expulsa como a los jóvenes bachilleres o no, a quienes no les ofrecemos opciones ni de estudio, ni de trabajo.

En línea con unos amigos, creo que la expresión máxima del autoritarismo está allí donde no pasa nada, donde siempre (que es mucho tiempo) reina una situación normal. Esta es la sensación cotidiana en la ciudad. Situación que es reconocida y alentada por la clase política que se beneficia sin reparar en lo grave de la misma.

El control social ya se ha transformado en coerción social y se ejerce explícitamente sobre las disidencias, sobre quienes se corren del deber ser, sobre quienes asumen con protagonismo otras construcciones políticas.


Por lo tanto, si estamos en este punto, como también decía alguien, no se trata de interpretar lo que pasa en la Santísima, sino de transformarlo.

Allí sí que la tarea es por demás compleja y requerirá de abordajes desde el campo laboral, cultural, educativo y productivo, con el cuidado de todos y de todas como bandera.

Porque si geográfica y demográficamente hablamos, nuestra ciudad es un espacio a escala humana, en ese mismo sentido debemos caminar.


¡Salú!, brindamos con la certeza de la ardua tarea.



* Eduardo Curto. Docente, gestor cultural y comunicador.


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