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Gabriel Laesprella

¿Por qué caracterizamos a la última dictadura uruguaya como fascista?


Imagen: El Roto / Efe

El intelectual marxista búlgaro Jorge Dimitrov definió al fascismo como El terrorismo de Estado del capital transnacional financiero ligado a las oligarquías locales.

La última dictadura uruguaya (1973 a 1985) se enmarcó en el Plan Cóndor, es decir la estrategia del Imperialismo norteamericano de imponer dictaduras fascistas en el Cono Sur de nuestro continente para frenar el movimiento popular y los avances de las fuerzas progresistas y de izquierda. Por ello se produjeron los sucesivos Golpes de Estado en Brasil en 1964, en Uruguay en junio de 1973, el derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular y el asesinato del presidente Salvador Allende en septiembre de 1973 en Chile, el Golpe de Estado en Argentina en marzo de 1976, entre otros.

Estas dictaduras estuvieron coordinadas entre sí y hubo traslados clandestinos de presos políticos entre los países arriba mencionados que sufrían gobiernos de facto. La Escuela de las Américas, ubicada en Panamá, estaba monitoreada por militares norteamericanos que le enseñaban a militares latinoamericanos las técnicas de tortura y de extracción de información a los prisioneros políticos.

En el caso uruguayo, en los años sesenta hubo dos estrategias claramente enfrentadas dentro del campo popular, por un lado la estrategia foquista guerrillera urbana del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) Tupamaros y por otro una estrategia de acumular fuerzas y avanzar en democracia como estrategia uruguaya de vía de construcción del socialismo de forma pacífica.

Esta última estrategia se expresó y se consolidó con la unidad de las fuerzas progresistas y de izquierda con la creación del Frente de Izquierda de Liberación (FIDEL), lista 1001, en 1962, con la integración del Partido Comunista y de otras fuerzas de izquierda. A su vez esa sigla, FIDEL en aquel contexto era clave por el reciente triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y con su líder histórico Fidel Castro Ruz. Significaba el apoyo de las fuerzas políticas avanzadas uruguayas a la naciente Revolución Cubana.

Finalmente en 1971 se creó el Frente Amplio, integrado por los partidos Comunista, Socialista, Demócrata Cristiano, desprendimientos de los partidos fundacionales (el Colorado y el Nacional), y diferentes actores del movimiento social.

En los sesenta a su vez se constituyó la unidad del movimiento sindical expresada en la Convención Nacional de Trabajadores (CNT). Pero a partir de diciembre de 1967 cuando llegó a la presidencia de la República el integrante del Partido Colorado Jorge Pacheco Areco aumentaron las medidas represivas. Se militarizaron algunos sindicatos. Se prohibieron algunos medios de prensa de izquierda. En 1968 asesinaron a tres dirigentes estudiantiles y de la Unión de la Juventud Comunista (UJC) Líber Arce, Hugo de los Santos y Susana Pintos respectivamente.

En abril de 1972, y bajo la presidencia del también colorado Juan María Bordaberry asesinaron a ocho obreros comunistas en un local del Partido Comunista. Esto fue un fusilamiento público ya que estos militantes estaban desarmados.

En el mismo año de 1972 es derrotado política y militarmente el MLN. El 27 de junio de 1973 Bordaberry disolvió el Parlamento y se inició la dictadura. La CNT respondió con una huelga general que se extendió por quince días que reivindicaba la defensa de las instituciones democráticas y bregaba por el respeto de las libertades públicas.

En doce años de dictadura, Uruguay tuvo seis mil presos políticos aproximadamente, miles de torturados, exiliados, desaparecidos, personas que sufrieron la clandestinidad y el exilio entre otras.

Reafirmamos el carácter fascista de esta dictadura, la uruguaya, además porque las Fuerzas Armadas operaron como el partido político uniformado de la dictadura.

Si bien se recuperó la democracia en Uruguay en 1985, se supo recientemente que los servicios de inteligencia operaron en democracia entre 1985 y 2005, con la participación de la CIA, espiando a partidos de izquierda y movimientos sociales.

Si bien es fuerte y claro el reclamo de nuestro pueblo por verdad y justicia, debemos luchar día a día por defender y profundizar nuestra democracia, porque si bien no queremos más fascismo, el fascismo acecha y siempre opera de forma funcional a los intereses de los grupos económicos y políticos de poder y en detrimento de los sectores populares.

Gabriel Laesprella es Licenciado en Sociología, graduado en la Universidad de La Habana, Cuba.

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