Foto: Valeria Rubino (fuente: http://www.pvp.org.uy)
Como a los/as demás entrevistados de la sección "La vuelta al Hemisferio", convocamos a Valeria a responder dos preguntas:
1) ¿Por qué vuelve el fascismo?
2) ¿Cómo se lucha contra el fascismo?
Ambas respuestas se articularon en el texto que transcribimos a continuación:
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Cuando no existen sentidos, los fascismos vuelven y aprovechan el vacío. Si el sentido de la existencia humana es sencillamente la acumulación, su sinsentido se vuelve evidente tan rápido que cada ser busca mitigar la angustia emergente encontrando un motivo particular.
En la era de los vínculos inmediatos, los fascismos (que jamás han muerto) retornan ofreciendo tres potentes elementos de seducción: un espacio de pertenencia, un enemigo común, un sentido para la existencia claro, prediseñado e inteligible.
El progresismo en Latinoamérica cometió a mi juicio el peor de los errores: abandonó la construcción de sentidos. Con las mismas herramientas de evaluación que usa el mercado, los gobiernos pasaron a considerar que el valor de una vivienda es su precio en dinero, y no los lazos comunitarios que la construcción de la misma fomenta o destruye. El concepto de “gestión” sustituyó el valor histórico de “organización”. Se abandonó la construcción colectiva, el poder de los soviets se entregó a los tecnócratas, y el campo quedó fértil...
La estrategia de la ultraderecha mundial se sustenta principalmente en Latinoamérica en la proliferación de pequeñas comunidades religiosas pentecostales que logran seducir grupos de seres humanos, explotando las situaciones de vulnerabilidad y dolor. En los momentos más duros de sus vidas, las y los fieles encuentran una filiación comunitaria que les regala algo absolutamente preciado en esos momentos: no tener que pensar.
Una maquinaria de explotación absolutamente perfecta, donde las personas trabajan por lo mínimo indispensable para la subsistencia, da ganancias estratosféricas a los dueños de las empresas que de tal contingente se sirven y, por supuesto, a sus “gestores de recursos humanos”: los pastores.
En paralelo, grupos de profesionales y técnicos de la psicología, la sociología, la ciencia política, la publicidad y el marketing, ponen en marcha sistemas de testeo de muy bajo costo, destinados a fomentar el odio al “otro” que construirán como enemigo.
Funciona muy fácil: de manera repentina aparecen en las redes publicaciones de “gente común” proclamando un enojo hacia algún derecho otorgado a alguna comunidad, o planteando que tal derecho hace que este otro no tenga derechos, o sencillamente afirmando medidas disparatadas que en realidad nadie ha tomado.
De las decenas de estos comentarios de “gente común” que cada semana inventan los equipos técnicos de la ideología del odio, sólo se seleccionarán los que logren mayor adhesión entre las personas de una comunidad o país.
La siguiente semana se aumentarán los comentarios sobre esos temas y la virulencia de los mismos. Si se alcanzan los índices buscados de popularidad, recién ahí los representantes políticos individuales comenzarán a hacer comentarios, mucho menos violentos por supuesto, y propagarán la convicción de que “lamentablemente” hay dos bandos, y que eso es culpa justamente de quienes reconocen derechos.
Como nunca antes la mente de los fascismos se ha desarrollado Comienzan sus campañas electorales poco tiempo antes de las elecciones. Evitan debatir a toda costa. No reconocen su ideología ni su filosofía. Y sus principales “militantes” son en realidad datos en un ordenador, perfiles de Facebook creados a imagen y semejanza de poblaciones estadísticamente determinadas.
¿Cómo combatir al fascismo entonces? Poco se me ocurre más que las viejas recetas: fortalecer nuestras organizaciones sociales, reconocer la sabiduría popular para responder al odio y sumarse a ella en lugar de sacarse la foto haciendo discursos perfectos, tener cada vez más amigos que piensan diferente para volver a entrenar la neurona del debate... En fin, volver a militar sabiendo que el sistema es mucho más poderoso que una, y por eso regocijarse a mil con cada victoria por una noche, y amanecer al día siguiente sin soberbia.
* Valeria Rubino: Zurda, feminista y militante LGTB. Oriunda del Paso Molino y adoptada por el Departamento de Canelones hace más de una década. Trabajadora Social de profesión. Militante frenteamplista en el Espacio 567.