La solidaridad internacional del movimiento anarquista uruguayo se puso en marcha desde el inicio de la guerra de España, en 1936. A las pocas semanas de recibir las noticias del golpe de Estado, se organizó en Montevideo un Comité de Ayuda a las Milicias Obreras Españolas de la CNT y la FAI. A través de los sindicatos afines, se recolectó dinero y ropa y se realizaron eventos de diversa índole. Desde finales de 1936 y durante todo 1937, las publicaciones Studi Sociale y Esfuerzo editaron números especiales y donaron parte de sus ingresos. Los lazos que durante décadas habían unido a libertarios y libertarias de ambas orillas, permitieron también que un grupo de voluntarios anarquistas uruguayos viajaran a la península Ibérica llamados por el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo - Federación Anarquista Ibérica (CNT-FAI) -del que había una sede en Montevideo-, para realizar tareas de propaganda y comisariado político. A la vuelta de algunos de ellos, en mayo de 1938, se creó la sección Uruguaya de Solidaridad Internacional Antifacista (SIA), la que, por su carácter transnacional, probablemente fuera una de las organizaciones que más notoriedad obtuvo [1].
SIA fue una organización nacida en España el 27 de mayo de 1937 al amparo de la CNT, la FAI y la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias. Nació con el propósito de ser el contrapeso del Socorro Rojo Internacional, creado 15 años antes en la órbita de la Internacional Comunista. La construcción de una red de apoyo y ayuda en las filas anarquistas tras los recientes “Hechos de Mayo”, en los que militantes comunistas y anarquistas se enfrentaron en una “guerra dentro de la guerra”, se convirtió en una necesidad determinante para mantener la autonomía anarquista y ampliar la obra revolucionaria. Concebida inicialmente como un organismo de ayuda humanitaria, la SIA fue también un espacio ideológico de dimensiones internacionales y un frente de combate político contra el rol que ejercía Moscú. Con la S.I.A se organizaron brigadas compuestas por voluntarios, enfermeras y médicos que ofrecieron atención y transporte a los combatientes en el frente y en la retaguardia. Fueron creados cuatro hospitales para heridos de guerra mancomunados con la CNT, equipos médicos y de investigación para ayudar a las víctimas civiles de los bombardeos; se gestionaron lugares públicos para los combatientes y las víctimas (casas donde pernoctar, restaurantes populares o de milicianos…) y se distribuyeron alimentos y ropa. Una de las más destacadas figuras de la organización fue la profesora de Historia y anarquista Renée Lamberet (1901-1980).
Bajo su impulso se abrieron tres escuelas infantiles en Barcelona, dos hogares infantiles en Madrid, un jardín de infancia en Badalona y diversas colonias en el Masnou, Rabós, Cervera, Beguda, Esparreguera y Sabadell. La SIA tuvo presencia en países como Francia, Bélgica, Portugal, Reino Unido, Suecia, Holanda, Polonia, Marruecos, Palestina, Cuba, Canadá, Estados Unidos, Argentina, México, Chile, China, Japón, Australia o Honolulu, aunque el centro mundial de su atención residía en España [2].
En el caso uruguayo, aunque hasta el momento Luce Fabbri había sido la encargada de mantener la comunicación entre la CNT y la FAI y el movimiento anarquista uruguayo, su delicada salud y la falta de recursos humanos y económicos le impidieron organizar el embrión de la SIA en Uruguay. La llegada de Roberto Cotelo y José Gomensoro, dos de los voluntarios que habían regresado de España, será clave para retomar la iniciativa con mayor intensidad y empezar a constituir estructuras estables de apoyo.
Con el sobrante del dinero que Cotelo había llevado a España se hicieron en enero las primeras inversiones para armar la SIA. El primer resultado concreto es el Comité Sindical Pro Ayuda al Proletariado Español, que surgió como iniciativa de un grupo de militantes del movimiento obrero y como respuesta al acuerdo tomado por el Congreso Extraordinario de la Asociación Internacional del Trabajo, celebrado en París en diciembre de 1937. El Comité fue secundado por la Unión Sindical Uruguaya (USU) pero rechazado por la Federación Obrera Regional Uruguaya (FORU), que tampoco asistió al Congreso de París, mostrando su disconformidad con las decisiones que estaban tomando la cúpula de la CNT y la FAI. Su acto de presentación en sociedad se produjo en abril de 1938 [3].
La primera junta quedó compuesta por una heterogeneidad de perfiles políticos que iban del batllismo al nacionalismo y del anarquismo al socialismo. En ella se integraron el abogado libertario Hugo Fabbri Gilardoni, el pedagogo Antonio Grompone (fundador en 1949 del Instituto de Profesores Artigas), Héctor González Areosa, y Héctor Grauert, Vicente Basso Maglio, Armando Malet, José María Ferreiro, A. Montiel Ballesteros, Juan M. Magallanes, Tato Lorenzo, Carlos A. Pfeiff, Luis P. Romero, Volney Caprio y Carlos María Fosalba, además de los retornados Roberto Cotelo y José B. Gomensoro. Semanas después se suma Luce Fabbri y con ello se anuncia la creación de la Sección Uruguaya de la SIA:
Alentados por la eficacísima labor desplegada por la Sección Española, de la gran obra de ayuda y
socorro impartida en los frentes y retaguardia, abastecimientos, protección de los refugiados, atención a los heridos, guarderías de niños y maternidades, escuelas; acicateados por los trabajos de la Sección Francesa destinados al amparo de los proscriptos del fascismo, de las víctimas de su acción criminal; con el ejemplo del entusiasmo que Víctor Margueritte, Maurice Rostand, Marceau Pivert, Jouhaux y Sebastián Faure han puesto para levantar SIA al plano nacional e internacional de una verdadera acción de ayuda antifascista y por el propósito con que se creó en EEUU, los antifascistas del Uruguay también sentimos imperiosa necesidad de crear un organismo poderoso, de bases sólidas e inconmovibles, que realice aquí la labor que corresponda y atienda las vicisitudes de los luchadores dispersos por el mundo y en nuestro país, y para que estos puedan exigir solidaridad [4]
La creación de la sección uruguaya de la S.I.A coincidió con el final de la revista Esfuerzo, principal fuente de información del movimiento anarquista en esos años. El 15 de junio de 1938 se constituyó el Consejo General de la S.I.A uruguaya. A los que formaron la primera junta se añaden personalidades como el doctor en derecho Agustín Ruano Fournier (notorio militante en pro de la Extensión Universitaria), la poeta y pedagoga Luisa Luisi y su hermana, la doctora y feminista Paulina Luisi, el doctor Silio Yannicelli Praderi (miembro del Sindicato Médico Uruguayo y ministro de Sanidad en 1967), el periodista Wellington Andreoletti (fundador del diario El Nacional y el semanario Acción, ambos de corte antiimperialista), Omar Goyenola (futuro diputado por San José), Arturo Figueredo (futuro magistrado de la Suprema Corte de Justicia), el colorado Óscar Falchetti (periodista y futuro embajador uruguayo en Honduras), el reconocido artista plástico Leandro Castellanos Balparda, el profesor Salvador Fernández Correa, la docente y anarquista Inés «la negra» Güida, el director teatral Atahualpa del Cioppo, A. Pagés, Dora Wainstein, M.A. Brando, Octavio L. Acquarone, Lisandro Freire, Manuel Núñez y el profesor, político y ex brigadista internacional uruguayo Hugo Fernández Artucio.
Tras la constitución de este Consejo, se acordaron y se redactaron los propósitos que guiarían a la S.I.A en Uruguay:
Luchar en contra del fascismo y de todas las fuerzas que esclavizan a la humanidad.
Defender a los individuos de entidades antifascistas, de acuerdo a las posibilidades existentes en todos los terrenos que pueda abarcar la solidaridad.
Apoyar a los luchadores antifascistas o a las víctimas del fascismo proporcionándoles toda clase de ayuda: económica, sanitaria, instructiva y de defensa ante las autoridades policiales y judiciales.
Practicar el apoyo mutuo entre las organizaciones y entidades, tanto en los casos de guerra contra el fascismo como en los demás de defensa contra los enemigos de la libertad.
Sostener relaciones con todas aquellas personas y entidades afines de todo el mundo por mediación de la S.I.A, para establecer la común inteligencia en todo cuanto conduzca al logro de los fines de esta organización.
En setiembre de 1938 apareció el primer número de Órgano de Orientación e Información de la Sección Uruguaya de Solidaridad Internacional Antifascista, cuyo responsable de redacción fue José B. Gomensoro.
El nacimiento de la SIA uruguaya coincidió en el tiempo con el surgimiento de una organización similar pero de corte comunista, liderada por el Sindicato de la Construcción. Por su parte, el Comité Sindical pro ayuda al Proletariado Español dejó claro desde su inicio la voluntad de no interferir en el trabajo de las otras organizaciones, si bien se desmarcó de la iniciativa comunista y criticaba la ausencia de la FORU en el seno de dicho comité. En el último número de Esfuerzo podemos leer:
"Obreros del Uruguay:
Los gremios que integran este Comité, que ya han aportado sumas en efectivo a la CNT y a la UGT, que han trabajado modestamente en la humildad de su sentido y profundo idealismo solidario, quieren ahora levantar un movimiento de opinión y de ayuda propias, de clase, auténticamente obrero. De hermano a hermano. De corazón a corazón. Y hacer llegar su pan, su grito, su dinero, su caricia, su consuelo, su auxilio, directamente a los obreros que libran en el suelo ibérico la gran batalla contra el fascismo internacional.
¡Para salvar a España!
¡Para aplastar al fascismo!
¡Adelante! ¡Por la CNT y la UGT, hermanados en la sangre, en la muerte, en la lucha, en la victoria y en la revolución!
¡Viva la libertad!
¡Aplastemos al fascismo!
Comité Sindical pro ayuda al Proletariado Español" [5]
Mientras, el Partido Comunista y las organizaciones afines no desaprovecharon la oportunidad de hacer público su rechazo a la SIA. Desde las páginas de Justicia un texto anónimo arremetía contra Cotelo, la SIA y los anarquistas. La tensión entre unos y otros era el vivo reflejo de su relación en España.
A pesar del hostigamiento comunista y del creciente pesimismo con el que se vivía la guerra, Cotelo siguió firme en su propósito de reunir la máxima ayuda para las organizaciones afines. Sin embargo, las semanas pasaron y con ellas la convicción de una pronta victoria. Sus esfuerzos se dedicaron entonces a comenzar los trámites de un nueva iniciativa: una colonia de niños españoles refugiados en Uruguay. El proyecto, en la dividida realidad de la solidaridad uruguaya con la España vencida, nunca llegaría a ver la luz.
* Integrantes del proyecto de investigación "La columna uruguaya. Historia de los uruguayos en la guerra civil española": https://columnauruguaya.wordpress.com/ . Autores del libro "Papeles de plomo. Los voluntarios uruguayos en la Guerra civil española" (Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2017).
Notas
[1] Yanes, S., Marín, C y Cantabrana, M. (2017): Papeles de plomo. Los voluntarios uruguayos en la Guerra civil española. Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo.
[2] Cionini, V. (2011): “Solidarité Internationale Antifasciste, ou l’humanitaire au service des idées anarchistes”. Diacronie. Studi di Storia Contemporanea, 7.
[3] Volante del Comité Sindical Pro Ayuda al Proletariado Español. Archivo Luce Fabbri. Instituto Internacional de Historia Social, Ámsterdam (Holanda)
[4] Volante del Comité Sindical Pro Ayuda al Proletariado Español. Archivo Luce Fabbri. Instituto Internacional de Historia Social, Ámsterdam (Holanda)
[5] Esfuerzo, nº 14, mayo de 1938.