Ilustración: Nelson Romero, "El pan sobre la aldea"
Es sin duda alguna muy pronto para hacer análisis definitivos ante el acuciante y dinámico contexto que nos acecha frente a la nueva pandemia del COVID-19. Al calor de dicho desorden social quisimos escribir algunas ideas que nos permitan repensar las actuales circunstancias desde la perspectiva de las economías transformadoras.
Si bien nos encontramos frente a la imposibilidad del cara a cara que nos permita colectivizar e interaccionar “de a muchos”, pueden abrirse en estos momentos nuevas preguntas movilizadoras que nos cuestionen sobre las propias formas y modos de existencia, sobre la precariedad y vulnerabilidad de la vida, sobre la potencia de la interacción social, la acción común, el relacionamiento con la naturaleza y la organización económica. Estas ideas se inspiran entonces en la propuesta de Virilio (2020) quien nos propone pensar la pandemia como un “accidente” revelador de nuevas preguntas movilizadoras, en contraposición al actual modo de ejercer el gobierno, en donde las opiniones y emociones se encuentran exacerbadas por el miedo paralizante.
Encontramos dentro de los muchos análisis frente a la crisis actual una bifurcación en las interpretaciones. Por un lado, algunes plantean retomar la crisis como una fisura y oportunidad, quizás sea Žižek (2020) uno de los más gráficos hablando de una muerte letal “a lo Kill Bill” del capitalismo. Por otro lado, otres proponen interpretarla como tendencia creciente a utilizar el estado de excepción como paradigma normal de gobierno, justificándolo ya no “contra el terrorismo” sino utilizando la epidemia como pretexto para la limitación de la libertad, aceptada a través del deseo de salud y seguridad (Agamben, 2020).
La segunda lectura se vuelve especialmente preocupante en América Latina frente a la tendencia y creciente militarización en asuntos públicos que ya venía consolidándose en la región. El miedo al “otro” ha encontrado la justificación más eficiente en nuestras sociedades para creer que la abolición de sus derechos es un acto de justicia. ¿Qué consecuencias tendrá socialmente que en estos tiempos el otro pase a representar una “amenaza” a nuestra salud?.
¿Qué es lo que está en crisis? Emerge del sentido común que se trata de una crisis humanitaria, donde la lucha es por la vida misma y agregamos contra el sistema que la vulnera y precariza sistemáticamente. La crisis deja en desnudo los déficits del sistema sanitario y la lógica mercantil que hoy gobierna la salud. Sin embargo, son varias las voces que han manifestado que la verdadera crisis es económica, planteando la necesidad y prioridad en restaurar el sistema económico global, incluso aunque ello signifique resignar la muerte de varias vidas (ver Santelli, 2020). Ante esta tensión, parece necesario retomar el cuestionamiento de Fernández Savater (2020) cuando problematiza si se trata de gestionar y regular la crisis para “volver a la normalidad” o si de lo que se trata es de justamente transformar y “habitar la excepción” para impedir volver a la situación normalizada que la habilitó y que además -advierte- de no transformarse tenderá a su reproducción. Por supuesto, ante la propuesta de coordinar acciones poniendo en el centro la vida o el mercado, la segunda opción parece cínica. El dilema cala hondo cuando se plantea que las medidas que se toman para cuidar la vida de algunes (en este caso la cuarentena que lleva a un ralentizamiento de la economía), no encuentra un sistema mínimo de contención, intensificando injusticias.
¿Cuál es la raíz de este “accidente”?. Desde una perspectiva ecológica, son varios los análisis (ver Ribeiro, 2020; Aizen, 2020; Shah, 2020) que proponen comprender la pandemia actual -junto a otras catástrofes que azotan a la humanidad- como consecuencia de la forma de producción y el vínculo extractivo de nuestra sociedad con la naturaleza que causa desequilibrios en nuestros ecosistemas. Desde estos abordajes, el factor fundamental de nuestra mayor vulnerabilidad frente a las pandemias se debe a la destrucción de los hábitats de especies, la deforestación, la urbanización y la expansión de la agropecuaria industrial. Desde la economía ecológica, la búsqueda por comprender las causas profundas de esta crisis nos permite entonces cuestionarnos sobre nuestro vínculo con la naturaleza y sus consecuencias en cuanto a la sostenibilidad de la vida humana.
¿Quién paga los platos rotos? El propio relacionamiento social merece también ser problematizado. Por ejemplo, a partir de las medidas paliativas de aislamiento social para evitar la rápida propagación del coronavirus, es menester pensar quienes pueden aislarse y quiénes no, para comprender en qué cuerpos recae mayormente la crisis. Zibechi (2020) nos adelanta que son les trabajadores precaries y las mujeres les más afectades.
Para las 1651 personas que no tienen casa (Mides, 2016), las que viven día a día de su trabajo y las que no cuentan con seguridad social ni seguro de paro trabajando en el sector “informal”, el aislamiento no es una opción real. Aún si pudieran hacerlo, las viviendas precarias, habitadas en muchos casos por familias ampliadas, no permiten un verdadero aislamiento, ni mucho menos condiciones de aprovisionamiento. Ante estas situaciones ha revivido con fuerza la reivindicación por una renta básica (Standing, 2020) que garantice la sobrevivencia como un derecho, reconociendo a todas las vidas como dignas de ser vividas.
En el caso de les trabajadores formales, se encuentran situaciones heterogéneas. Mientras algunos ensayan la modalidad de teletrabajo, sectores enteros se ven radicalmente afectados como ser el turismo y los servicios. Las empresas que menos pueden resistir la inactividad son las medianas y pequeñas. Por último, les trabajadores dependientes que no han sido enviades al seguro de paro, en gran medida se sienten vulnerades frente al contagio, al tener que seguir trabajando y trasladándose en una situación de emergencia sanitaria.
Por otro lado, el ya conocido reparto sexista del trabajo vinculado a los cuidados en Uruguay, es de esperar se intensifique ante el cierre de las instituciones educativas en todos los niveles. Una vez más serán los cuerpos de las mujeres los que sostendrán mayoritariamente dicha medida. Desde la economía feminista, parece necesario también analizar dichos impactos desde el conflicto capital-vida (Pérez-Orozco, 2014). Ante una crisis sanitaria como la actual, queda en evidencia que no es el mercado el que garantiza y sostiene la vida (basta observar cómo se regula el precio del alcohol en este contexto (ver Messina, 2020)), sino también -y en gran medida- el trabajo frecuentemente invisibilizado y subestimado del cuidado, tanto en su condición material, corporal y afectiva.
Son también las mujeres quienes, en muchos casos, encuentran en el encierro mayor vulnerabilidad y exposición ante situaciones de violencia. Las estrategias de autodefensa y las tramas de apoyo se dificultan durante la cuarentena. Ante el repetido diagnóstico de que el confinamiento en el hogar aumentará la violencia, por aumentar el tiempo de convivencia, aumentar los conflictos, no permitir la interrupción a situaciones de violencia y la percepción de seguridad del agresor que ante el confinamiento dificulta la denuncia, coincidimos con Lorente Acosta (2020) que lo único que no podemos hacer como sociedad es “lavarnos las manos”.
A los grupos en riesgo ya mencionados podríamos agregar en este contexto a los adultos-mayores, población de alto porcentaje en nuestro país, a la cual se le pide actualmente se aísle sin ofrecerle tramas de cuidados que garanticen condiciones de autonomía mínimas.
El resultado predecible parece ser entonces la mayor polarización social, la exclusión, radicalización de situaciones de violencia de género y violencia generacional, dimensiones que se intersectan y potencian intensificando las desigualdades y opresiones existentes.
Sin embargo, aun en estos contextos podemos observar nuevas resistencias, emergencias y configuraciones desde la solidaridad económica. Para muchos sectores de la población estas formas de entramados pueden subestimarse, pero desde las economías transformadoras la visibilización de estas formas “aquí y ahora” demuestran que ya existen los gérmenes de otra sociedad.
Encontramos así formas de protesta como cacerolazos, redes de solidaridad comunitaria para asistir y acopiar donaciones para las poblaciones más vulnerables y con mayor riesgo, trabajadores independientes que se organizan y confeccionan listados conjuntos para promover sus productos/servicios a través de las redes, redes de distribución solidaria que no especulan con los precios y priorizan las necesidades y la canasta básica de subsistencia, redes feministas que intentan estar cercanas y piden ayuda a les vecines de mujeres que ya han denunciado violencia, sindicatos que generan fondos solidarios de contingencia, entidades de la economía solidaria en donde se discute cómo autocuidarse y disminuir los impactos de la recesión para defender el sustento de sus trabajadores, la generación de plataformas virtuales que estimulan la intercooperación, etc. Los distintos sectores cooperativos también han diseñado estrategias alternativas y creativas ante el covid-19 (ver Cudecoop, 2020). A diferencia de muchas empresas que buscan maximizar su ganancias y disminuir sus pérdidas a todo costo, en la mayoría de estos contextos de las economías transformadoras no se está pensando en cerrar, retirar capitales, buscar territorios/negocios más rentables, sino que se construyen resistencias colectivas ancladas al lugar de vida, muchas veces decidiendo ganar todes menos antes que recurrir al desempleo de algunes, entre otras estrategias de contención.
¿Qué nos dejará la crisis en respuesta al coronavirus? Al casi inevitable endeudamiento seguramente se le sume lo que Naomi Klein (2020) denomina “el capitalismo del desastre” que refiere a cómo las industrias históricamente han buscado beneficiarse de la crisis a gran escala. En este sentido, advierte que mientras las personas se centran en la sobrevivencia, se aplica la “doctrina del shock” como estrategia política presentada como programa para salir de la crisis pero que sistemáticamente ha profundizado la desigualdad. Para la economista, la estrategia de shock garantiza que las crisis sean reguladas para que no pongan en jaque la lógica del capital. Habrá que estar atentos para ver si a las medidas de shock necesarias para disminuir la curva de contagio de coronavirus no le siguen estrategias de shock económicas.
En tiempos de mayor distanciamiento social y crisis desde la sostenibilidad de la vida, queda en evidencia la falacia que supone pensar la economía como el equilibrio que se obtiene desde la libre competencia y autorregulación del mercado entre seres racionales, autosuficientes y maximizadores de beneficios. Se revelan las dimensiones no rentabilizables de la vida, se imponen los abordajes ecodependientes e interdependientes.
Ante la cuarentena estemos interrelacionados, tramando, interconectados para repensar un sistema económico que permita rejerarquizar el cuidado, la salud y la ecología, sin naturalizar la racionalidad que despolitiza el régimen de acumulación desigual.
* (Nota preliminar: se optará por la utilización de la “e” para escribir en un lenguaje inclusivo).
** Anabel Riero es docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.
Referencias:
Agamben, Giorgio (29 de febrero, 2020) “La invención de una epidemia” Lobo suelto. En: http://lobosuelto.com/la-invencion-de-una-epidemia-giorgio-agamben/
Aizen, Marina (2020) “Las nuevas del planeta devastado” Anfibia, Universidad Nacional de San Martín. Enhttp://revistaanfibia.com/cronica/las-nuevas-pandemias-del-planeta-devastado/?fbclid=IwAR20wMF5mjMVO12YNZYIVSgWJSBaRcFRw44tNTMtyHOf0IV2ZOgis43N7AU
Cudecoop (19 de marzo, 2020) “¿Qué están haciendo las organizaciones cooperativas en Uruguay por el Covid-19?” En:http://www.cudecoop.coop/cudecoop/que-estan-haciendo-las-organizaciones-cooperativas-en-uruguay-por-el-covid-19/
Klein, Naomi (18 de marzo, 2020) “El coronavirus y la doctrina del shock” Rebelión. En: https://rebelion.org/el-coronavirus-y-la-doctrina-del-shock/
Lorente Acosta, Miguel (18 de marzo, 2020) “Coronavirus & Violencia de Género. Confinamiento y violencia” Rebelión. En: https://rebelion.org/confinamiento-y-violencia/
Messina, Pablo (2020), "ANCAP y el Coronavirus", en Hemisferio Izquierdo. En: https://www.hemisferioizquierdo.uy/single-post/2020/03/16/ANCAP-y-el-coronavirus
Mides (2016) Presentación de resultados del Censo de Población en Situación de Calle. Montevideo: Mides.
Pérez, Orozco (2014) Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Madrid: Traficantes de sueños.
Ribeiro, Silvia (29 de febrero, 2020) “Coronavirus, agronegocios y estado de excepción” La Jornada. En:https://www.jornada.com.mx/2020/02/29/economia/019a1eco
Santelli, Rick (5 de marzo, 2020) Emisión tv, Media Ite. En: https://www.mediaite.com/news/cnbc-editors-idea-to-save-global-economy-maybe-wed-be-better-off-if-we-gave-the-coronavirus-to-everybody/
Shah, Sonia (marzo de 2020) “Contra las pandemias, la ecología” Le Monde Diplomatique. Enhttps://mondiplo.com/contra-las-pandemias-la-ecologia
Standing, Guy (13 de marzo 2020) “Coronavirus, crisis económica y renta básica” El País. Enhttps://elpais.com/elpais/2020/03/11/opinion/1583929510_196303.html
Virilio, Paul (13 de marzo 2020) “¿El coronavirus como revelador? Leyendo a Virilio sin mascarilla” Filosofía pirata. En:https://www.filosofiapirata.net/el-coronavirus-como-revelador-leyendo-a-virilio-sin-mascarilla/
Zibechi, Raúl (marzo, 2020) “La crisis la pagan las mujeres y los precarios” Zur. En http://zur.org.uy/content/la-crisis-la-pagan-las-mujeres-y-los-precarios?fbclid=IwAR09Ai6ewpiTsjVeBPDUGiOLhkl2uoK2xtoMG5A7VRRSUCTa36LVfizzU54
Žižek, Slavoj (3 de marzo, 2020) "El Coronavirus es un golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista" la haine. En:https://medium.com/@esferapublica/slavoj-%C5%BEi%C5%BEek-el-coronavirus-es-un-golpe-a-lo-kill-bill-al-sistema-capitalista-48cf8af6ca0a