Fotografía de la Estación Bias Fuertes, por donde llegaban los famosos "trenes de los locos" al manicomio de Barbacena. (Extraída de: Estudio Alternativo)
Brasil históricamente ha convivido con las atrocidades cometidas en los manicomios; instituciones cuyo modelo se basó en los primeros hospicios extendidos por toda Europa en la Edad Clásica, que tenían como propósito aislar y alejar de la sociedad a los cuerpos improductivos para el entonces sistema capitalista en ascenso.
En nombre del progreso, esas instituciones totales vinieron y se instituyeron por América Latina, como retrató Machado de Assis (1882) en una de sus obras más famosas, El Alienista, donde cuenta la historia del Dr. Simão Bacamarte que después de conquistar “respeto” en su carrera de médico en Europa y en Brasil retorna a su tierra natal. Allí, resuelve entender - y curar - la locura y construye un hospicio - Casa Verde -. En el comienzo los internados eran los casos “típicos” de locura de la ciudad y la internación era aceptada por la sociedad, pero en cierto momento el Dr. Bacamarte pasó a ver locura en todos y comenzó a internar a otras personas, lo que causó gran estupor. Pero el no imaginaba las consecuencias: la ciudad se rebeló, la población aterrorizada se agitó - incluso las autoridades - ; sucedió hasta una revuelta violenta en la plaza pública. Finalmente, el alienista concluye ser el único anormal, por ser el único en tener una personalidad perfecta. Por ello decidió encerrarse solo en la Casa Verde para el resto de su vida.
Así, basado en los modelos europeos, los manicomios brasileros fueron utilizados como un lugar de aislamiento, sufrimiento y tortura donde las personas eran dejadas por diversos motivos. Entre esas personas estaban: pobres, negros, indígenas, portadoras de algún tipo de alienación mental, alcohólicos, homosexuales, vagos, prostitutas, entre otras poblaciones en situación de vulnerabilidad que no se encuadraban en la propuesta de construcción de un Brasil moderno.
Como ejemplo de ese terror, tenemos el manicomio de Barbacena, que durante gran parte del siglo XX, en este antro de violencia exento de cualquier respeto a la dignidad humana, más de 60 mil personas perdieron sus vidas con el aval de la psiquiatria, conforme el excelente registro del libro Holocausto Brasileiro de la periodista Daniela Arbex (2013).
Sin embargo, en el año 1978 surge el Movimiento de los Trabajadores en Salud Mental (MTSM) influenciado por las ideas y acciones de diversos movimientos alternativos de prácticas psiquiátricas antimanicomiales entre los cuales estaban la anti-psiquiatría inglesa, la psiquiatría de sector francés y en especial, las iniciativas lideradas por Franco Basaglia en Italia. Tal movimiento era formado por trabajadores integrantes del movimiento sanitario, asociaciones de familiares, sindicalistas, miembros de asociaciones de profesionales y personas con largo historial de internaciones psiquiátricas. En 1987, en el II Encuentro del MTSM se redactó la carta de Bauru que clamaba por cambios en las prácticas manicomiales vigentes con el lema: Por una Sociedad sin Manicomios.
Durante el proceso de redemocratización en Brasil, tras la dictadura militar que duró 21 años, el movimiento de la reforma psiquiátrica brasilera caminó de la mano con la reforma sanitaria brasilera. En 1988 con el advenimiento de la constitución ciudadana, la creación del Sistema Único de Salud (SUS) y la inclusión del enfoque de derechos humanos en la agenda política, las violaciones a los derechos de los portadores de trastornos mentales pasaron a ser sistemáticamente denunciadas, resultando en el cierre de diversos manicomios a partir de la década de los 90. Esta sucesión de acontecimientos concluye finalmente en la promulgación de la ley 10.216 (2001), reflejo de años de lucha por los derechos de esa población.
Desde la promulgación de la ley, varios psiquiátricos y/o manicomios fueron cerrados, reducidos de 250 mil a 30 mil a lo largo de los últimos 30 años. La Red de Atención Psicosocial (RAPS) pasó a ser implementada a través de la ampliación de dispositivos sustitutivos como el CAPS (Centro de Atención Psicosocial), CAPSad - Alcohol y Drogas, CAPS infantil, Servicios Residenciales Terapéuticos, Centros de Convivencia, Cooperativas de Trabajo. La propuesta de superación del modelo hospitalocéntrico por la RAPS, sigue la lógica del SUS y consiste en varios niveles de atención. La atención primaria en salud basada en la lógica territorial comunitaria es, teóricamente, la estrategia responsable por gran parte de la atención en salud de la población. Dependiendo de las demandas psicosociales de las personas, estas son encaminadas a otros niveles de atención especializados como los CAPS's, algunos de ellos de 24 horas. El modelo está constituido por un conjunto variado e integrado de profesionales y comprobadamente más humanizado y eficaz en lo que respecta a los gastos públicos en comparación con los anteriores modelos.
Sin embargo, después del impeachment a la presidenta Dilma Rousseff en 2016, la situación de la salud pública en Brasil, en específico de la RAPS, se volvió crítica. Es importante recordar que Dilma, en 2015 ya había entregado el ministerio de Salud para otro partido (que después fue uno de los más influyentes para su salida) en nombre de la gobernabilidad, lo que implicó el cambio en la coordinación de salud mental. Tal hecho culminó con la ocupación de la coordinación de salud mental (1) durante tres meses por integrantes de los movimientos antimanicomiales brasileros exigiendo la salida del primer coordinador en 20 años no vinculado a los movimientos antimanicomiales.
Pero los ataques más graves hacia la reforma psiquiátrica y el movimiento de la lucha antimanicomial ocurrieron en diciembre de 2017, con el desmantelamiento de diversas ordenanzas del SUS y de la RAPS y el cambio de política de salud mental del país hecha a puerta cerrada, sin el control social. Esto promovió reubicar los hospitales especializados en la red de atención psicosocial, atribuir el carácter de equipo de salud a comunidades terapéuticas, dirigiendo cantidades exorbitantes de recursos públicos a esas instituciones privadas. Este cambio de paradigma demuestra completamente lo contrario a la forma de desarrollar políticas de salud mental a lo largo de las últimas décadas de luchas y conquistas en Brasil y en el mundo.
En medio de esta coyuntura compleja y complicada, grupos de militancia todavía resisten e intentan construir perspectivas más allá de este desmantelamiento. La Asociación Brasileña de Salud Mental - ABRASME (1) - realizó en setiembre el 6º Congreso Brasileño de Salud Mental, como estrategia de resistencia a esos retrocesos y ataques; reuniendo a miles de usuarios, profesionales, estudiantes y simpatizantes para exigir avances en las políticas públicas que priorizan el cuidado en red y territorio, con plena ciudadanía. Además, la creación de la Red Latinoamericana de Derechos Humanos y Salud Mental es un marco para los movimientos latinoamericanos antimanicomiales, asociaciones y colectivos de usuario/as, personas en situación de calle, para mantenerse resistiendo y avanzando en estos campos.
Por último, a pesar de los cambios en las directrices de la política nacional de salud mental, hay sobrevivientes, trabajadores y demás actores que resisten y mantienen su forma de trabajo pautadas en los ideales de la reforma. Estos pueden ser considerados ejemplos de cómo los 30 años de reforma psiquiátrica cambiaron la cultura de la locura en Brasil en la defensa intransigente de sus derechos y de su ciudadanía.
*Daniel Fernando Fischer Lomonaco: Psicólogo y Magister en Salud Colectiva. Lucas de Carvalho de Amorim: Estudiante de Ciencias Sociales y presidente del I Foro de Salud Mental de la comunidad UFSC
Notas:
(1)Coordenação Geral de Saúde Mental, Álcool e Outras Drogas
(2) https://www.abrasme.org.br/
Referencias bibliográficas:
ARBEX, Daniela (1973). Holocausto Brasileiro. 1ª edição – São Paulo: Geração Editorial, 2013
ASSIS, Machado de. (1979) O Alienista. In: Obra Completa. Vol. II, Conto e Teatro. Organizada por Afrânio Coutinho, 4ª edição, ilustrada. Rio de Janeiro, Editora Nova Aguilar, p. 253-288.