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Sabrina Álvarez* y Álvaro Sosa**

¿Un SUNCA clandestino? Pensando un sindicato en plena dictadura


Tapa de Boletín de la Com. Pro sindicato Único de la Construcción n.º 6. Febrero de 1984. Archivo Comisión de la Memoria del SUNCA.

El 7 de agosto de 2012 nació la Comisión de la Memoria del SUNCA (CMS), a través de ella el sindicato se propuso llevar adelante distintas acciones tendientes a “recuperar su historia”, en especial en el período de la última dictadura cívico-militar. A partir de allí este firmó un convenio con el Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos (CEIU-FHCE-UdelaR) para recibir apoyo técnico en la materia, conformándose un equipo de investigación dirigido por el Mag. Carlos Demasi e integrado por quienes presentamos este artículo.

El proceso de investigación ha tenido variadas particularidades y desafíos, las cuales han obligado al equipo a un ejercicio de permanente reflexión acerca de las prácticas llevadas adelante y los resultados obtenidos. Así, por un lado, nos enfrentamos con una serie de dificultades vinculadas con el abordaje de la temática desde el punto de vista metodológico-técnico; por otra parte, significó también una complejidad el propio hecho de describir y explicar el funcionamiento de un sindicato en clandestinidad.

Algunas de estas reflexiones son las que queremos compartir en este artículo, partiendo siempre de la base de que se trata de ideas primarias e hipótesis que deben ser profundizadas y, por ende, se encuentran siempre sujetas a revisión.

Investigadores interpelados

Varios fueron los resultados del proceso de investigación. En primer lugar se logró el acercamiento y ordenamiento de fuentes documentales hasta el momento dispersas, las cuales no sólo dan cuenta de la vida del SUNCA, sino también del movimiento sindical en general, de los trabajadores y de la industria de la construcción.

En segundo lugar, a partir de entrevistas realizadas a “militantes históricos” del sindicato se construyó un importante archivo oral, el cual da cuenta de la historia del SUNCA en diversos momentos, especialmente durante la dictadura. En esta instancia jugaron también un importante papel los miembros de la CMS, quienes se encargaron de establecer los contactos con aquellas personas a entrevistar.

A través de estas dos primeras instancias de identificación y construcción de fuentes se fue produciendo de forma relativamente espontánea una “bola de nieve” por la que el archivo comenzó a recibir nuevas donaciones documentales, a la vez que emergieron “otras voces” que no habían sido consideradas por los integrantes de la CMS.

En tercer lugar, el trabajo realizado y las formas en que se instrumentó su difusión[i] permitió a los investigadores el acercamiento detallado a la realidad del sindicato en un período sumamente complejo como lo fue la última dictadura cívico-militar[ii]. Esto llevó a problematizar el tema del funcionamiento de un sindicato en clandestinidad; a visualizar de modo exploratorio las distintas realidades de los militantes sindicales autoidentificados como “SUNCA” en el interior del país; y a profundizar en la estrecha relación que el gremio tejió con las cooperativas de vivienda por ayuda mutua.

Queremos destacar que abordar la historia del SUNCA en el período de la dictadura a partir de la elaboración de entrevistas y el procesamiento de los diversos testimonios que estos arrojan implicó, y seguramente seguirá implicando, un particular ejercicio de reflexión para valorarlos en su complejidad. Sobre todo considerando que, por un lado, para el estudio de algunas etapas de la dictadura fueron casi la única fuente; y por otro, porque entendemos que son una fuente muy valiosa para, sobre todo, rescatar experiencias, percepciones y construcciones de la memoria colectiva.

En este sentido hemos podido observar que ante el recuerdo de eventos traumáticos como los que vivieron los entrevistados (persecución, clandestinidad, encarcelamiento, exilio, etc.) se expresan en sus relatos formas distintas de “procesarlos” y resignificarlos. Identificamos esencialmente tres “mecanismos”: justificación, exageración y negación[iii].

La particularidad de esta experiencia nos ha llevado, por un mínimo de ética profesional y de empatía humana, a tomar una “posición de escucha”, por la que intentamos articular los objetivos de la investigación con la sensibilidad respecto del sujeto que se tiene frente, valorando el momento de realización de la entrevista como espacio de elaboración de esos hechos traumáticos desde una perspectiva humanista y democratizadora. Luego aparece el desafío de valorar la verosimilitud del testimonio: las contradicciones en el discurso, la contrastación con otras fuentes y, finalmente, el conocimiento de los hechos.

Haber trabajado desde el principio en conjunto con algunos de los protagonistas de los sucesos ha obligado a ir trazando un camino intermedio en el que, a pesar de que podemos cuestionar la completa verosimilitud de muchas de las construcciones de la realidad expresadas en los testimonios, las incorporamos en los productos de investigación destinados al público objetivo del proyecto (los trabajadores sindicalizados del sector) porque configuran parte de su identidad colectiva. Obviamente, por formación (¿deformación?) profesional reconocemos la importancia de la construcción histórica que supere a las memorias particulares, no porque estas no sean valiosas, sino porque a veces dificultan la elaboración de un relato colectivo que explique el desarrollo de los hechos pasados. En eso, no sin dificultades, hemos intentado contribuir.

El SUNCA clandestino

Uno de los principales problemas generados al momento de estudiar la acción del SUNCA en dictadura estribaba en dilucidar si durante el período de facto habían existido estructuras sindicales, o si quienes desde la clandestinidad actuaban en nombre de estas eran en realidad militantes de organizaciones políticas (vinculados o no con el sector de la construcción), también clandestinas, y no (exclusivamente) sindicalistas.

Esta pregunta tenía especial validez para el caso del período que abarca desde octubre de 1975 (cuando se inició la Operación Morgan que golpeó las estructura clandestinas del PCU, UJC y PVP, descabezando la dirigencia y gran parte de la militancia sindical) hasta 1981 (cuando comienza a ponerse en práctica la ley de asociaciones profesionales que permite cierto grado de reorganización gremial). Así los años 1975-1981 fueron los de más dura represión por parte del régimen, logrando este acorralar al movimiento sindical y a gran parte de su militancia.

En este contexto se han generado visiones que consideran prácticamente inexistente la presencia de organizaciones sindicales y lucha obrera más allá de aquellas instituciones que pudieron tener su local abierto y una acción legal. A su vez, según esta línea de razonamiento, si los sindicatos no podían reunirse regularmente, poseer una masa importante de militantes y un nivel de organización similar al de la democracia, no existían[iv].

Por otra parte, la mirada que busca reafirmar la presencia del movimiento sindical en dictadura plantea la existencia de acciones y movilizaciones similares a las que un sindicato podría hacer en legalidad (como «movilizar» a miles de trabajadores) o poseer direcciones de manera ininterrumpida que guíen a los obreros, coordinando a lo largo de todo el período y llegando a todos los lugares de trabajo[v].

La clave para dilucidar esta cuestión podría estar en pensar que un sindicato en clandestinidad no se organiza ni actúa de la misma forma que en la legalidad. Esto parece obvio, pero exige un especial ejercicio intelectual, ya que para valorar la acción de una organización sindical casi instintivamente nos planteamos como parámetros lo que conocemos y hemos naturalizado como su forma de actuar, o sea la manera en que esta se organiza y se mueve en legalidad: local sindical; funcionamiento a través de asambleas donde de manera permanente se consulta a los afiliados; existencia de una dirección y de trabajo de frentes o secretarías; planteo de reivindicaciones, especialmente de carácter laboral, que se articulan con un trabajo social y también una acción política; presencia pública a través de movilizaciones, paros y promoción de espacios de negociación con gobierno y patronales, etc.

Las organizaciones sindicales son pensadas para actuar en un marco de legalidad, y dentro de ella realizar reivindicaciones de tipo económico, social y político, de esta forma su estructura, funcionamiento, aparato de propaganda, etc. se articulan en ese marco. Es cierto que los sindicatos en el Uruguay venían de sufrir persecución durante el período autoritario (1968-1973), y que habían pasado por una etapa de semiclandestinidad (1973-1975), pero la situación que devino con posterioridad a octubre de 1975 exigió a las diferentes gremiales que conformaban el movimiento obrero uruguayo nuevas formas de organización y acción.

Cada sindicato actuó en la realidad que se le planteaba de acuerdo a las condiciones específicas en que se encontraba y al abanico de posibilidades que estas le abrían. En el caso del sindicato de la construcción, a partir de su disolución en octubre de 1974, este se vio obligado a reestructurar sus prácticas, ya fuera respecto a la forma de vincularse con los militantes y trabajadores del sector, como en lo que refiere a las posibilidades de realización de acciones reivindicativas.

Así, por un lado, se hizo sumamente dificultoso para el SUNCA coordinar de manera regular grandes acciones de lucha por motivos laborales, por lo que en general se intentó que cada centro de trabajo gestionara sus conflictos de acuerdo a su propia capacidad, entablando contactos directos con las direcciones empresariales u organismos gubernamentales, pero sin nombrar al sindicato. A su vez, en situaciones puntuales, cuando era posible, la dirección clandestina intentaba coordinar algunas acciones de apoyo.

A su vez, las prioridades del sindicato cambiaron y lo más importante pasó a ser la elaboración y distribución clandestina de material propagandístico, como ser el boletín sindical, volantes, declaraciones o pintadas. Más allá de las diversas denuncias puntuales que la propaganda realizaba, el fin más importante de esta fue atestiguar la existencia del SUNCA y su acción de resistencia, dándole esperanza al trabajador y rompiendo así con el aislamiento que la dictadura buscaba promover. Desde las sombras parece que se buscaba, de modo explícito o no, preservar la identidad sintetizada en la sigla “SUNCA”.

El otro eje central de la acción del sindicato clandestino fue la solidaridad con los detenidos y sus familias. Los presos dependían de la llegada de alimentos, ropa y materiales para las manualidades, a su vez, en muchos casos las familias vivían una situación desesperante a nivel económico. En este marco, lo que el sindicato clandestino pudiese recaudar y entregar a estos compañeros era vital.

Para poder materializar esta solidaridad, así como para asegurar la acción del sindicato, era necesario organizar un aparato de finanzas, el cual se transformó en la tercera actividad fundamental del SUNCA. Se realizaban cotizaciones en las obras, principalmente con la gente militante, también se organizaban pequeñas actividades como campeonatos de fútbol, venta de rifas, festivales, etc., donde se recaudaba dinero y luego se le hacía llegar a los familiares de los presos.

A su vez, la dictadura generó en el SUNCA la necesidad de recostarse y actuar en íntima relación con otras organizaciones legales o clandestinas que, por sus características, le permitieran potenciar la acción del sindicato: el PCU, la UJC y el movimiento cooperativista.

Respecto a la relación del SUNCA con los aparatos clandestinos del PCU y la UJC los vínculos eran estrechísimos, lo cual no significa que todos los militantes del mismo fueran comunistas ni que el SUNCA fuera en el período una extensión de la estructura partidaria. Pero sí el trabajo conjunto era claro, tanto así que en muchos casos los militantes del SUNCA clandestino lo eran también del PCU; muchas veces la propaganda del partido, el sindicato y la CNT eran elaboradas por las mismas personas y editadas en los mismo mimeógrafos, a su vez, también se usaban idénticos canales de distribución; finalmente, en muchos casos la orientación del SUNCA era muy similar a la orientación establecida por el PCU.

Otro punto de referencia para los sindicalistas de la época fueron las cooperativas de vivienda por ayuda mutua, pues muchas de ellas tenían una matriz sindical, destacándose, para el caso del gremio de la construcción, el COVISUNCA.

En las cooperativas encontraron refugio y trabajo militantes perseguidos por el régimen. En sus edificios en obra o en sus viviendas aún desocupadas se elaboró propaganda sindical y política, y se realizaron reuniones entre sindicalistas que llevaban adelante actividades clandestinas. Debido a que entre trabajadores contratados y cooperativistas hubo un alto porcentaje de presos, las cooperativas fueron un lugar desde donde se apuntaló la actividad de solidaridad para con ellos, elaborándose colectivamente los paquetes que los familiares llevaban a los penales, organizándose el apoyo material para aquellas familias con graves problemas económicos, y creándose “bolsas de horas de trabajo” para los presos y fondos solidarios para el pago de las cuotas de la cooperativa. Desde ellas se articularon actividades culturales, deportivas, recreativas, educativas, etc. que se interrelacionaban con la acción sindical y de resistencia en general. Finalmente, es de destacar que las propias características de las cooperativas de vivienda hacían necesario un ejercicio periódico de asambleas de cooperativistas, reuniones de obra, comités de trabajo, transformándolas en espacios de acción democrática y circulación de información en plena dictadura[vi].

A modo de cierre…

Luego de más de dos años de trabajo conjunto entre el SUNCA y el equipo de investigación de la FHCE no queda dudas de que los resultados han sido por demás auspiciosos.

Entre otras cosas, hoy el SUNCA cuenta con un rico y ordenado acervo archivístico; ha fortalecido sus instancias de formación con insumos generados a partir de la investigación realizada; se han promovido diversas actividades de “encuentro” con la historia en distintas zonas del interior, donde el equipo de la CMS y la FHCE ha arribado con el fin de realizar jornadas de entrevistas y recopilación de documentos; y ha publicado varios materiales de difusión parcial de los resultados del trabajo realizado.

Por otra parte, esta investigación significa una pequeña contribución a líneas de investigación sobre el movimiento sindical desarrolladas desde hace años por prestigiosos historiadores de la FHCE.

Respecto a los contenidos de la misma, consideramos potencialmente valiosas las reflexiones antes realizadas acerca de la acción del SUNCA en las etapas de más dura represión, lo que a su vez nos obliga a preguntarnos acerca de la acción del movimiento sindical en general durante ese período, llevándonos a reflexionar en torno a la necesidad de una profundización de su estudio y de una elaboración de propuestas cronológicas que tomen como base a las organizaciones sindicales y el mundo del trabajo durante la dictadura.

Finalmente, es de destacar que esta investigación, así como otras que se han desarrollado y se desarrollan en la FHCE, permiten posicionar al movimiento sindical como un protagonista de la historia nacional, como un sujeto de trascendencia y no como un mero espectador en los procesos históricos del país.

Notas:

[i] Como resultado del trabajo realizado ha quedado organizado un archivo con más de 1000 documentos, cerca de 100 entrevistas y numerosos libros que se encuentra físicamente en el local sindicato. Asimismo se publicaron los primeros cuatro fascículos de la serie “Construyendo resistencia. El SUNCA en la última dictadura (1973-1985)” y en poco tiempo verán la luz los tres restantes.

[ii] Existen trabajos específicos sobre la historia del SUNCA o del sector de la construcción pero que hacen tratamientos panorámicos de largo plazo. Ver: RODRIGUEZ LÓPEZ, J. TROBO, Carlos. “Construcción”. Proyección. Montevideo, 1989. RODRÍGUEZ, U. VISCONTI, S. “Albañiles. Esos obreros del andamio”. SUNCA. Montevideo, 2008. También hay trabajos que aportar testimonios vinculados con actores del sindicato en los trabajos de “autores anónimos” “Omar Paitta: héroe de la patria” (SUNCA. 2013) y “Gol al pueblo uruguayo”. Asimismo se pueden encontrar menciones en otros textos que tratan en general la situación del movimiento sindical uruguayo. Rodríguez, U. y otros (2006). El sindicalismo uruguayo. A 40 años del congreso de unificación. Montevideo: Taurus.De Giorgi, A. (2000). «El caso uruguayo», en De Giorgi, A. y Dominzaín, S., Respuestas sindícales en Chile y Uruguay bajo las dictaduras y en los inicios de la democracia. Montevideo: CSIC, Universidad de la República.Chagas, J., Tornarelli, M. (1991). El sindicalismo bajo la dictadura. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental.Bouzas, Carlos (s/f). La generación de Cuestas, s/m/dBottaro, J. (1985). 25 años del movimiento sindical uruguayo. Montevideo: ASU.

[iii] Este tema lo trabajamos con mayor detenimiento en una ponencia presentada en el VI Congreso Internacional de Historia Oral. (RELAHO-AHORA) en 2016. Para abordar estos asuntos consideramos los aportes de: CANDAU, Joel. Antropología de la memoria. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires, 2006. HALLWACHS, Maurice. La memoria colectiva. Prensas universitarias de Zaragoza. Zaragoza, 2004. JELIN, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Siglo XXI editores. Buenos Aires, 2002. LA CAPRA, Dominick. Escribir la historia, escribir el trauma. 1° ed. Nueva Visión. Buenos Aires, 2005. SARLO, Beatriz. Tiempo pasado. Cutura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión. Siglo XXI Argentina. 2012. VIÑAR, Maren. VIÑAR, Marcelo. Fracturas de memoria. Crónicas para una memoria por venir. Ediciones Trilce. Montevideo, 1993.

[iv] Ver entrevista a Víctor Semproni, citada en Di Giorgi, A., Dominzaín, S., Respuestas sindicales en Chile y Uruguay bajo la dictadura y en los inicios de la democratización. Montevideo: UDELAR-CSIC, p. 107.

[v] Ver “Solo la lucha unida y enérgica de todo el pueblo decidirá la victoria”, Estudios No. 75, abril 1980, p. 2; Toledo, Juan A, “Apuntes para una historia que habría que escribir”, Estudios No. 100, noviembre 1987, p. 76.

[vi] Para esta sección se utilizó información recabada en entrevistas a Gustavo González 4/1/2014, Carlos Telechea. 2/3/2014, Carlos Caballero 20/3/2014, Enrique Núñez 3/4/2014 y Eduardo Barbas 11/4/2014.

* Lic. en Ciencias Históricas (FHCE-UdelaR). Maestranda en Ciencias Humanas, opción Historia Rioplatense (FHCE) con beca de la Comisión Académica de Posgrados (CAP-UdelaR). Ayudante del Departamento de Historiologia (Instituto de Historia-FHCE). Ayudante del Convenio SUNCA-UdelaR.

**Profesor de Historia (IPA). Magister en Ciencias Humanas, opción Estudios Latinoamericanos (FHCE). Estudiante del Doctorado en Historia (FHCE). Investigador en proyectos radicados en el Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos (CEIU-FHCE) y el Departamento de Historia del Uruguay (FHCE).

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