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Pascual Muñoz

El impacto de la Revolución Rusa en el anarquismo uruguayo


Imagen: Noticia durante la "semana roja", Montevideo, agosto de 1918 (foto de archivo de Pascual Muñoz).

1. La ola Roja

La Revolución Rusa marcó sustancialmente la historia del siglo XX. Las economías europeas estaban devastadas por la gran guerra mundial, las poblaciones desgarradas por las millones de muertes en combate. El sistema capitalista, los gobiernos y los ejércitos vivían un gran desprestigio a causa de la tragedia. Eric Hosbawm, el conocido historiador birtánico señalará al respecto que;

“Las repercusiones de la revolución de octubre fueron mucho más profundas y generales que las de la revolución francesa, (...), las consecuencias prácticas de los sucesos de 1917 fueron mucho mayores y perdurables que las de 1789. La revolución de octubre originó el movimiento revolucionario de mayor alcance que ha conocido la historia moderna. (…) Una oleada revolucionaria barrió el planeta en los dos años siguientes a la revolución de octubre y las esperanzas de los bolcheviques, prestos para la batalla, no parecían irreales. «Vólker hort die Sígnale» («Pueblos, escuchad las señales») era el primer verso de la Internacional en alemán. Las señales llegaron, (...) se escucharon en todos los lugares donde existían movimientos obreros y socialistas, con independencia de su ideología, e incluso más allá. Hasta los trabajadores de las plantaciones de tabaco de Cuba, muy pocos de los cuales sabían dónde estaba Rusia, formaron «soviets».” [1]

El Rio de la Plata no fue ajeno al impacto revolucionario, y al igual que en el resto del mundo, las repercusiones más importantes que la Revolución Rusa provocó en el medio local, fue haber potenciado los movimientos revolucionarios existentes, y consolidar una división ideológica en el medio obrero y social.

2.América revolucionaria

En el Rio de Plata existía un movimiento obrero de una importante práctica revolucionaria. Inspirados en la vieja internacional bakuninista del siglo XIX la Federación Obrera Regional Argentina y la Federación Obrera Regional Uruguaya protagonizaron fuertes huelgas revolucionarias en los primeros años del siglo XX. En la Argentina, la brutal represión ejercida por el Estado con leyes de expulsión y estados de sitio, y la fragmentación de las fuerzas obreras en dos organizaciónes la FORA del V Congreso (anarquista) y la FORA del IX Congreso (sindicalista), hacían que el movimiento revolucionario no estuviera en su mejor momento. En el Uruguay, las políticas obreras impulsadas por el segundo gobierno de José Batlle y Ordoñez habían debilitado las fuerzas revolucionarias.

Sin embargo ese panorama comenzó a revertirse desde 1917. La difícil situación económica de la región exigía respuestas más precisas. En Uruguay, entre 1914 y 1920 el costo vital aumentó un 49% y el poder de compra se redujo en un 20% [2].

En Montevideo, concretamente, la violenta huelga del Cerro de 1916 donde murió un obrero en manos de la represión fue el comienzo de la reorganización revolucionaria [3]. El periódico anarquista “La Batalla” se puso la tarea al hombro y la Federación Obrera estuvo en pié cuando en mayo de 1917 la huelga general en solidaridad con los obreros firgoríficos del Cerro estalle en forma de guerra social [4]. En Buenos Aires, a su vez, una importante huelga de ferrocarriles recientemente adheridos a la F.O.R.A. anarquista, demuestra que las batallas revolucionarias no son parte del pasado.

El triunfo de la Revolución Rusa crea rápidas expectativas en un movimiento que buscaba ansiosamente una salida revolucionaria ante el alto incremento del costo de vida.

Desde un comienzo el periódico anarquista “La Batalla” de Montevideo, se hace eco de la revolución y pretende darle una aplicación a la realidad local, problematizando sobre la influencia de la revolución rusa en el resto de los países, acerca del rol de los anarquistas y las minorías revolucionarias, sobre la necesidad de aunar las fuerzas con objetivos revolucionarios y sobre la necesidad tener un periódico que se dedique enteramente a propagar la revolución rusa en el medio local, periódico que será sin duda “La Batalla.” [5]

En Argentina, el periódico anarquista “La Rebelión” de Rosario, dirigido por Enrique Garcia Thomas será el vocero del maximalismo [6] ruso dentro del anarquismo argentino. Con más mesura, toda la prensa anarquista en Argentina apoyará el proceso ruso en un primer momento.

Para fines de 1917, Montevideo vive un clima represivo. Se reprimió un mitin en la plaza Independencia y se apaleó a sus oradores, se clausuró el Centro Internacional de Estudios Sociales (el principal local anarquista de la época), se encarceló y expulsó del país a obreros arbitrariamente. Para La Batalla ésto demostraba los límites del obrerismo batllista “La ferocidad inaudita usada para con los trabajadores, por las soldadescas policiales y del ejército, reveló bien a las claras las consideraciones que los explotados les merecíamos a los gobernantes democráticos y obreristas del Uruguay.” [7]

Como en Argentina lo hará “La Rebelión” (y a partir de 1919 “Bandera Roja”), desde “La Batalla” se insiste en la necesidad de tener un programa revolucionario común, que sirva de orientación al accionar revolucionario. Y plantean la necesidad de planificación y preparación de una minoría revolucionaria que conduzca el proceso.

“Los acontecimientos actuales son concluyentes, y nos imponen un serio estudio sobre la manera en que debemos prepararnos, para conseguir de esta efervescencia, el mayor provecho en beneficio de la causa. (…) los pueblos no se encaminan de por sí solos a nuestras finalidades. Hay que orientarlos; hay que imponerlos de nuestros principios. Así es la presente realidad. (…) Somos la parte inteligente y orientadora de las multitudes; el grupo de explotados que surge rebelde en el seno proletario” [8].

Finalmente el asunto que resulta más llamativo a la distancia, fue la aceptación y justificación acerca de la necesidad de implantar una dictadura del proletariado para garantizar el triunfo revolucionario.

Por otra parte, el periódico anarquista “El Hombre” es más cauteloso a la hora de elaborar conclusiones sobre el proceso ruso. Considera que el programa revolucionario inmediato no es una cuestión de palabras sino que ya estaba en marcha, siendo los mitines y la agitación cotidiana que se realizaba. Que lo necesario era, en el plano económico tomar los campos y fabricas, en lo político: "que sea anulada toda situación de violencia por medio de la desorganización de toda fuerza y se considere como mayor delito las funciones de gobierno", distando bastante de la dictadura proletaria que los anarquistas de “La Batalla” pretenden comprender y asimilar.

“El Hombre” se opone, a su vez, a la idea de las minorías conductoras "los anarquistas, entonces, conociendo por la historia lo funesto de los caudillismos, los males aportados por las minorías inteligentes o audaces a los intereses de los pueblos, solo propician movimientos que tienen por significación la liberación de los hombres de todo yugo y principalmente del de esas minorías específicas que llaman gobierno"

Contraponiendo el rol de las minorías a la ofensiva de las mayorías decían; "la preparación específica de minorías inteligentes para remplazar a otras minorías ineptas, autoritarias y tiránicas, es un contrasentido desde el punto de vista anarquista." [9]

Para fines de 1917 ya se consolida el núcleo duro de la tendencia anarquista que apoyará e impulsará la revolución rusa y su necesaria aplicación en el medio local, pretendiendo la revisión de ciertos postulados teóricos del anarquismo, para aceptar así, transitoriamente una dictadura proletaria ejercida desde los gremios obreros para vencer por la fuerza al sistema imperante.

Se constituye el grupo Rusia Libre con dicha finalidad y “La Batalla” se convierte en el principal órgano de propaganda local a favor de la Revolución Rusa. El Centro de Estudios Sociales del Paso Molino y la Sociedad de Resistencia de Picapedreros y Anexos que allí sesiona hacen causa común con ambos grupos. Paralelamente, se vive en la región un aumento en la organización de los obreros de nacionalidad rusa, que por el manejo del idioma y su cercanía con las tierras revolucionarias parecen convertirse en los nuevos poseedores de la revolución. Éstos colectivos comienzan una serie de conferencias por los barrios, en teatros y plazas, y realizan actividades de financiamiento en conjunto con La Batalla y el Centro de Estudios del Paso Molino.

María Collazo, Juan Llorca, Joaquin Hucha, Fernando Robaina, son algunos de los activos y destacados militantes con una larga y aguerrida trayectoria en el movimiento que comienzan a replantear ciertos aspectos teóricos del anarquismo y la necesidad de adoptar ciertas prácticas efectivas del maximalismo ruso para garantizar la revolución en el plata.

Por el otro lado, desde el periódico “El Hombre” y el Centro de Estudios Sociales Labor y Ciencia, ubicado en la calle La Paz, otros tantos anarquistas con activa presencia en el movimiento como José “Tato” Lorenzo, Antonio Vidal, Esteban Noriega, Daniel Domínguez, Pascual Minotti, entre otros, cuestionan la efectividad de una dictadura proletaria como un atajo a la sociedad anarquista [10].

En Buenos Aires el panorama es similar, se discute el alcance o no de la Revolución Rusa, aunque en un primer momento todo el movimiento parece tener simpatías hacia el proceso, el prestigioso diario anarquista “La Protesta” señalaba;

“el maximalismo en Rusia no representa acabadamente al ideal anarquista; si bien soluciona muchos problemas sociales y pone en práctica parte del problema anarquista, no representa la integridad de la sociedad comunista anarquista (…) son, pues, los maximalistas los que deben aproximarse al anarquismo y no los anarquistas al maximalismo” [11]

Entre 1917 y 1919 todos los principales referentes anarquistas parecen apoyar la Revolución Rusa, "La dictadura del proletariado, primera consecuencia de la revolución social, instrumento de progreso que emplean los pueblos para destruir todos los anacronismos sociales y que servirá de base a una organización basada en el principio humano de la producción libre y el libre consumo". Dirá “La Protesta” aún en 1919. [12]

Recién en el periódico “La Obra” de abril de 1919 se leen las primeras críticas a la dictadura comunista publicándose una conferencia de Rodolfo González Pacheco. Desde diciembre de ese mismo año, Gonçalvez y Frerrer, importantes anarquistas pro revolución rusa, estarán al frente de la Federación Obrera Regional Argentina del Vº Congreso, de finalidad anarquista.

3. La potencialidad revolucionaria

La chispa revolucionaria encendida en Rusia correrá rápidamente por toda Europa y no tardará en llegar al Rio de la Plata, para potenciar una situación que ya era explosiva de por sí.

Diego Abad de Santillán, destacado anarquista del periódico “La Protesta” señalará tiempo después;

“Vino primero la revolución rusa, con la gran conmoción suscitada en todo el mundo por el gran acontecimiento, luego el fin de la guerra y la repercusión de los movimientos europeos, la caída de los imperios alemán y austríaco, la revolución en Hungría, la República de los Consejos de Baviera, la agjtación en Italia y en España. Todo eso repercutió vivamente en la Argentina y todo eso hizo de la F.O.R.A. del quinto congreso el centro de convergencia de las grandes masas.

La revolución rusa y el fin de la guerra despertaron aquí la fiebre de la organización; en pocos meses se levantaban sindicatos con millares y millares de asociados; el crecimiento era demasiado rápido y se estaba muy poco preparado para tanta y tan repentina afluencia.

No había gremio que no considerase como su deber primordial ir a la huelga en demanda de mejoras materiales y morales; se abusaba quizás de las huelgas, fruto de la conciencia que se tenía de la propia fuerza.” [13]

Para los anarquistas, la Revolución Rusa no era más que el comienzo, la señal de que la hora de la revolución social había llegado y solo era cuestión de arrebatarle el poder a las burguesías locales.

El 17 de marzo, primer aniversario de la Revolución que derrocó al Zar, se realiza una manifestación callejera internacional tanto en Buenos Aires como en Montevideo, en esta última ciudad concurrieron unas 3500 personas, se repartieron cincuenta mil volantes y se pegaron tres mil afiches por las calles. A la intensa agitación en los barrios obreros, ofreciendo conferencias en español y en Ruso que “La Batalla” y Rusia Libre venían realizando se planea intensificar la propaganda en el interior del país. [14]

Al poco tiempo la ola roja sacudirá Montevideo. En Agosto de 1918 se produce una violenta huelga general conocida como la “semana roja de Montevideo” [15], piquetes, tiroteos, tranvías incendiados, locales allanados, infinidad de huelguistas detenidos, explosión de petardos de dinamita y diversidad de sabotajes en distintos puntos de la ciudad fue la tónica de la misma. Se levantaron barricadas sobre la principal avenida de ciudad y dejó un saldo de al menos cuatro huelguistas muertos por balas policiales y dos policías muertos bajo el fuego de los huelguistas. [16]

Luego de la violenta huelga, y con la excusa de haber incautado una bomba y un supuesto plan terrorista, la policía realiza allanamientos y detenciones en varias locales obreros. El obrero Elias Molinoff y el conocido anarquista Salvador Denucio son detenidos, incautándosele una bomba al primero. Once rusos pertenecientes a la agrupación “Rusia Libre” que sesionaba en el Centro Internacional de Estudios Sociales, y se alojaban todos en la misma casa que Molinoff fueron detenidos, incautándoseles varios folletos y periódicos anarquistas. [17]

Denucio y Molinoff fueron duramente torturados, y se realizaron campañas por su liberación junto a la de otros presos sociales, siendo liberados a mediados de Octubre de ese mismo año por falta de pruebas. [18]

Sumada a la intensa agitación del grupo La Batalla y los picapedreros del Paso Molino se consolida en la Villa del Cerro la Federación Obrera Frigorífica, y la Asociación de Obreros Rusos que sesiona por la calle Chile ofreciendo conferencias con tribuna libre, clases de primaria para niños y adultos cinco días a la semana. A su vez, la agrupación Brisas Libertarias, también en el Cerro, edita el periódico “de combate” La Acción Obrera. [19]

En noviembre de 1918 una agrupación propone la creación de el soviet del Uruguay, para encaminar definitivamente la revolución social [20]. Desde “La Batalla” se celebra la iniciativa mientras que desde el “El Hombre” se la condena.

Las reuniones secretas, las conspiraciones y las alianzas están al orden del día.

El 19 de diciembre se realiza una asamblea en el Centro Internacional donde concurren unos 200 delegados obreros. Celestino Mibelli, Francisco Carreño, María Collazo, Liber Troitiño, Juan Moya, Pascual Minotti, los principales referentes obreros, anarquistas y socialistas se congregan a discutir un plan de agitación común.

Allí se acuerda que no alcanza con las reformas sociales, que es necesario vencer el capitalismo e implantar un régimen como el de Rusia. Y se conforma un Comité de nueve miembros integrado por tres anarquistas, tres socialistas y tres sindicalistas. [21]

La agitación era intensa, en el Cerro de Montevideo más de doscientas personas se congregan para proclamar la unión revolucionaria junto a los policías y soldados que se quieran unir para derrocar el capitalismo. En Peñarol, se realizó una intensa campaña para enviar propaganda en los ferrocarriles al interior del país, para así distraer las fuerzas del gobierno e impedir el traslado masivo de tropas a la capital. [22]

En una conferencia organizada en la Plaza Independencia dos días después de conformado el Comité, la policía irrumpió violentamente apaleando al publico y los oradores. Días más tarde, a la salida de un mitin en el Centro Internacional condenando la represión, se produjo un altercado entre María Collazo, su compañero Navarlaz, su hija Aurora y otros nueve compañeros. La policía quiso detener a “la Collazo” como se le decía, y eso provocó un forcejeo con un oficial herido de bala.

En los días siguientes se desató una represión total sobre el movimiento local, bajo la acusación de haber desbaratado un complot terrorista ruso y la conformación de soviets secretos. Se realizó una detención masiva de militantes, se allanaron los periódicos “La Batalla”, “El Hombre” y “La Acción Obrera”, se deportó varios obreros de nacionalidad rusa, se allanó el local del Centro Anarquista Cultura, deteniéndose a varios miembros del mismo, a varios miembros del Consejo Federal de la F.O.R.U., y a toda persona que se acercara a uno de los locales allanados. En la Villa del Cerro se asalta la casa de los obreros rusos se los apalea y se deporta a algunos provenientes de Buenos Aires. Ante esto el periódico “La Acción Obrera” recomendaba; “hay que dormir, pues, con el arma al brazo. Los tiempos son de lucha y por lo tanto se precisan nervios de acero y puños fuertes, como mazas, para hacer respetar por la fuerza nuestros derechos de hombres de trabajo, sino nos basta la fuerza de nuestra razón” [23]

Si la situación era tensa en la región uruguaya, del otro lado del río la situación será explosiva.

El clima que se vivirá entre diciembre de 1918 y los primeros meses de 1919 era de exaltación revolucionaria y pánico gubernamental.

En Rosario, una huelga de policías buscaba el apoyo de la Federación Obrera Local de tendencia anarquista y emitía el siguiente comunicado;

“Considerando que los agentes de policía pertenecen a la clase desposeída, cuyos intereses les son comunes, en adelante se abstendrán a intervenir en los conflictos entre el capital y el trabajo, y todo movimiento que tienda al bienestar y libertad del pueblo.” [24]

La ciudad de Rosario fue ocupada militarmente y la huelga fue ahogada en sangre con varios muertos y heridos, pero la sangre no trajo la tranquilidad. La prensa más conservadora de la argentina como The Review of the River Plate veía en estos sucesos el “comienzo de un soviet”, como los creados en la Rusia revolucionaria. La adhesión del gremio policial a las filas de los radicalizados gremios argentinos hacía recordar demasiado a la experiencia rusa.

En comunicación confidencial enviada el 28 de diciembre desde la Legación de la República Argentina en Montevideo dirigida al ministro de Relaciones Exteriores y al Ministro del Interior argentinos, el cónsul Carlos Estrada afirmaba:

“Sr Ministro; Desde que ocurrió la huelga del personal de Policía de la ciudad de Rosario se ha notado (...) intensa agitación entre el elemento obrera [sic] de esta, suscitada por cabecillas ácratas, entre los cuales predominan rusos y españoles.”

El gobierno uruguayo destituyó al personal español de la policía reemplazandolo por uruguayos, y vigila muy de cerca a los de nacionalidad rusa [25]. Como se ve, la paranoia en las esferas de los gobiernos y de las clases altas estaba instalada. Ya no solo los anarquistas estaban convencidos de que la revolución era inminente. Los socialistas se estaban radicalizando aceleradamente al igual que el conjunto de los obreros, y ahora, hasta la misma burguesía temía por su inminente caída.

Por si esto fuera poco, la huelga de metalúrgicos de los talleres Vasena en el barrio Pompeya de Buenos Aires desemboca en la mayor huelga general insurreccional que se hubiese producido hasta esa fecha en la Argentina. La huelga metalúrgica que se había originado a fines de diciembre derivo en un acelerado espiral de violencia entre los huelguistas y rompe huelgas que involucró a todo el barrio y la feroz represión desembocó en una huelga general salvaje durante la segunda semana de enero donde se contaron entre 400 y 700 muertos ante un poder policial desbordado e incapaz de contener la arremetida obrera.

La chispa revolucionaria se había disparado, y no había sido por obra de la organización obrera que no estaba en su mejor momento, sino que la chispa había explotado en la parte más difícil de obtener, la espontaneidad revolucionaria de las masas.

La F.O.R.A. del IXº Congreso de orientación sindicalista intentó encausar el conflicto y a pesar de acordar el levantamiento del mismo la huelga siguió en pié varios días más. La F.O.R.A. del Vº Congreso, de tendencia anarquista, dio amplio apoyo al movimiento y vio revitalizadas sus fuerzas y adherentes luego del mismo, pero no supo ni pudo encauzar la chispa insurreccional en un movimiento generalizado.

Por las calles de Buenos Aires y Montevideo circulaban de mano en mano boletines como el incautado por la policía de Montevideo denominado “¡Apresurate!”;

“Nuestro objeto es cargosear a los compañeros repetirle una y cien veces al oído de que es necesario cambiar de vida, de métodos de lucha, de forma de propaganda y adaptarlas a la época a las nuevas necesidades creadas por la gran revolución rusa.

(…) La acción de los revolucionarios, mientras no se haga la revolución es perseguir y eliminar sistemáticamente a los policías, jueces, a los periodistas mercenarios y a esos burgueses y política que mas se ensañan contra las ideas y los hombres revolucionarios.” [26]

Un año antes ya, en carta al jefe de policía de Montevideo un confidente le advierte; “La revolución rusa es el plato del día de todos los militantes del campo ácrata, los que confían en que no tardará la argentina en “oficiar la misa roja” (...) Los anarquistas de acá esperan caldear el ambiente para solidarizarse con la [revolución] internacional. (...) si el calor que produjera la hoguera revolucionaria argentina fuera mayor, el fuego llegaría a plegarse aquí.” [27]

La prensa argentina y uruguaya no dudó en calificar a la huelga de los talleres Vasena como un movimiento maximalista, tras la huelga, se desató una feroz represión, que al igual que la desatada semanas antes en Montevideo hablaba de un complot secreto maximalista, y la desarticulación de un soviet revolucionario con la detención de su presidente. [28]

La paranoia rusa se instala en la región. En Paraguay se realiza una severa vigilancia en los puertos impidiendo la entrada de rusos, en Chile se refuerzan los controles en las cordilleras para impedir el ingreso de rusos provenientes de Argentina. En Antofagasta se realiza una razzia con más de 80 detenidos acusados de constituir soviets. Para “La Protesta” de Buenos Aires, todos copian la formula del complot ruso que invento la policía de Montevideo en diciembre de 1918. [29]

En las esferas del gobierno uruguayo la paranoia estaba instalada, solo entre el 29 de diciembre y el 9 de enero se intercambiaron 62 telegramas entre consules, ministros y autoridades policiales. [30]

Desde Buenos Aires le informan al jefe de policía que desbarataron un complot en Mar del Plata, que los revolucionarios pueden provocar una revolución y es necesaria la intervención extranjera, recomendando la colocación de buques de guerra y controlar estrictamente los cruces de frontera. Las palabras del cónsul no dan lugar a confusión;“Sin piedad para nadie (...) Debemos combatir al terrorismo con el terror, y hacer su aplicación en la forma más terrorífica, aunque resulte mucho más fuerte el remedio que la enfermedad.” [31]

En marzo de 1919 asume en Montevideo el nuevo presidente de la República Baltasar Brum, en su discurso de asunción señalará;

“La conmoción producida por la gran guerra, que llegó a las entrañas del mundo, ha dejado un sedimento de malestar y de subversión en los principales países, acusado ya hasta en América por movimientos revolucionarios, (...) manifestaciones anárquicas incitadas por elementos exóticos, a impulsos morbosos de destrucción y de crimen que no podrían excusarse en países como el nuestro, donde el mejoramiento obrero constituye un de las mayores preocupaciones de los Poderes Públicos. Es necesario, entonces para poder defender bien a la sociedad, que las policías urbanas y rurales sean más aptas y tengan una organización más perfecta.” [32]

Desde “La Batalla” se hacia una llamado de atención; “imprescindible es un completo cambio de táctica, sustituyendo la misma propaganda doctrinaria y expositiva con que hemos venido teorizando, por las disposiciones prácticas e inmediatas de los hechos consumados(…) imprescindible es prorrogar todo tema y problema secundario y de detalle para consagrarse al objetivo primordial que es la Revolución.” [33]

La Federación Obrera desde un panfleto impreso convocaba así al primero de mayo de ese año;

“Los acontecimientos europeos, así lo exigen del resto del mundo. Basta de platonismo. Debemos los trabajadores prepararnos, organizarnos, armarnos, si se quiere, y reivindicar nuestros derechos por la fuerza de la razón” [34]

En Argentina, los anarco maximalistas contaban con referentes en el Consejo de la F.O.R.A. anarquista, desplegando una extensa propaganda con la fundación de “Bandera Roja”, un periódico de aparición diaria que trazó la convergencia entre anarquismo y bolchevismo. Luego de su primer mes, “Bandera Boja” fue clausurado y tres de sus responsables encarcelados y condenados a prisión. [35]

La efervescencia revolucionaria y la represión fue constante en el periodo y en la región, en Montevideo la manifestación del primero de mayo de 1919 dejó un policía muerto por las calles. En el invierno siguiente, la huelga marítima liderada por el socialista maximalista Eugenio Gómez desató la violencia en el puerto de Montevideo con varios obreros muertos,. Para finalizar 1919 se reeditan los allanamientos y las prisiones masivas en Montevideo, los locales asaltados e incluso la quema de libros. [36]

En Buenos Aires la F.O.R.A. anarquista liderada por los anarco maximalistas protagoniza una huelga de potencial revolucionario que termina con un allanamiento masivo de locales, incautación de bombas y obreros presos.

Pero los movimientos más grandes fueron sin duda los del Chaco y la Patagonia.

En la zona del Chaco argentino los anarquistas organizaron a los trabajadores forestales y la huelga se extendió como reguedero de pólvora. “El ejército procedió violentamente en marzo-abril de 1921, contra huelguistas, como si se tratase de someter un país enemigo. El saldo fue un conjunto de muertos y heridos y una buena cantidad de presos.” [37]

En la Patagonia la Sociedad de Resistencia de Rio Gallegos realizó una formidable huelga de peones que paralizó toda la zona imponiendose con un contundente triunfo. Las liga patronal agrupada en la Sociedad Rural inició una violenta campaña de escarmiento a los ex huelguistas lo que desembocó en una nueva huelga, la cual tomó ribetes insurreccionales con toma de estancias y rehenes. La Patagonia se convirtió en un autentico campo de batalla, el ejercito a cargo del teniente coronel Varela fusiló a todos los huelguistas que pudieron capturar aunque se entregaran pacíficamente, se habló de unos 1500 fusilados. [38]

Abad de Santillán, en su historia de la F.O.R.A señalaba;

“Fueron grandes movimientos en 1920 y 1921 los de los Ferrocarriles del Estado, los de la Patagonia, los de La Forestal. En todos se ha luchado bravamente. En los Ferrocarriles del Estado el abuso de la fuerza de la organización llevó fatalmente en las huelgas repetidas, y no siempre bien cimentadas, a un descalabro. En la Patagonia y en La Forestal se luchó con las armas en la mano contra la policía y contra el ejército. Tanto en el lejano Sur como en el Chaco santafecino, esos movimientos dejaron una huella imborrable” [39].

Fueron estos los estallidos revolucionarios más importantes que la Revolución Rusa potenció y le dio un contexto revolucionario favorable que hacía visible una revolución social en el medio local. Pero la efervescencia revolucionaria no duró mucho tiempo más y las energías revolucionarias parecen consumirse en la consolidación de tendencias ideológicas diferenciadas entre sí.

4. La división obrera

Las simpatías de los anarquistas por la Revolución Rusa se iban matizando con el paso del tiempo, pero el año 1921 marca un punto de infección. Las noticias llegadas desde Rusia fueron decisivas, los rumores sobre la represión a los anarquistas ucranianos, la represión de los marinos de Krontsdat, los anarquistas presos y los fusilamientos, estaban definiendo las posiciones de un bando u otro.

En Argentina dentro de la F.O.R.A. del Vo Congreso desde Enero de 1919 predominaban los anarquistas que simpatizaban con la dictadura proletaria como metodología revolucionaria para instaurar el comunismo. En Setiembre de 1920 la F.O.R.A. realiza un Congreso Extraordinario, donde cambia su denominación por “F.O.R.A. Comunista”, e incluso incluye en su logo una hoz y un martillo, y adhiere a la Internacional Roja fundada el en Moscú en Marzo de 1919. Entre otras resoluciones la F.O.R.A.-C. señala lo siguiente:

“El proletariado de la Región Argentina, reunido en el primer congreso extraordinario de la F.O.R.A. comunista con asistencia de los delegados de 220 sociedades adheridas y 56 autónomas, expresa su solidaridad hacia la revolución rusa y hacia todas las fuerzas revolucionarias que con tesón y energía tienden en su renovación incesante a la elevación moral y material de todos los trabajadores del mundo, y en especial modo hacia los anarquistas que en Rusia, como en todas partes, luchan por el triunfo de sus ideales, fuerza dinámica creadora y transformadora de todos los valores morales y sociales que impulsará a la humanidad en su marcha ascensional hacia el porvenir.” [40]

El periódico “La Antorcha”, comenzó a polemizar con la dictadura comunista desde sus primeras ediciones en 1921. El diario “La Protesta” lo hizo algún tiempo después, conformándose un importante bloque de anarquistas opuestos a dicha prédica.

Andreas Doeswijk en su trabajo sobre “los anarco-bolcheviques rioplatenses” ofrece una explicación;

“Los anarco sindicalistas y la F.O.R.A. quintista comenzaran a llevar adelante un programa de unidad sindical. A la cabeza de esa lucha se encontraba el militante agrarista José Vidal Mata y los portuarios, Sebastián Ferrer y Antonio Gonçalvez, y no hay duda de que se estaba luchando por una central muy semejante a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) de España, con la intención de abandonar el modelo sindical forista (exclusivamente anarquista) practicado desde comienzos del siglo y tan criticado por Luigi Fabbri, Neno Vasco, Malatesta y otros.

En cuanto a la última etapa del debate, desde mayo y agosto de 1921, comenzó a abrirse una nueva perspectiva cuando La Protesta y la F.O.R.A.-C (...), los anarquistas realizan una verdadera purga de anarco-dictadores, no tanto para defender la libertad contra la dictadura, sino para impedir la fusión de ambas centrales sindicales y preservar el modelo sindical anarco-comunista. Fue a partir de una reunión del 20 de Agosto de 1921 del Consejo Federal de la F.O.R.A.-C que La Protesta cambió de rumbo y comenzó su debate contra la Revolución Rusa, los bolcheviques del anarquismo y los comunistas. Desde esa fecha, los anarco-bolcheviques se dirigieron a la F.O.R.A. Sindicalista y, en marzo de 1922, serían los principales protagonistas de la creación de la Unión Sindical Argentina (USA), la que reunió gremios sindicalistas, anarquistas y autónomos. Las características principales de la USA fueron la práctica del modelo gremial anarco-sindical el estilo de la COB Brasilera y la CNT española.” [41]

Así el 20 de Agosto de 1921 en una reunión de delegados de la F.O.R.A.-C se “descalificó” a Jesús María Suarez, Sebastían Ferrer, Antonio A. Gonçalvez, Julio R. Barcos, Alejandro Alba, Enrique Garcia Thomas y Nemesio Canale. Todos importantes referentes gremiales y alineados en la tendencia pro dictadura. Se los acusa de haber conspirado a espaldas de la Federación con delegados rusos, junto a otras cuestiones, como ser la delegación de Tom Barker para participar como delegado de la F.O.R.A. en la fundación de la sindical roja en Moscú.

En Montevideo, varios de los anarquistas más destacados de la propaganda obrera montevideana, como ser María Collazo, Juan Llorca, Joaquín Hucha, Antonio Marzovillo, Roberto Cotelo, Ricardo Carril, Adrian Troitiño, entre otros, predican en las tribunas obreras en nombre de la F.O.R.U. y las distintas sociedades obreras la necesidad de ir hacia una dictadura proletaria como momento transitorio luego de realizada la revolución para encaminarse definitivamente a la anarquía.

En junio de 1921 el Consejo Federal realizó una reunión junto a varios de los oradores resolviendo que la propaganda a favor de la dictadura del proletariado iba en contra del art. 6º del pacto Federal, que sentenciaba que la organización obrera era “distinta y opuesta a toda organización política” [42]

El gremio de Picapedreros de Montevideo, envió una nota al Consejo Federal solicitando su renuncia, por haberse tomado resoluciones con personas ajenas a la Federación (entre ellas José Tato Lorenzo, redactor de “El Hombre”), por haber permanecido ya bastante tiempo en el Consejo y cobrar dinero por el trabajo realizado.

El tema se discutió en la siguiente asamblea, con 42 delegados presentes. Son los delegados del Calzado (Robaina), Sastres (Molina), y Picapedreros (Tronconi), quienes reprochan la actitud del Consejo Federal de prohibir la propaganda por la dictadura proletaria, y exigen se discuta este tema en la asamblea. Según el informe publicado en Solidaridad órgano de la F.O.R.U. “se encuentra la F.O.R.U. frente a un momento tal vez el más álgido de la lucha, cuando una agrupación hasta hace poco bastante allegada a este Consejo, se pone frente a la organización con el fin preconcebido de hacer desviar los principios del Pacto Federal”, dicha agrupación es claramente la editora del periódico La Batalla.

El debate se redime votando, ganando la moción de defender la postura del consejo Federal, cuando ya varios gremios que defendían la postura opuesta se habían retirado tras largas horas de debate, esto hace que el conflicto no se resuelva.

La Sociedad de Picapedreros de Montevideo se separó de la Federación, iniciándose así el proceso de ruptura. El Sindicato Único de la Aguja y el Sindicato de Artes Gráficas, los secundaron momentos después. La Revolución Rusa se atravesaba como una lanza por medio del movimiento obrero local. Esto provocó un efecto dominó y en pocos meses varios gremios se separaron de la Federación; Sociedad de Picapedreros de La Paz, y todas las secciones adheridas a la Federación Sudamericana de Picapedreros, Obreros electricistas, Marmoleros y Anexos, Pedregulleros Unidos de La Paz, Federación de los Frigoríficos, Conductores de Vehículos de Carga y Yeseros. [43]

La F.O.R.U. había programado un importante Congreso para octubre con un interesante temario [44] donde se discutirían todos los asuntos en polémica y se llegaría una acuerdo. Los gremios disidentes resuelven no acudir al congreso constituyendo el Comité Pro Unidad Proletaria, y ante esto, la F.O.R.U. posterga el Congreso.

El 13 de Diciembre se realiza una reunión entre ambas partes donde nuevamente las discusiones se alargaron hasta la madrugada, constiutuyéndose un nuevo Consejo Federal con los pocos gremios que permanecían, todos a favor de la dictadura proletaria. Este Federal no fue reconocido por los otros gremios, quienes retiraron los útiles y sellos del local del Centro Internacional e instalaron la secretaria en el local del sindicato del automóvil.

Según Azaretto perteneciente a la F.O.R.U. ortodoxa “querían apoderarse de la F.O.R.U. para imprimirle una orientación dictatorial y política” [45]. Entre las graves acusaciones que se realizaban, los anarquistas ortodoxos veían las manos del Partido Comunista detrás de muchas de las intrigas, como también acusaban a los “dictadores” de inventar gremios, para poder inclinar la balanza a su favor, y también de que muchos delegados ejercían su opinión personal y no la de la asamblea de su gremio.

Los anarquistas pro dictadura obrera, con su nuevo Consejo realizaron una reunión el 7 de enero donde se nombró como secretario general el anarquista “pro-dictadura” y luego comunista Leopoldo Sala.

Los entendimientos no se producen tras reiteradas instancias, a partir de entonces, se centraliza la organización no autorizándose la comunicación entre los gremios ni la solidaridad con los no adheridos sin autorización del Consejo Federal. La F.O.R.U. con sede en el sindicato del automóvil señala que no se aceptará ninguna propuesta de unión, sino que los sindicatos que lo deseen deben aceptar el Pacto Federal de la F.O.R.U. con su artículo 6º hasta un nuevo congreso.

Esta resolución fue tomada de muy mala manera por el Consejo Federal del Centro Internacional; “los elementos divisionistas están desenmascarados. Ellos son saboteadores de la unión y de la revolución obrera. ¡Guerra implacable a esa mala familia!” [46] se leía en el órgano de los obreros sastres. Así el 22 de Marzo se constituirá el Comité Pro Unidad Obrera (C.P.U.O.), al que ingresará la Federación Obrera Marítima poco tiempo después, ingresando así el Partido Comunista en las filas del movimiento obrero mayoritario.

5. La Unidad fragmentada

Expulsados los anarco bolcheviques de la F.O.R.A. anarquista en la Argentina, y frustrada la fusión de las dos federaciones obreras, igualmente se realizó el congreso de unidad entre éstos, los sindicalistas, los comunistas y los gremios autónomos conformando la Unión Sindical Argentina en 1922. La U.S.A. mantuvo la línea sindicalista de la F.O.R.A. En sus estatutos se expresó un fuerte anti capitalismo y anti politicismo prohibiendo que sus delegados y miembros del Comité Central puedan ser candidatos a ninguna función política, lo que ponía en un lugar muy incomodo a los comunistas. [47]

En Montevideo el proceso de división obrera iniciado en 1921 con la prohibición de la propaganda a favor de la dictadura proletaria, el retiro de los muebles de la F.O.R.U. y la posterior creación del C.P.U.O., culminó entre el 19 y el 23 de Setiembre de 1923 con el congreso obrero que fundó de la Unión Sindical Uruguaya.

Luego de los cuatro congresos de la F.O.R.U. (1905, 1906, 1911 y 1912), y después de once años sin que se realice otro, se celebra un nuevo Congreso Obrero. La U.S.U. es una clara escisión de la F.O.R.U. de los elementos anarco sindicalistas (simpatizantes de la revolución rusa) en alianza circunstancial y siempre conflictiva con los gremios influenciados por el Partido Comunista que toma el ejemplo de la Unión Sindical Argentina, (continuación de la F.O.R.A. del IXº Congreso).

La nueva Unión Sindical quedó formada por un clara mayoría anarco-sindicalista y una minoría comunista partidaria. Ya meses antes del congreso dos comisiones armaron dos propuestas de bases, una de la mayoría y otra de la minoría.

La mayoritaria será básicamente los estatutos de la U.S.U. y consistía en la destrucción del capitalismo -que se señalaba se encontraba en decadencia- como su objetivo, tomando en sus manos los trabajadores la administración y dirección de la producción. Se rechazaba todo contacto con partidos políticos, la participación en elecciones, postulando la acción directa y la dictadura proletaria implantada desde los sindicatos.

Organizativamente se mantendría el esquema de la F.O.R.U., creando federaciones locales en el interior donde existieran al menos tres gremios y de existir al menos tres federaciones locales se agruparían en federaciones departamentales. A nivel internacional se postulaba la neutralidad, ante las asociaciones internacionales existentes. [48]

Se contaron unas 63 organizaciones gremiales, de las cuales 9 no fueron admitidas por la comisión que controlaba las acreditaciones.

En el Congreso hubo dos temas que generaron mayor polémica entre ambos sectores durante las sesiones. El primero fue una moción presentada por los Picapedreros de La Paz y de Burgeño, la cual señalaba;

“El primer Congreso de Unidad del proletariado del Uruguay cree cumplir con un alto deber solidario enviando un fraternal y entusiasta saludo a la Rusia revolucionaria, en cuyo país supo el proletariado limar las cadenas de la esclavitud; y si bien no llegó a las más amplia liberación económica y política, debido a la falta de apoyo del proletariado internacional y a la vez por haber descuidado el mismo proletariado de Rusia su verdadera independencia, permitiendo la intromisión en la dirección de sus intereses a un partido político, este Congreso hace votos para que cuanto antes el proletariado moscovita -como el de todos los países en que triunfe la revolución social. Reaccione virilmente, tomando la total dirección de sus destinos y ejerciendo el contralor por medio de los sindicatos de producción, únicos organismos llamados a regir los destinos de toda la sociedad libre de productores.

Pero, al mismo tiempo que saluda al proletariado revolucionario, lanza su más formidable protesta contra los actuales mandatarios de Rusia, por la persecución sistemática de todos los hombres adversos al régimen llamado, por ironía, comunista, y que significa la pérdida de los valores morales que dieron prestigio a la revolución entre las masas populares de todos los países, persecuciones denunciadas ante el mundo revolucionario por los propios comunistas de la oposición obrera, que es la verdadera fracción revolucionaria dentro del Partido Comunista Ruso” [49]

La moción como se ve, era difícil de digerir para los delegados comunistas, la misma fue aprobada con 31 votos [50].

El otro asunto polémico fue la adhesión o no a la Internacional Roja, ganando la autonomía a las internacionales por 32 votos contra 20.

Finalizado el Congreso las bases de la mayoría fueron aprobadas por 38 votos contra 21.

Entre las resoluciones del congreso destacamos algunas de interés:

“1° Aceptar en su seno a los asalariados de todas las razas, nacionalidades y tendencias políticas, filosóficas y religiosas. Rechazar, en cambio, en forma absoluta todo contacto inteligencia o dirección de cualquier partido político y proclamar en todo momento la conveniencia de que todo el poder económico y político corresponda a los sindicatos”

“2° Rechazar por completo la acción electoral como medio de lucha, y aceptar y propagar, en cambio, la acción directa y revolucionaria como única arma de capacitación y emancipación”

Se menciona el propósito de mantener una constante relación entre federaciones locales y sindicales del Interior, realizar asiduo intercambio de delegaciones; canje de periódicos y manifiestos; creación de bibliotecas, y edición de folletos “y todo medio de publicidad oral y escrita que se considere eficaz para los fines que se persigue”

El Congreso fue sin duda un triunfo del anarco sindicalismo, así lo manifestó La Batalla;

"Apresurémonos a decir que este Congreso de unidad obrera ha sellado un magnífico y elocuente triunfo para las normas revolucionarias que se informan en la tendencia denominada anarco-sindicalista para diferenciarla del sindicalismo amarillo y del comunismo político electoral” [51]

6. Conclusiones

Como se adelantó en un comienzo, la Revolución Rusa actuó en el mundo y en la región como un potenciador de las energías revolucionaras del movimiento obrero y anarquista. En esos años se realizan las huelgas más violentas que se conocerán en varias décadas, se percibe una confianza revolucionaria y una paranoia en las esferas gubernamentales que se diluirán al comprobar que la revolución social no se había logrado propagar con éxito en el resto del continente europeo y el mundo.

Pero la puesta en práctica de una revolución social como la vivida en Rusia, puso en cuestionamiento varios aspectos teóricos del anarquismo regional con una presencia más que trascendente en el movimiento obrero. La necesidad de articular una minoría revolucionaria que lidere el proceso de ruptura con el sistema capitalista imperante y la aceptación de ciertas formas de dominación a través de una dictadura obrera chocaron fuertemente con la tradición anarquista de la región consolidando una división que atravesó todos los gremios obreros y todas las agrupaciones anarquistas del periodo.

* Pascual Muñoz es un historiador y escritor anarquista uruguayo. Además de artículos y ponencias sobre el tema, ha publicado los libros: "Antonio Loredo. Aletazos de tormenta. El anarquismo revolucionario a comienzos del siglo XX" (La Turba Ediciones, Montevideo, 2017); "Cultura obrera en el interior del Uruguay: Salto, Paysandú y Rocha (1918-1925)" (Lupita Ediciones, Montevideo, 2015); "Apuntes para una historia del Sindicato Único del Automóvil (1903-1965)" (Co-edición de La Turba Editores y SUATT, Montevideo, 2015); "La Primer Huelga General en el Uruguay. 23 de mayo de 1911" (La Turba Ediciones, Montevideo, 2011); "La vida anárquica de Florencia Sánchez" (La Turba Ediciones, Montevideo, 2010); "Francisco Ferrer i Guardia. Su vida. La pedagogía anarquista. Sus repercusiones en el Uruguay" (La Turba Ediciones, Montevideo, 2009).

Notas

1) Hobsbawm, Eric. “Historia del siglo XX” Crítica, Bs.As. 1998. Pág. 63, 73.

2) El Salario Real. Ministerio de Industrias. Imprenta Nacional. Montevideo, 1927. (En Lopez D'Alessandro, F. “La fundación del partido comunista y la división del anarquismo” Vintén, Montevideo, 1992. Pág. 17)

3) Muñoz, Pascual. “Huelga en los frigoríficos del Cerro 1916-1917, primera parte”, Tierra y Tempestad Nº12, Montevideo, Verano 2012. (https://laturbaediciones.files.wordpress.com/2010/03/numero-12_tyt-chico.pdf)

4) Muñoz, Pascual. “Huelga en los frigoríficos del Cerro. Segunda Parte. Guerra Social en el Cerro” Tierra y Tempestad Nº13 Otoño 2012. (https://drive.google.com/file/d/0B3jwypu7Jr7PelM0dUNueXVhdW8wZUZlQjNCeDNfZ252U0JN/edit)

5) La Batalla (Montevideo), Nº51, 10 de diciembre de 1917.

6) Maximalismo era la forma más común de denominar al proceso revolucionario ruso. La prensa acusaba de maximalista a toda huelga que fuera medianamente violenta. En la prensa obrera se discutía si los anarquistas eran macimalistas, o los maximalistas eran anarquistas, o si los socialistas eran o no maximalistas.

7) La Batalla (Montevideo), Nº47, 30 de octubre de 1917. “Libertades uruguayas”.

8) La Batalla (Montevideo), Nº57, 10 de febrero de 1918. “Las minorías”.

9) El Hombre (Montevideo), Nº60, 15 de diciembre de 1917. “El programa”

10) El Hombre (Montevideo), Nº65, 19 de enero de 1918.

11) La Protesta (Buenos Aires), 29 de enero de 1918.

12) La Protesta (Buenos Aires), 5 de marzo de 1919. “De la Revolución. La Dictadura del Proletariado.”

13) Abad de Santillán, Diego. “La FORA (Ideología y trayectoria del movimiento obrero revolucionario en la Argentina.)” Anarrés, Buenos Aires 2005, págs. 249-250.

14) La Batalla (Montevideo), Nº60 (15 de marzo de 1918) y Nº61 (30 de marzo de 1918).

15) Dicha huelga es mencionada así en; Despertar N°75 (Montevideo) Agosto [Setiembre] 1918. Y en el volante: “Trabajador: ¡Acuerdate!” (Panfleto del Centro Socialista de la 5a Sección, Montevideo), conservado en Ugo Fedelli Papers, Instituto de Historia Social (Amsterdam). Sin fecha de impresión posiblemente sea de noviembre de 1919.

16) Puede consultarse sobre el tema: Muñoz, Pascual. “La Semana Roja de Montevideo. Primera Parte” (Tierra y Tempestad Nº18 Primavera/Verano 2013-2014 Montevideo). Muñoz, Pascual “La Semana Roja de Montevideo. Segunda Parte” (Tierra y Tempestad Nº19, Montevideo Otoño 2014). Y Muñoz, P. “La Dinamita redentora. La Semana Roja de Montevideo tercera parte.” (Tierra y Tempestad Nº20, Montevideo Primavera 2014)

17) La Tribuna Popular (Montevideo), 16 de agosto de 1918.

18) La Batalla (Montevideo), Nº79, 20 de octubre de 1918.

19) La Acción Obrera (Montevideo), Nº1 (5 de noviembre de 1918) y Nº2 (21 de noviembre de 1918)

20) La Batalla (Montevideo), Nº83, 20 de noviembre de 1918.

21) El Plata (Montevideo), 21 de diciembre de 1918.

22) Archivo Virgilio Sampognaro. Caja 219, Carpeta 22, hojas 51-54 fechadas 25 de diciembre de 1918. Archivo General de la Nación.

23) La Acción Obrera (Montevideo), Nº6, 7 de febrero de 1919,

24) El manifiesto fue publicado en La Vanguardia (Buenos Aires) del 11 de Diciembre de 1918 y es reproducido por Horacio Silva en “Dias Rojos, Verano Negro” Anarrés, Buenos Aires, 2011, página 101.

25) “Circular Nº817 (confidencial)” Archivo General de la Nación (Argentina), legajo "Huelgas Varias - 1919 (Series Históricas II - leg. 31), la circular es citada íntegramente por Silva,2011:102). Agradezco a su vez enormemente a Horacio Silva el envío de una copia escaneada del original de la circular en cuestión.

26) “¡Apresurate!”, Archivo Virgilio Sampognaro. Archivo General de la Nación. Caja 219, carpeta 7, hoja 13.

27) Archivo Virgilio Sampognaro. Caja 216, Carpeta 22. Carta del 8 de enero de 1918.

28) Ver La Protesta (Buenos Aires), 21 de enero de 1919 y Bustelo Natalia, “A 100 años de la Revolución Rusa. Las izquierdas argentinas y las primeras noticias bolcheviques” en Todo es Historia (Buenos Aires), Nº597, 2017. (https://www.academia.edu/33806045/A_100_a%C3%B1os_de_la_Revoluci%C3%B3n_Rusa)

29) La Protesta (Buenos Aires), 29 de enero de 1919 y 5 de febrero de 19019 (“los “soviets” chilenos”)

30) Archivo Virgilio Sampognaro. Caja 219. Archivo General de la Nación.

31) Archivo Virgilio Sampognaro. Caja 219, carta fechada el 25 de febrero de 1919. Archivo General de la Nación.

32) https://parlamento.gub.uy/documentosyleyes/discursos/presidentes-rou/3869

33) La Batalla (Montevideo), Nº95, 14 de marzo de 1919.

34) Archivo Virgilio Sampognaro. Caja 219, Carpeta 7. (“Al proletariado de la República”. FORU 30 de abril de 1919.). Archivo General de la Nación.

35) Ver al respecto tanto Pittaluga, Roberto. “De profetas a demonios: Recepciones anarquistas de la Revolución Rusa (Argentina 1917-1924), Revista Sociohistórica, Nº11-12, Buenos Aires, 2001. (http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.3061/pr.3061.pdf) y Doeswijk, Andreas, L. “Los anarco bolcheviques rioplatenses”, Cedinci, Buenos Aires, 2013.

36) El Hombre (Montevideo), Nº152, 20 de setiembre de 1919.

37) Abad de Santillán, “Memorias 1897-1936” Planeta, Barcelona, 1977. Pág. 64.

38) La compleja batalla que se dio en la Patagonia argentina fue prolijamente estudiada por Osvaldo Bayer en “La Patagonia Rebelde”, Cuatro tomos.

39) Abad de Santillán, 2005:268

40) Abad de Santillán, 2005:246.

41) Doeswijk, 2013:61-62

42) Federación Obrera Regional Uruguaya. Acuedos del 3er Congreso Obrero en el Uruguay. Montevideo 1919. Tip Morales Hnos. (Biblioteca Nacional)

43) López, 1992:287

44) Publicado en Trabajo (Montevideo), Nº8, 23 de Setiembre de 1921.

45) Azaretto, Manuel. “El cenáculo de Judas” 1923 Pág.8

46) Despertar, Marzo de 1922, citado por López, 1992:261

47) Camarero, Hernán. “A la conquista de la clase obrera. (Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina. 1920.1925.) Siglo XXI, Buenos Aires, 2007, página 106.

48) Lopez D'Alessandro, 1992:269-270.

49) El Picapedrero (Montevideo) Nº58, Setiembre de 1923.

50) Justicia (Montevideo), 21 y 23 de Setiembre de 1923.

51) La Batalla (Montevideo) Nº329, 28 de Setiembre de 1923.

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