Imagen: El Observador, 29 de julio de 2001.
I.
El anarquismo es esencialmente ilegal.
Si bien, a través de la educación institucional y mediática se tiende a asociar el bien común con la legalidad, un análisis no muy profundo de la misma nos muestra como la legalidad defiende el bien común de los sectores económicamente poderosos, es decir, la defensa acérrima de la propiedad privada, de la explotación económica y de la institucionalización de las desigualdades sociales.
El movimiento anarquista, históricamente y a nivel global, busca, en su inmensa mayoría, el bienestar colectivo, y esto choca inevitablemente con la legalidad constituida.
II.
Repasemos brevemente los principios base del anarquismo, para ser claros en el planteo.
Podemos desglosar al anarquismo en tres esferas: política, económica y ética.
La primera implica el rechazo al Estado y toda forma de autoridad, representación tutelada, y todas las formas de dominación en la forma en que se manifiesten.
La económica, resumida en la máxima de Proudhon “la propiedad es un robo”, refiere a la necesidad de transformar las formas de producción y distribución de los bienes materiales de tal manera que satisfaga al conjunto de la población por igual y no genere privilegios.
Finalmente, la esfera ética, refiere a una coherencia necesaria entre el anti autoritarismo político, el socialismo económico y los medios, recursos y tácticas para conseguirlos.
En este sentido, cualquier actividad que se pueda proyectar en un sentido anárquico bordeará la ilegalidad en mayor o menor medida.
Por ejemplo: la recuperación de un espacio público, su limpieza y reacondicionamiento, y la utilización del mismo con un fin colectivo no lucrativo chocará, tarde o temprano, con la legítima propiedad del espacio abandonado, con las disposiciones municipales que regulan su uso, o con las posibilidades de obtener suministros de energía eléctrica y agua provenientes de servicios brindados o gestionados por el Estado.
La puesta en práctica de medidas de presión para obtener algunas mejoras en el relacionamiento social, como puede ser hacer una marcha, una ocupación o un paro, riñen con las disposiciones legales, los códigos de faltas, y la reglamentación laboral.
El simple planteo de una idea distinta, de su difusión a través de la propaganda callejera, a través de pintadas y/o afiches, puede ser utilizado como pretexto para la criminalización bajo rótulos tales como: sedición, incitación al delito, o alteración del orden público.
Un anarquismo que pretenda mantenerse dentro de los estrechos márgenes de la legalidad está destinado a morir tras alimentarse exclusivamente de su propio veneno.
III.
Si nos limitamos solo al siglo XXI, es decir desde el año 2000 hasta la actualidad, el anarquismo local ha desarrollado una actividad intensa. Pero, así como si miramos cien años atrás, la intensidad del anarquismo no debe buscarse en los colectivos anarquistas, sino en los gremios obreros que éstos integraban. En la actualidad debe verse el potente entramado de luchas horizontales, antiautoritarias y más o menos anticapitalistas en los movimientos sociales. Desde la coordinadora anti razzias hasta las ocupaciones estudiantiles, desde las radios comunitarias hasta las luchas contra los mega-proyectos extractivos, desde las quemas de cubiertas barriales hasta las ocupaciones sindicales, anarquistas y no anarquistas han ejercido una práctica de acción directa que muestra el potencial de los caminos no institucionales.
Pero a pesar de la vitalidad que el movimiento pueda tener, a la luz de la opinión pública solo emerge como forma de delito. En este sentido se expresaban lxs ocupantxs de La Solidaria luego del desalojo en marzo de 2017:
“Durante los 5 años que funcionó La Solidaria nunca fueron noticia ni su amplia biblioteca social, ni las diversas charlas y debates acerca de las distintas problemáticas que hoy afectan a la sociedad (patriarcado, megaproyectos, gentrificación, transformaciones sociales), ni los diversos talleres gratuitos que se desarrollaron. La Solidaria solo fue noticia en la crónica policial. Ya que tanto para el poder estatal-policial como para las empresas de comunicación, la autogestión y la auto-organización de la sociedad, no son más que delitos.”[1]
IV.
La represión es inherente a cualquier Estado. Primero, porque las leyes son injustas y hay una tendencia casi natural a quebrarlas. Segundo, porque ejerce toda una cadena de dominación y legitimación autoritaria que necesita un sujeto a reprimir para poder existir. Tercero, porque la represión provoca el temor en la sociedad y la cohesión social de aquellos que no quieren pertenecer al sector reprimido. En este sentido, a través de la historia, el anarquismo ha sufrido la represión estatal como una constante, como quien nada a contracorriente, sabiendo que la única manera de avanzar es lidiar con ese contratiempo.
Del otro lado de la frontera de la legalidad, el Estado no solo utilizará la fuerza pública, (policía ejército, etc.), para cuidar esa frontera y castigar con menor o mayor crueldad a quien intente desafiar la legalidad instituida. Utilizará la represión como un insumo más de control social. Como una advertencia, como una herramienta para causar terror en la población con lo que “podría pasar” si se hace tal o cual cosa. El Estado puede hacer un golpe represivo sin que siquiera exista un otro ilegal, simplemente creándolo, describiéndolo públicamente y reprimiéndolo despues.[2] En este sentido el Estado hace funcionar la falacia de la profecía auto-cumplida, ya que primero inventa el problema, luego se designa como único legitimo actor para solucionarlo, y finalmente expone la solución realizada –la represión, la judicialización- como prueba de su veracidad y de su éxito.
V.
El 27 de julio de 2001 se realizó una manifestación hacia la embajada italiana en Montevideo para repudiar el asesinato del activista italiano Carlo Guiliani en las manifestaciones anti globalización de Génova. Ésta será, seguramente, la primera vez en el siglo XXI, en que el anarquismo ocupara la primera plana de los diarios orientales.
En dicha manifestación un grafiti en la pared provocó la exaltación de un policía que desenfundó su arma contra los manifestantes, recibiendo varias piedras a cambio. El asunto suscitó la ira de la prensa que publicó alarmantes titulares sobre el peligro anarquista.
Un año más tarde, en la crisis del 2002, el Estado montó un espectáculo represivo para tapar el robo millonario de los amigos del presidente Batlle y la imposición de las medidas políticas de los bancos internacionales (el préstamo que “salvó” la economía nacional tenía como requisito para su aprobación el ser votado antes de su discusión). Allí el Estado realizó una razzia en una ciudad tranquila y vacía donde, salvo por algunos saqueos de supermercados en barrios periféricos, los helicópteros patrullaban el cielo generando una excepcionalidad que no era tal.
Y así, una frase como “si el hambre es ley, el saqueo es justicia”, pronunciada desde el micrófono de la radio comunitaria El Quijote FM en Colón, provocó un allanamiento y varias detenciones [3].
Tres años después, ya bajo los gobiernos de izquierda, la rotura de vidrios en una manifestación anticapitalista en Ciudad Vieja desata la ira de policías y periodistas, inaugurando el procesamiento con prisión por prácticas políticas desde el retorno a la democracia, una práctica que se seguirá manteniendo hasta la actualidad afianzando un sostenido proceso de criminalización y judicialización de la protesta [4].
El crimen consistió básicamente, al igual que en la marcha contra Bush en 2007,[5] en atacar comercios o locales que simbolizan el poder económico del capitalismo.
Si bien la represión del 2005 llamó la atención por su espectacularidad y brutalidad, generando un amplio rechazo a nivel social. Rápidamente el gobierno aprendió la lección y el policía bueno que había soñado Stirling, Ministro del Interior del segundo gobierno de Sanguinetti, fue logrado por el Frente Amplio. A partir de entonces serán los mismos militantes de izquierda, en muchos casos, quienes se encargaran públicamente de defender la represión, de señalar los elementos a reprimir y de cuidar la propiedad de las empresas comerciales en las manifestaciones callejeras para que no pueda si quiera ensuciarse su fachada.
Esto último no es una exageración, en la marcha del 14 de agosto de 2008, delegados de la organización encargados de la seguridad de la marcha tenían un mapa donde se marcaba con una “x” los Mc Donald’s y otros locales pasibles de ser atacados.
Los ejemplos son muchos, y las modalidades diversas. La prisión de David por enfrentar a los carneros un primero de mayo (práctica histórica a través de la cual el movimiento obrero logró la inmensa mayoría de sus conquistas)[6]. El increíble despliegue numérico de policías en la marcha que repudió el resultado del plebiscito contra la impunidad en 2009, o la represión a la marcha contra los mega-operativos en 2011[7].
Los intentos de desalojo de la solidaria en 2013, y la represión del 14[8] y 24 de agosto[9] de ese año, con razzias y procesados sin prisión, la brutal represión, y valiente resistencia, en el desalojo del CoDiCen en 2015[10]. O el desalojo de La Solidaria en 2017 con su posterior campaña mediática y procesamientos [11].
No es la idea enumerar ni analizar cada uno de los sucesos represivos sino simplemente sacar algunas conclusiones generales.
La primera conclusión evidente es la existencia de una continuidad represiva más allá del tinte político del gobierno. Y que puede evidenciarse en el mantenimiento en sus cargos -o el ascenso- de quienes dirigieron la represión del Hospital Filtro en 1994.
La segunda es, analizando cada uno de los sucesos represivos del periodo, la utilización de una táctica represiva que no demuestra un patrón de comportamiento uniforme sino que cambia en cada manifestación o suceso, ensayando un menor o mayor despliegue policial, una presencia completa o la ausencia de efectivos. La intimidación, la represión o el repliegue, variando estas tres formas menos por la consideración ideológica de los responsables que por las consecuencias político/electorales que puedan surgir del operativo. El tercer factor, y quizás un factor decisivo, es el de la búsqueda de la alarma pública a través de la manipulación de la información en los medios masivos. En este sentido la UNICOM se ha encargado de ser la principal proveedora de noticias para todos los medios de prensa masivos llegando a abastecer de más de la mitad de lo que difunden en estos supuestos medios periodísticos,[12]que no son en definitiva otra cosa más que una herramienta masiva de legitimación social de la represión. Algo que ha sido una constante en todos los casos mencionados – y en alguno más que queda al pasar- es la siguiente ecuación: a mayor alarma pública, más duro mecanismo represivo activado y más duro el fallo judicial.
En donde podemos ver otra constante es en la represión a las formas autónomas de organización y a las prácticas de lucha no institucionalizadas. La consolidación de una práctica anarquista por fuera de los canales institucionales del consenso democrático-capitalista es una amenaza y un mal ejemplo para el resto de la sociedad y esa es la explicación al por qué ese movimiento es continuamente reprimido en todas sus formas; ya sea en grupos o individuos abiertamente anarquistas, o en espacios donde las formas anárquicas priman sobre las de la delegación, representación y negociación, incluso aunque no estén definidos como anarquistas. En estos casos será el propio Estado –y los medios masivos- quienes tildaran de anarquistas a las organizaciones para justificar así el avance represivo [13]. El aparato entonces, que se articula para poder desarrollar el avance de la represión en todas sus formas, sería un aparato de tres patas, que funcionan de manera completamente independientes al color partidario de quien las acciona, esas patas son, el aparato coercitivo y sus cada vez mas aggiornados recursos tecnológicos, el poder judicial y sus reformas legales continuas, y los medios masivos y su trabajo incansable de legitimación de los procesos represivos y el control social.
Expuesto todo esto, es necesario entender entonces, que a la hora de emprender una práctica anarquista, autónoma, anticapitalista, que realmente sirva para socavar los pilares del sistema de dominación, y que no sea un simple ritual de autosatisfacción inofensivo, se debe dar por descontado que la represión estará presente. Se debe ser muy cuidadosx con unx mismx y sus compañerxs anticipando los golpes que inevitablemente se recibirán.
Necesariamente, a la hora de conformar un movimiento anticapitalista basado en la autonomía y la acción directa, aunque dicho movimiento no tenga -ni pretenda tener- una estructura organizativa rígida, se debe contar de antemano con el valor de la solidaridad como tejido vinculante entre todos los elementos del conjunto.
Cada suceso represivo debe ser respondido colectivamente. Más allá de las simpatías que se tenga con los represaliados y sus prácticas, toda persona que esté inmersa en la lucha, y sobre todo lxs que recién se involucran, deben saber que cuentan con el respaldo y el apoyo de un conjunto de personas. Y que esa solidaridad es esencial para que ningún represaliado se quiebre ante un interrogatorio policial. Esa solidaridad, en este territorio se ha demostrado una y otra vez. Existe y es real y por eso no ha habido un solo caso represivo en nuestro país que no haya sido acompañado por una fuerte campaña y una respuesta colectiva de apoyo.
Los movimientos sociales jamás podrán vencer a los Estados nacionales oponiendo una fuerza similar.
Los movimientos sociales cuentan con las redes que se tejen en la vida misma de la sociedad, y la solidaridad es una de los tejidos revolucionarios más difíciles de vencer, allí se expresa un potencial y se enriquece la integridad ética de cada compañerx.
Notas
[1] https://periodicoanarquia.wordpress.com/2017/05/14/a-raiz-del-desalojo-de-la-solidaria/ [2] El ejemplo de los sediciosos tan mentados en la actualidad – los cuatro de ciudad vieja en 2005, Fernando Masseilot en 2007, los del CODICEN en 2015- no es más que el espejo de los subversivos de los 70 y los terroristas de la vecina orilla o el primer mundo, y que tan ampliamente pueden abarcar a los comuneros mapuches como a los manifestantes catalanes o a los jóvenes musulmanes. [3] Quijote allanado y silenciado, S. Blixen, Brecha, 9 de agosto de 2002. [4] http://www.espectador.com/sociedad/55379/cuatro-procesados-por-sedicion [5] http://www.lr21.com.uy/politica/251730-procesan-con-prision-a-joven-que-provoco-disturbios-en-la-marcha- antiimperialista [6] http://www.180.com.uy/articulo/26119_Taxista-procesado-con-prision-por-agredir-a-una-colega [7] http://www.elobservador.com.uy/incidentes-marcha-contra-operativos-policiales-n202713 [8] http://www.elobservador.com.uy/encapuchados-piedras-y-balas-goma-marcha-los-martires-estudiantiles-n257514 [9] https://ladiaria.com.uy/articulo/2013/8/contra-inteligencia/ [10] http://www.elpais.com.uy/informacion/codicen-heridos-destrozos-varios-detenidos.html [11] http://www.montevideo.com.uy/contenido/Una-joven-procesada-por-incidentes-en-desalojo-de-La-Solidaria-339525 [12] http://brecha.com.uy/doblepensar/ [13] https://www.facebook.com/notes/coordinaci%C3%B3n-contra-monsanto-y-el-agronegocio/comunicado-de-prensa-ni-un-paso-atr%C3%A1s/569347240121836/