Hemisferio Izquierdo (HI): ¿Qué se juega en las elecciones de Octubre?
Federación Anarquista Uruguaya (FAU): En las próximas elecciones se define el grado de ajuste. Si es mayor o "a la uruguaya", y el grado de represión que lo acompañará. Ha quedado en evidencia lo que viene con la represión a la manifestación contra la injerencia de UPM en la Educación. Son diferencias de grado, de si el ajuste se procesa en forma lenta, gradual, progresiva sobre el pueblo o en cambio, se da "a lo Macri", de una forma abrupta y bestial. También si habrá o no políticas de contención ante el avance de la miseria, ciertos "parches" que amortigüen los efectos de dichas políticas.
Digámoslo claro: en el próximo período lo que se viene es una política de empeoramiento de las condiciones de vida del pueblo. Durante los gobiernos del FA hubo cierta redistribución, pero los ricos se hicieron más ricos. Ahora que la economía se achica, los de arriba quieren un mayor porcentaje de la riqueza. Es lo que pasa siempre en períodos de recesión y crisis. Ningún gobierno le va a hacer frente a las clases dominantes para frenar ese despojo, por ello decimos que lo que está en discusión es si el mismo se hace en forma gradual o rápida y contundente.
Un elemento que evidencia nuestra afirmación es que en estas últimas movilizaciones que se han desarrollado, ha aumentado la violencia policial. Apretes, detenciones, golpizas, uso de "tiras", presencia de la Guardia Republicana y orden de dispersar movilizaciones a bala de goma sin más, se están convirtiendo en parte de los nuevos elementos de esta coyuntura. Es que se está procesando un giro a la derecha, gane quien gane las elecciones. Un giro de ajuste con garrote. Insistimos, lo que está en discusión es la "dosis", pero no el ajuste en sí.
HI: ¿Qué NO se juega en las elecciones de octubre?
FAU: Claramente, en esta ni en ninguna elección está en juego lo esencial: el poder y las relaciones de poder en la sociedad, entre las clases. No están en disputa ni en discusión el derecho de propiedad y ni siquiera los amplios beneficios que gozan las empresas. Por esta vía no se puede apoyar ni potenciar la lucha obrera y popular, ni tampoco colocar las propuestas del movimiento popular. Las elecciones, como el gobierno, son engranajes políticos del Estado. El Estado es una institución de larga data, que no admite modificaciones de fondo en su seno. En el capitalismo, el Estado se ha tecnificado y complejizado, se ha convertido en una instancia de condensación de relaciones de poder y de clases, pero que en lo fundamental mantiene intacto su funcionamiento con el objetivo de mantener el poder y riqueza de las clases dominantes y por otro lado, dominar y reprimir si es necesario, a las clases dominadas. El Estado tiene una esencia de clase: es intrínsecamente de los de arriba. Por eso, quien gobierne, lo hará para esos mismos sectores que dominan en la sociedad.
En el año 1971 en un material titulado "¿Tiempo de lucha, tiempo de elecciones?" nuestra Organización planteaba claramente: "Alguno podrá pensar: 'pero si hay elecciones podemos, votando bien, poner un presidente de nosotros, un presidente salido del pueblo, que esté del lado del pueblo, y todo estará arreglado'. Eso creen muchos y por eso hay tanta gente que vota. Parece fácil. Y sin embargo, hace añares que se va de una elección a otra, votando a uno y a otro, y las cosas van de mal en peor.
¿Es que siempre se 'equivoca' el pueblo? Lo que pasa es algo diferente. Es que dentro del sistema actual, cualquiera que llegue al 'poder', tiene que actuar en beneficio de las clases dominantes o si no, no llega...o lo tiran abajo. El estado no es neutral. Y mucho menos emanación o representante del pueblo. No es una simple 'máquina' a la que puede manejar cualquiera que saque mayoría en las elecciones. Sería una máquina muy particular, que acepta sólo un conductor, que agarra siempre para el mismo lado: el de la defensa de las clases dominantes, que son las únicas -la experiencia lo demuestra- que la pueden manejar.
La verdad que el Estado no es, simplemente, una 'máquina'. Es una parte constitutiva del sistema, por cierto que una de las más importantes. Es parte de un sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la explotación de la mayoría que trabaja por la minoría que acumula capital en base a esa explotación. La función central del Estado, lo que justifica su existencia, es la función del poder. La función de imponerle al pueblo el acatamiento del orden social vigente."
Por ello, quien gobierne lo hará para los de arriba, sino no gobierna o no lo dejan gobernar. El sistema capitalista no tolera ningún tipo de reformas. Ya no sólo tenemos que remitirnos a Guatemala y Chile, donde la intervención norteamericana derribó gobiernos que habían impulsado reformas de cierto calado. Veamos hoy el ataque grosero a Venezuela y los constantes intentos de invasión y el bloqueo económico; la potencia imperial de EEUU no permite la existencia de ningún gobierno con cierto grado de autonomía. Allí podemos incluir el "golpe blando" en Brasil para frenar un papel más independiente del gigante regional en materia de política exterior.
Ejemplo concreto fue en 2004, cuando Tabaré Vázquez viajó junto a Danilo Astori para presentarle al FMI al futuro Ministro de Economía. De hecho, la conducción de dicha cartera no ha cambiado y nada parece indicar que cambiará.
Para hacerlo más claro: en el ámbito del Estado y de las elecciones en particular, no está en disputa la política económica, ni la política de vivienda, de salud ni la política de empleo, ni de fomento de la industria y menos del cooperativismo. Tampoco está en discusión los beneficios fiscales de los ricos y las empresas multinacionales, está garantizado el retiro de capitales al extranjero, nadie discute la necesidad de los tratados de libre comercio y la apertura comercial, etc. Ya ni hablemos de anular la ley de impunidad y desmantelar las FFAA. Nadie que juegue en el sistema político burgués discute los "sagrados derechos" de la burguesía, nadie discute en ese terreno el "capitalismo" como sistema social ordenador de la vida.
Porque las instituciones de la burguesía sólo a la burguesía pueden servir. Allí lo que se reproduce son privilegios. Y por colocar un voto en una urna cada cinco años, no se produce un acto de magia. Lo que pasa allí, en un domingo folclórico cada cinco años, no dirime el poder. El poder se está jugando -y la Resistencia- todos los días en los lugares de trabajo y estudio, en los barrios, en el campo, allí donde se encuentren los oprimidos luchando y organizando, dando pelea por dignificar sus condiciones de vida y existencia. Fortaleciendo esa Resistencia se construye Poder Popular, poder del pueblo, de los de abajo. Se construye capacidad de acción e instituciones que prefiguran un mundo nuevo.
Porque en definitiva, si las elecciones fueran realmente importantes, si algo relevante estuviera en juego allí, estarían prohibidas. Ninguna clase o grupo social que detente el poder va a "rifarse" el mismo cada cinco años. Las elecciones son un mecanismo, un dispositivo que brinda cierta imagen de "democracia", de participación. Claro está, dicha participación es falsa, porque la verdadera participación del pueblo, ya de por sí, generaría una nueva situación político-social, habilitaría otras posibilidades que no son del agrado de las clases dominantes.
Los procesos de verdadera participación popular, aquellos donde el pueblo fue protagonista de su destino y construyó aunque fuera en forma y tiempo limitados una sociedad diferente, fueron por fuera del Estado y toda su dinámica. Desde la Comuna de París en 1871, la Revolución Española en 1936 y la construcción de las "Colectividades" en buena parte de España, la Machnovitschina en Ucrania durante la Revolución Rusa -incluso los amplios niveles de participación generados con la construcción de los Soviets en el primer período de la Revolución en toda Rusia-, la inmensa participación popular en Nicaragua en 1979 y años siguientes, y el actual proceso de construcción social que se desarrolla en Rojava, región de Kurdistán donde se van generando comunas con una amplia participación de mujeres y en un marco general de guerra en Siria, son solo algunos ejemplos que podemos mencionar a escala más general; pero también en lo micro podemos ver procesos de este tipo en todas partes.
Señalemos al pasar como ejemplo, que justamente fueron los procesos electorales y los mecanismos estatales los que echaron por tierra la Revolución Sandinista, porque fueron los lugares elegidos por la burguesía nicaragüense y el imperio para derribar ese proceso revolucionario. Por otra parte, las elecciones son utilizadas con total cinismo por la burguesía y las potencias mundiales: se exigen elecciones en ciertos países y no en otros. Nadie osa exigir elecciones en Arabia Saudita, por ejemplo, y que esa monarquía absoluta se convierta en un país republicano, porque no es importante para EEUU.
Por lo tanto, como decíamos, en las elecciones no se juega nada importante, nada que implique cambios sustanciales, nada que implique modificaciones de fondo ni transformaciones estructurales. Las elecciones son un buen reaseguro del sistema capitalista, es uno de los engranajes que aseguran su funcionamiento en la esfera política. El pueblo allí es el gran ausente, salvo para legitimar esa farsa.