Ilustración: Capitalismo y explotación, Laura Becerra, 2019.
La economía es el método. El objetivo es cambiar el alma Margaret Thatcher
En los últimos años hubo un notable desarrollo de una nueva modalidad de atención al desempleo. La que podríamos llamar modalidad anterior o clásica, tiene vigencia desde su creación en la primera década del siglo XX hasta hoy y tuvo en la creación de empleo público una chance de regulación del mercado de empleo 1 . Este desarrollo fue acompañado por cajas de auxilio para rubros zafarles, seguros por desempleo y jubilaciones. Sin embargo, desde los años noventa hasta 2005 fue cancelada la creación de empleo público, pasando de 261 mil puestos en 1995 a 231 mil en 2005, como estrategia para el equilibrio fiscal. El fin del siglo XX para Uruguay significará atravesar una crisis industrial con destrucción de puestos de trabajo, agregándose a esto, la inestabilidad financiera externa como la crisis en Rusia y Brasil con consecuencias para la disponibilidad de préstamos, la quiebra del Banco Galicia en Argentina y el fraude en algunos bancos privados nacionales. El aumento de la pobreza y el desempleo, motivó la creación de una nueva modalidad de atención, -que se incorpora a la anterior generando una matriz híbrida- fundada en la capacitación personal, en un trabajo con el desempleado y no con la creación de los puestos de trabajo 2 . Primero, desde los años noventa, con la creación de programas volcados a la capacitación laboral, en rubros con dinamismo, que incluían aprendizajes en empresas, así como también programas de empleo público transitorio, donde se cobraba sueldo por trabajar y asistir a un curso por unos meses. El paraguas institucional fue el Ministerio de Trabajo y en un comienzo este avance del paradigma de la capacitación personal fue diseñado para atender a los desempleados recién ingresados al seguro de desempleo, ampliándose posteriormente a poblaciones con dificultades para el ingreso al mercado laboral. Esta ampliación creció en la gestión de diferentes intendencias municipales y en convenio con organizaciones no gubernamentales. Fue una de las estrategias para amortiguar las cuantiosas pérdidas de empleo por ejemplo en la industria manufacturera durante los años noventa. La siguiente década al inicio del siglo XXI, tuvo lugar una crisis financiera, entre los años 2002-2003, donde se vivió el crecimiento más alto en la tasa de desempleo, llegando a casi 17%, aun y a pesar de la gran emigración económica forzosa de varios ciudadanos.
A partir del 2005 se realizó una convocatoria a Consejos de Salario, se aumentó el salario mínimo y se alcanzó tasas de desempleo menores a un digito. También se incorporó personal al Estado, llevando el número de empleados públicos a 297 mil en 2017. Las propuestas de capacitación continuaron y el seguro por desempleo también, aunque con algunas modificaciones “activadoras” en la forma del pago, promoviendo en el beneficiario una actitud emprendedora a partir de que el importe mensual del seguro va decreciendo desde el primer pago hasta el sexto, pasando de representar un 66% de su sueldo, al 40 en el último mes de cobro. Antes de la llegada de este paradigma, las cuotas eran todas iguales. Este pequeño ejemplo evidencia la búsqueda de una modificación en la conducta del desempleado.
El paradigma de la activación tuvo su continuidad con la creación del MIDES, donde se da el nacimiento de un nuevo brazo de programas identificado con la inserción laboral, incluso por medio de una Dirección y destinado a atender una población específica, bajo estricta autorización del Índice ICC que funciona como “concepto de pobreza” (Dominguez Uga, 2004). Los nuevos programas, se sumaron a las propuestas arrastradas de los noventa y continuaron la primer experiencia de capacitación. Sin embargo, ya no es aquella capacitación técnica en un rubro especifico. Su propuesta promueve un abordaje individual como tratamiento terapéutico a partir del rescate de una esfera personal, espiritual y moral del desempleado. Es un enfoque que fundamenta la importancia de una dimensión motivacional, que atiende el autoestima, con la convicción de que el desempleado tiene una carencia sustancial en su fuero íntimo. Se coloca la preocupación sobre los hábitos, las costumbres, la estética para la venta de sí mismo en el mercado, los modales y los valores, como carencia de un saber previo que parece ser la llave para volver al país del “buen vivir”. La propuesta está diseñada sobre la supuesta capacidad emprendedora que el desempleado debe tener como receta frente a la adversidad de un escenario laboral presentado como inmodificable, colocando al mercado como ámbito natural.
En este nuevo modelo de intervención, basado en la activación, el principio articulador sería el fomento de la agencia individual (autonomía económica) para permitir una optimización de la posición individual en el mercado (Crespo et al, 2009: p 96)
El “paradigma de activación”, promueve una interpretación personal de la llamada cuestión social y alimenta programas que trabajan personalmente, desde el acompañamiento del técnico en inserción laboral, con una lógica de “solución personal” con “trajes a medida” de reconversión personal, pero, ya no a partir de saberes específicos para un rubro laboral, sino, desde la modificación de conductas, hábitos y costumbres. Da lo mismo que el curso sea de albañilería o de costura, se los aprovechará como un soporte para el tratamiento de un proceso personal. Parece que el exceso de protagonismo vuelve voluntarista la propuesta. Incorpora el concepto de “capital humano”, para explicar la importancia de la educación como inversión personal, donde cada uno debe hacerse responsable de las decisiones que toma para educarse.
En términos concretos, funciona como adecuación individual de los vendedores de fuerza de trabajo, a los requerimientos que el colectivo de capitalistas impone como flexibilidad laboral, en tiempos de aplicaciones como Uber y delivery en bici. Esta enfoque propio del ámbito empresarial, coloca su preocupación en el “nivel de empleabilidad” medido de forma individual, promoviendo en el desempleado una interpretación personal del desempleo y suponiendo que hay para la clase obrera una utópica salida de libertad en el marco de los problemas de la sociedad capitalista. Promueve como solución, la actitud emprendedora y responsable del desempleado con su propio desempleo, que ahora no es unasunto de clase, sino un problema suyo, de su empresa, que es, el mismo. La creación de la figura del emprendedor en los programas de asistencia, funciona como la de un “héroe” al que se le adjudica protagonismo cuando todo escapa de su control. Parece un abandono que solo se justifica desde una resignación pública a la regulación del mercado de empleo y supone que un valiente llanero solitario resolverá el conflicto entre el capital y el trabajo, interpretado desde una psicologizada cuestión social.
Pero esto no ha sido solo una característica de los programas de atención al desempleo sino también, de actores políticos contemporáneos que con diagnósticos propios sobre el tema describen la más amplia gama de problemas morales y carencia de valores que el asunto convoca. Por ejemplo, para el ex- dirigente sindical Richard Reed la preocupación pasa por la pérdida de valores para el trabajo, “Percibimos que hay una sociedad que ha perdido valores. Se perdieron valores, referencias y objetivos. Se han cambiado los valores históricos por otros más económicos. También se perdió el hábito de estudio. En el escenario de las relaciones laborales hay un sector que es renuente al trabajo” (Canal 12, 2015). El Ministro de Trabajo Ernesto Murro realiza su reflexión en torno a la “Cultura del trabajo para el desarrollo”: “(...) tenemos que dar una batalla enorme por esta cultura del trabajo y en contra de la cultura de la holgazanería, de la viveza criolla o la explotación y la arbitrariedad. Tenemos que ir a la defensa de la verdadera cultura de trabajo" (El País, 2015). En el VIII Foro de Capital Humano de 2018, el Ministro se refirió al mismo tema: "Estamos haciendo cosas para un cambio cultural en el país, hacia el trabajo. Creemos que el Uruguay ha perdido cultura del trabajo (...) estamos teniendo un problema de asiduidad, hoy es más fácil que antes decidir faltar" (MTSS 2018). Para la representante de la Unión de Exportadores, Teresa Aishemberg si bien el problema es la "(...) falta de hábitos laborales, desinterés y poca dedicación al trabajo" (El Observador, 2016). O, por ejemplo, Julio César Lestido, presidente de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios, dijo que no se avanzó en la estabilidad ni en la “cultura del trabajo” durante los Consejos de Salarios. Esto, sostuvo, “se refleja en la puntualidad, el presentismo y las certificaciones”.“Está faltandola ética laboral”, agregó. Aseguró, en cambio, que esa ética sí se ve en los trabajadores migrantes, que por eso consiguen empleo (La Diaria, 2018)
El ropaje que imagina a un empresario en el cuerpo de un trabajador es la expresión ideológica de los nuevos dispositivos para el abordaje del problema del desempleo de larga duración. Se los promueve para que emprendan como si se intentara encender algo apagado que explicaría su inutilidad. Como consecuencia se da un florecimiento de nuevos roles educativos para su abordaje técnico operativo, la “industria del trabajo” (Calamari, 2010) en ámbitos como la agencia-empresa de colocación, el Técnico en Inserción Laboral, el coaching o el Terapista Ocupacional. Se crean hasta secretarías en empleabilidad. El dispositivo en torno al desempleado-como explicación individual y no estructural-,
funda a partir de una explicación psicológicade la cuestión social, el abordaje a un desempleado notoriamente responsabilizado, suponiendo que el problema está en él, en las malas decisiones que perjudicaron la acumulación de capital humano. Solo le resta la reducación de sus hábitos y su moral, acorde con la necesidad del mercado.
En resumen, se promovió el ajuste para la recomposición productiva y el caudal de población que sufrió esta destrucción del empleo está siendo tratada como si adoleciera de una enfermedad personal, como si portaran un hándicap, una carencia moral. El orden civilizatorio que desembarcó en Uruguay entre 1958 y 1967 fue el comienzo de un proceso, donde “(...) todas las pragmáticas neoliberales fueron puestas en práctica” (Real de Azúa, 1984: 76). Luego de la dictadura cívico-militar, en los años noventa a partir del Consenso de Washington se promovió políticas sociales focalizadas. En 2005 se hizo dual el repertorio de atención al desempleo sin sustituir el paradigma, pero aumentando la carga de espacios para el tratamiento de población ICC -como aproximación a la población "pobre"-, como pre suponiendo a “diferentes desempleados”. La primer expresión neoliberal de los años noventa, volcada a unir oferta y demanda por medio de cursos de especifica instrucción en rubros con vacantes, se complementa ahora con esta segunda expresión neoconservadora, que prioriza el abordaje capacitación personal,
jerarquizando la capacitación en hábitos, costumbres y prácticas, dándole un enfoquemoralizante y psicologizante al abordaje.
Como indica Baqués Quesada (2002), el gran reto que se le plantea al neoconservadurismo es, reconstruir de una vez por todas una filosofía adecuada a la buena marcha de la economía de mercado y sus exigencias en el terreno de la moral. Por eso lejos de suponer que el neoliberalismo es algo que deberá ser enfrentado desde el primer día, es algo que ya se viene enfrentando desde los primeros días de su llegada en los años sesenta, así como su despliegue en los años noventa y su revitalización en 2005. Pero, sobre todo, debemos estar atentos para enfrentar este crecimiento de la retórica neoconservadora, que empuja para justificar una atención desde la activación y la empleabilidad, trasladando el problema entre el capital y el trabajo de la política a la moral, de lo público a lo privado, psicologizando la llamada cuestión social.
* Alejandro Mariatti. Trabajador Social. Docente de FCS-Udelar.
Notas
1. “En 1957 la tasa de desocupación alcanzaba el “3,7%” (Couriel y Lichtensztejn,1967: 135)
2. El desempleo está hoy en 2019 próximo al 9% al igual que en 1969, 1973, 1987,11991, 1994, 2007, 2019, y su promedio de 1969 hasta hoy ronda el 9%
Bibliografía y Fuentes
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Diario El Observador (2016) https://www.elobservador.com.uy/perdieron- los- uruguayos-su-cultura-trabajo- n858697
(MTSS, 2018) https://www.mtss.gub.uy/web/mtss/noticia-ampliada/- /asset_publisher/hK9T/content/murro- inauguro- foro-sobre-capital- humano
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Diario El país (2015) https://www.elpais.com.uy/informacion/gobierno- lanzo-estrategia-cultura-desarrollo.html