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Hemisferio Izquierdo

"Ninguna mujer puede trabajar por la libre en ese sistema. Todo ello es imposible sin la cooper


Imagen: "Mujer que llora", Pablo Picasso

Hemisferio Izquierdo (HI): ¿Por qué decidiste investigar el tráfico de mujeres uruguayas hacia Italia en los 90? ¿Qué vinculación con el tema habías tenido hasta ese momento?

María Urruzola (MU): Dos o tres años antes de la denuncia de Milán (1992), yo había empezado a investigar el tema de la prostitución en Uruguay. Era un tema tabú, y por supuesto totalmente marginal para un semanario político de izquierda. También había abordado el tema del acoso sexual y del abuso hospitalario con jóvenes mujeres pobres. De alguna manera eran temas que involucraban a las más débiles dentro de los débiles. Investigando sobre la prostitución recibí testimonios de mujeres que viajaban a Italia, pero solo eran fragmentarios, y de mujeres que ya habían vuelto. Es decir: cuando me contactó un colega periodista de Italia para hablarme del juicio en Milán, yo sabía bastante del fenómeno, aunque ni la centésima parte de lo que luego encontré.

HI: ¿Qué relación estableciste con la policía italiana durante el desarrollo de tu investigación? ¿Y con “la joven de Milán”?

MU: La policía italiana (los Carabinieri) estaba viviendo en ese momento la misma transformación que está viviendo ahora la policía uruguaya, al deber investigar dirigida por fiscales. Al mismo tiempo que Italia había hecho una reforma judicial parecida a la nuestra actual, había creado un cuerpo especial de “policía judicial”. Con uno de esos equipos, que era reputado como uno de los mejores de Milán, fue que me encontré al llegar. Ese mismo año comenzó allí, en la misma ciudad y en el mismo Palacio de Justicia, la operación que terminaría siendo llamada “Mani Pulite”, dirigida por el fiscal Di Pietro, que en un efecto dominó terminaría con todo el sistema político tradicional de Italia.

El encuentro con la joven de Milán fue el encuentro de dos universos, o mejor dicho de dos mujeres jóvenes que vivían en dos universos totalmente ajenos. Seguramente fue también el encuentro de dos mujeres especiales, cada una en su estilo. Ella estaba desahuciada, y necesitaba imperiosamente una solución, y yo creía -y creo- que el periodismo es una forma de servicio social, y que lo periodistas no pueden no involucrase en los dramas que investigan. Frente a frente, y a solas, hicimos un pacto de confianza, que fue lo que hizo posible esa historia bastante poco probable.

HI: ¿Cómo operaban los proxenetas uruguayos en Italia? ¿De qué forma reclutaban a las mujeres acá? ¿Quiénes cooperaban con ellos para sacarlas del país?

MU: Las mujeres eran -y son- reclutadas en ciertos ambientes -clubes de deporte, carnaval, salas de baile de barrio, etc-, por hombres que se dedican a eso: reclutadores. En general el mecanismo es el “enamoramiento” y la promesa de una vida diferente, aún para aquellas que saben que deben ejercer la prostitución. Les venden que en Europa van a ganar fortunas, que son respetadas, y que en poco tiempo podrán ahorrar lo necesario para comprarse una casa o poner un negocio. Ese es el sueño. Esas mujeres son sacadas con etapas intermedias, y luego llevadas a ciudades en Europa donde quedan aisladas y esclavas de un sistema rígido, y en el que las calles son “territorios” en disputa entre las diferentes mafias (eslavos, del propio país, latinoamericanos) y sobre todo propiedad de los hombres. Ninguna mujer puede trabajar por la libre en ese sistema. Todo ello es imposible sin la cooperación de agentes de viaje, policías, abogados, funcionarios de migración, documentos falsos, etc.

HI: ¿Cuáles fueron los resultados del juicio? ¿Qué ocurrió con las mujeres que habían sido explotadas sexualmente? ¿Volviste a tener noticias al respecto?

MU: Hubo dos juicios: uno en Milán, en el que 21 uruguayos fueron condenados por proxenetismo y asociación para delinquir, a penas que fueron la más grave de 14 años y de allí para abajo. Todos ellos fueron liberados y algunos caminan por las calles de nuestra ciudad y festejan la victoria de su murga en el Carnaval. Las mujeres quedaron libradas a sí mismas, porque la prostitución no es delito ni en Uruguay ni en Italia, aunque supongo que en aquel momento rápidamente deben haber sido “encuadradas” por los proxenetas que sobrevivieron a la policía italiana. En Italia del año 92, cazar proxenetas uruguayos no era una tarea prestigiosa. El sistema judicial italiano tenía otras prioridades.

El juicio en Uruguay -iniciado a raíz de mi denuncia- concluyó con el procesamiento y posterior condena del jefe y subjefe de Interpol (por omisión a los deberes funcionales de su cargo), de Jorge Martinez, dueño de la agencia de viajes del mismo nombre (por asistencia a la asociación para delinquir), de dos proxenetas que hacían de reclutadores acá, y con el procesamiento y posterior sobreseimiento del abogado penalista Víctor Della Valle, que fue quien medió entre los proxenetas y la policía uruguaya de Interpol, para que -gracias a un pago de mucha plata- no enviara información a sus colegas de Italia.

HI: Luego de pasados más de veinte años de tu trabajo, ¿cómo ves el fenómeno de la trata de mujeres para fines de explotación sexual en el Uruguay actual?, ¿ha habido avances, retrocesos, continuidades?

MU: El fenómeno del tráfico de mujeres ha ido en aumento en el mundo entero, y Uruguay ha pasado de ser un país de exportación de mujeres a uno de recepción, tránsito y exportación (por acá pasan argentinas, y acá traen a salvadoreñas y peruanas, por ejemplo). Si bien al mismo tiempo el Estado ha tomado conciencia de la situación y ha firmado convenios internacionales y aprobado leyes nacionales de lucha contra el tráfico de personas, los recursos disponibles y las políticas implementadas siempre van detrás del fenómeno, que crece y muta más rápidamente. Creo que el principal avance ha sido cultural: la sociedad aceptó que eso existe, lo entendió y ya no se engaña al respecto, como sucedía hasta 1992, cuando se creía que el tráfico de mujeres era asunto de otros países (Puerto Rico, Brasil, Colombia).

* Periodista. Fue refugiada política durante diez años en Francia, donde comenzó su carrera en la agencia de noticias AFP, en el servicio para América Latina. Tras el regreso a Uruguay en 1985, trabajó durante catorce años en el semanario Brecha, y se especializó en periodismo de investigación y político. Colaboró en múltiples publicaciones nacionales y extranjeras, en espacios radiales y en programas de televisión. También hizo periodismo digital en el portal Montevideo.com y en la revista Antílope de Chile. Fue docente de la Escuela de Cine (ECU) de Cinemateca, en el área de investigación para documental. Su primer libro El Huevo de la Serpiente (1992), es una investigación periodística novelada y fue llevada al cine bajo el título “En la puta vida”. También fue llevado al cine un artículo suyo, Sólo una mujer (1988), bajo el título “La historia casi verdadera de Pepita la Pistolera”. Desde 2007 a 2010 fue Directora de Información y Comunicación del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay, y en 2010 Directora de Información y Comunicación de la IM.

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