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Juan Pablo Martí*

Más allá de la RosKa ¿Podemos aprender algo de la experiencia del JUBIMPULSO?


Imagen: "Jeune fille devant le miroir" de Pablo Picasso.

El pasado 1 de agosto los colegas Juan Geymonat y Pablo Messina publicaron un muy interesante artículo en Hemisferio Izquierdo titulado “La RosKa y la Privatización Educativa”.[1] Como nos tienen acostumbrados Pablo y Juan presentan un sólido análisis respecto del financiamiento de algunas instituciones. Esta contribución está motivada por el trabajo por ellos presentado pero se quiere enfocar en otros aspectos del fenómeno analizado. Me propongo problematizar el tema de la gestión privada de los centros educativos y su significación. El objetivo es preguntarse si la experiencia de estos centros aporta a la búsqueda de respuestas para la educación pública.

No es novedoso: instituciones educativas públicas de gestión privada

Instituciones educativas públicas de gestión privada no son novedad. Algunas son financiadas por empresarios y empresas y otras son financiadas por el propio Estado. Los centros CAIF y los centros juveniles son ejemplos claros de instituciones educativas de gestión privada. Sin estos centros, administrados en algunos casos por asociaciones civiles y otros por cooperativas, difícilmente el Estado uruguayo podría haber ampliado la cobertura de protección a la infancia que actualmente tenemos. Entonces no es novedad. Tal vez la novedad la tengamos que buscar en la forma de financiamiento, el “mecenazgo” que se realiza por parte de empresas y empresarios que se acogen a beneficios fiscales. O tal vez tengamos que buscar la novedad en que desarrollan sus actividades en la educación formal.

Es justamente este desarrollar sus actividades en la educación formal que hace más interesante estudiar y analizar estas organizaciones para intentar buscar respuestas.

La EFICIENCIA del modelo JUBIMPULSO

No conozco en profundidad las experiencias educativas de estas instituciones públicas de gestión privada que llamaré de manera sintética JUBIMPULSO. Solo lateralmente y por amigos y conocidos que trabajan o han trabajado allí. Por esto mi visión no está exenta de prejuicios y tal vez esté influida por la “campaña de marketing” que acompaña estas instituciones. Pero algunas cosas nos aportan Messina y Geymonat.

Como los autores solo las mencionan al pasar, dejaré de lado las imputaciones respecto de las malas condiciones de trabajo y desvíos en el acto educativo que por sí solas merecerían la intervención del Ministerio de Educación y Cultura y del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Desconozco qué solidez tienen las denuncias y cuál ha sido la intervención de las autoridades. Solamente un comentario, también al pasar, sobre “el pago de salarios G°1 tanto a docentes que recién comienzan como a docentes de larga trayectoria”. Cualquiera que conozca la Universidad de la República sabrá que son muchos, muchísimos los docentes Gº1 de la Universidad de la República que estando muy mal pagos deben hacerse cargo de grupos contraviniendo el Estatuto del Personal Docente. Parece que en esto no solo el JUBIMPULSO estaría en falta.

También dejaré de lado el análisis respecto de los financiadores, vinculados a la derecha y a los sectores de alto poder adquisitivo. Messina y Geymonat muestran acertadamente que “Existe un conjunto de grupos nacionales, pertenecientes en su mayoría a familias de larga trayectoria empresarial que participan en la financiación de ambos emprendimientos (Jubilar e Impulso)”. Esto es incuestionable y sospecho que tienen buena parte de razón cuando afirman que, más allá de los beneficios fiscales que trae aparejado el apoyo a este tipo de propuestas, está detrás un proyecto programático hacia un determinado modelo de educativo.

Pero me gustaría detenerme en uno de los argumentos centrales del aporte de Geymonat y Messina. Este es respecto a la EFICIENCIA del gasto en el JUBIMPULSO en comparación con la educación pública. Evidentemente que el gasto por estudiante, tal como se muestra en el artículo es muy superior, hasta tres veces superior, y buena parte de este gasto es renuncia fiscal. Pero esto amerita al menos dos reflexiones. La primera refiere a un problema económico que imagino que Geymonat y Messina podrían desarrollar. Es de formación elemental en economía que los costos unitarios se relacionan con las economías de escala. ¿En qué medida es posible comparar estructuras de costos de cientos de miles de estudiantes con algunos cientos?

Pero aún cuando los costos unitarios sean diferentes me parece más interesante analizar cuál es el destino del gasto. ¿Cuál es la relación entre los resultados educativos y el mayor gasto por estudiante? Para ello hay que preguntarse: si se gasta más ¿en qué se gasta más? Tal vez los salarios docentes sean mejores y eso redunde en mejores resultados. En teoría, al menos, retribuir mejor a los docentes permitiría reclutar a los mejores y, aún cuando no sean los mejores, los docentes trabajarían mejor y más motivados por la remuneración. Tiendo a pensar que ninguna de estas cosas suceden: ni se paga más, ni se recluta a los mejores, ni los docentes están más motivados por las remuneraciones.

Otra posibilidad es que el mayor gasto por estudiante vaya destinado a otras inversiones que acompañan el acto educativo. Mejores condiciones de infraestructura, más cantidad de materiales, clases más pequeñas y con menos estudiantes, bibliotecas y multimedios más accesibles. Tampoco aquí me parece que esté la clave de los mejores resultados.

La EFICACIA debe estar socialmente determinada

Hablar de mejores resultados nos remite necesariamente a la pregunta por la EFICACIA. La eficacia refiere alcanzar los fines que una persona u organización se proponían. La eficiencia habitualmente se define como la relación entre los resultados obtenidos y los recursos utilizados. La eficacia debe estar socialmente determinada. ¿Qué objetivos debe proponerse una organización o una sociedad respecto de las instituciones educativas? Solo ellas mismas pueden establecerlo. El capitalismo busca hacernos creer que la eficacia es sinónimo de eficiencia, que cumplimos con los objetivos cuando lo hacemos de manera “económica”. No digo con esto que Messina y Geymonat nos hayan hecho un planteo “eficientista”. Propongo incorporar al análisis la pregunta por la eficacia.

¿Qué hace que un estudiante o su familia aspiren a entrar al JUBIMPULSO? ¿Por qué los resultados académicos son mucho mejores que en la educación pública de gestión pública? Tal vez estas preguntas nos ayuden a pensar en cómo salir de la “crisis educativa”.

La diferencia en los resultados es producto de diversos factores. Sería maniqueo atribuir a un solo factor el éxito o fracaso de un modelo educativo. ¿Es exclusivamente una cuestión de recursos? El pobre desempeño de la educación pública en los últimos 12 años con una muy superior asignación presupuestal nos induce a responder negativamente a esta pregunta. Algunos pueden sostener que el factor decisivo es la selección que hacen estos colegios al momento del reclutamiento.[2] Seguramente esto tenga mucha incidencia pero también podría llevarnos a afirmar que la clave de los mejores resultados educativos es contar con el apoyo de las familias. Para eso, los liceos públicos que deben atender a TODOS los estudiantes que les llegan sin hacer selección de ningún tipo, podrían pensar en cómo trabajar con las familias e involucrarlos en el proyecto educativo de sus hijos.

Desde mí acotada experiencia de más de 30 años como docente en la educación pública y privada tiendo a pensar que el tema de los recursos es central. Pero más allá de los recursos el factor decisivo es el proyecto educativo, la conformación de centro, la institucionalidad que se genera. Esto nos es nuevo dirán los lectores. No, no lo es. Esto es aceptado tanto desde la teoría como desde los actores del sistema educativo. Estaba presente hace más de 20 años en lo que proponía la discutida y polémica “Reforma Rama”. Eso ya se está haciendo en muchos centros educativos públicos dirán otros lectores. Si, también es cierto, ejemplos como el liceo de Maldonado o el de Nueva Helvecia son pruebas contundentes en este sentido. Pero si ya se sabe y ya se está haciendo, ¿por qué el sistema educativo público uruguayo es incapaz de generalizarlo?

Por el contrario, los centros educativos públicos no tienen margen de acción, no gestionan sus propios recursos, no pueden generar proyectos pedagógicos, están atados a contenidos prescriptos y grillas horarias uniformes. Tampoco, y esto es lo más importante, no inciden en el reclutamiento de los docentes y no docentes y tienen las manos atadas en términos de mantenimiento e infraestructura.[3]

Observar la experiencia del JUBIMPULSO y ver qué puede esta aportar a la mejora en la eficacia de la educación púbica es otra manera de ver el tema. En tiempos que se nos reclama apertura frente a la diversidad tal vez tengamos que ser capaces de abrirnos a la diversidad de experiencias educativas y ver qué podemos rescatar de cada una de ellas. No queremos defender un modelo de “privatización educativa” como bien dicen Messina y Geymonat. Por el contrario, me gustaría entender y aprender también de estas experiencias que obtienen buenos resultados en contextos críticos. Si queremos salir de la crisis de la educación pública tenemos que tener la inteligencia para mirarnos en todos los espejos. Sean estos Colonia, Finlandia e incluso el JUBIMPULSO. Todos ellos nos puedan ayudar a mostrar lo que somos y cómo podemos mejorar. La otra posibilidad es quedarnos mirándonos el umbiculus y seguir haciendo lo mismo que se viene haciendo hasta ahora para obtener los mismos resultados.

* Profesor del Programa de Historia Económica y Social de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República (juanpablo.marti@cienciassociales.edu.uy)

[1] Juan Geymonat y Pablo Messina: “La RosKa y la Privatización Educativa”, Separata: el quehacer educativo. La palabra de los docentes, Hemisferio Izquierdo, 1 de agosto de 2017. Disponible en: https://www.hemisferioizquierdo.uy/single-post/2017/08/01/La-RosKa-y-la-Privatizaci%C3%B3n-Educativa.

[2] Sobre la importancia de la segregación en los resultados educativos véase un muy interesante artículo también de Hemisferio Izquierdo, publicado por Soledad Roselli y Nicolás Machado: “Separados ¿pero iguales? La segregación educativa en Uruguay: un fenómeno fuera de agenda”, 2 de agosto de 2016. Disponible en: https://www.hemisferioizquierdo.uy/single-post/2016/08/02/Separados-%C2%BFpero-iguales-La-segregaci%C3%B3n-educativa-en-Uruguay-un-fen%C3%B3meno-fuera-de-agenda.

[3] Estas ideas son tomadas de la columna de Fernando Filgueira: “Las causas de las crisis (1)”, publicada en La Diaria el 16 de mayo de 2017. Disponible en: https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/5/las-causas-de-las-crisis-1/.

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