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Con dos anécdotas y seis lecciones de política económica se puede visualizar que las empresas públicas pueden contribuir a motorizar emprendimientos económicos que sustituyan importaciones, agreguen más valor a nivel local y redunden en mejores servicios para los hogares uruguayos. No obstante, mientras prime el modo de producción capitalista, todos sus aportes se verán menguados por la acumulación de ganancias del capital y sus estragos.
Primera anécdota: Corría el año 1993. En ese entonces, podían verse obreros de la construcción mangueando para la olla. Se había dejado atrás la negociación colectiva por el gobierno de Luis Alberto Lacalle y el SUNCA se lanzó a una heroica huelga de 83 largos y hambrientos días. Lograron seguir con convenio. Cuentan los más veteranos, que las principales actividades en torno a la huelga se dieron en las obras grandes. Entre ellas, el Shopping de Tres Cruces.
Más acá en el tiempo, vengo a enterarme que entre Matilde Pacheco y Teniente Rinaldi hay un asentamiento irregular, llamado 21 de Febrero y un complejo habitacional llamado “Nuevo Tres Cruces”. Me pareció un nombre de lo más desatinado, ya que conozco bien la zona. Preguntando, resulta que para concretar la construcción del Shopping de Tres Cruces, aquel que se ocupó en el 93 y se inauguró en el 94, perteneciente al Grupo Lecueder, expropiaron varios hogares en esa zona céntrica y fueron realojados a la periferia. Me acordé de aquel viejo análisis de Federico Engels sobre “la cuestión de la vivienda” en el que sugería que el capitalismo no resuelve el problema de la vivienda, sino que “lo cambia de lugar”.
Leyendo Periscopio, un periódico de la zona, me entero que en el Nuevo Tres Cruces viven Karen y Gladis. Karen, tiene 35 años, es dueña de casa, y vive con otras 10 personas: su pareja, una amiga, sus siete hijos y dos más de su amiga. Gladis, de 66 años de edad, es “fundadora” del complejo. Ambas, constituyen núcleos de las más de 90 familias que están colgadas a la red eléctrica en el lugar. Lejos de energía “gratis” tienen riesgos de accidentes graves, viven con cortes de luz y baja tensión. Además, las más de las veces, se les queman los electrodomésticos por problemas técnicos asociados a la tensión baja e intermitente y tienen que hacer un esfuerzo enorme para comprarse otros. Ambas, como las otras 90 familias, quieren pagar la electricidad. Desde UTE, se está intentando actualmente regularizar la conexión. Para ello, se está discutiendo si poner o no una nueva sub-estación eléctrica, utilizar un esquema tarifario más barato y además, realizar talleres de formación. Todo esto financiado por UTE, empresa pública de electricidad.
Lección uno. Los grandes niveles de electrificación del Uruguay, más allá de sus límites, son impensables si no fuera por la existencia, desde el año 1912 de una empresa pública (UTE) que tenía entre sus objetivos centrales electrificar la totalidad de los hogares. Tirar líneas de cableado al medio de campo o llevarlo a 90 familias entre Matilde Pacheco y Teniente Rinaldi, buscando facilidades, es casi impensable si se está ante una empresa capitalista cuyo principal propósito es “maximizar ganancias”.
Lección dos. La acumulación de capital, conlleva una pauperización relativa y absoluta de un contingente no despreciable de familias trabajadoras y una particular urbanización que forma asentamientos, que segrega, que desplaza geográficamente a los sectores más pauperizados. El capital privatiza sus ganancias y socializa las pérdidas asociadas al desplazamiento. En este caso, lo que implicó irse desde una zona céntrica como donde está Tres Cruces hasta Pacheco y Rinaldi, ha sido una concentración de la pobreza que, implica mayores desplazos para trámites e ir a trabajar y menor acceso a servicios públicos, que para llegar hasta allí deberán ser financiada por todos, vía UTE, OSE, Antel, etcétera.
Segunda anécdota: Corría el año 1977. Dictadura. Se decreta la “ley de electricidad”. En ella, se permite que existan generadores privados de energía, cosa prohibida hasta entonces, ya que UTE era monopólica en los hechos y en el Derecho. Además, se prohíbe que existan tarifas por consideraciones sociales. A partir de ahora, será exclusivamente atendiendo a los “costos marginales”. Triunfo político de la ideología neoliberal llevado a las tarifas públicas.
Recién a partir de 1986 y tras haber sido UTE objeto de una re-estructura, ideada por una consultora canadiense, se modificó el pliego tarifario. Los antiguos “suscriptores” del “Ente Autónomo” pasan a ser “clientes” de la “Empresa Pública”. Aparecen distintos tipos de tarifas según tensión, potencia y tipo de cliente. En los 90s, mientras se encarecen las tarifas a los hogares, se abaratan las tarifas a los Grandes Consumidores. Además, se vota el Marco Regulatorio y empiezan lenta y paulatinamente a surgir generadores privados.
Con el advenimiento del progresismo y el diseño de programa de largo plazo de Política Energética 2005-2030 se prevé la modificación de la matriz energética. Romper con la dependencia petrolera es absolutamente necesario (aunque francamente muy complejo) y se pretendió avanzar fuerte, veloz y decididamente hacia las energías renovables. La decisión tenía varios aciertos, aunque un pequeño gran detalle: teniendo UTE las condiciones financieras para hacerse cargo del conjunto de los parques eólicos, se optó por favorecer con líneas de financiamiento del BID, exoneraciones tributarias y beneficios contractuales por demás generosos para la generación con parques eólicos pertenecientes a grandes grupos de poder económico, locales y transnacionales.
“Para muestra basta un botón”, dicen. El caso de los Fernández, dueños de la ex-Fripur reúne toda la clase de peligros que acechan a UTE, que se encuentra “rodeada” por la clase dominante. Fripur, como Gran Consumidor, pagaba el precio de la Tarifa a la mitad de que lo paga “doña María y don José”. Así y todo, debían unos 500 mil dólares a UTE. No obstante, UTE le paga unos 4,5 millones de dólares al año por Kentilux S.A., la empresa del mismo grupo económico que se maneja en el rubro energético. Así funciona el mercado eléctrico para buena parte de la burguesía: compran barato como grandes consumidores, venden caro y con renta asegurada como generadores privados. Con estas reglas de juego, UTE queda rehén de la burguesía.
Lección tres: si bien es moneda corriente entre los economistas liberales arremeter contra la sustitución de importaciones, el desarrollo de las energías renovables en biomasa o eólica son una demostración de cómo puede realizarse en forma eficiente la sustitución de una importación muy importante como el petróleo. Hoy, en el entorno del 25% de la generación eléctrica se realiza con estas fuentes.
Lección cuatro: cuando se argumenta que las empresas públicas “entorpecen” el sector privado se comete una falacia gigantesca. El Estado Uruguayo, y en particular UTE, facilitaron vía impositiva, vía líneas de financiamiento con el BID, vía contratos regulares, incluso garantizando el pago de energía aunque no se vuelque a la red para fomentar el desarrollo de emprendimientos privados asociados al cambio de matriz energética. Por lo tanto, las empresas públicas facilitan muchas veces la acumulación de capital. Incluso, hay países que se presentan como el ejemplo de manual de texto del liberalismo y el fomento a la “iniciativa privada” como Taiwán donde el 22% de la producción es vía empresas públicas y el 85% de las viviendas son construidas por el Estado.
Lección cinco: UTE está siendo acechada por grandes grupos de poder económico. La lógica de hacer operar a las empresas públicas como “locomotoras del desarrollo” las hace peligrar ante el capitalismo de rapiña. Se reparte el negocio de la generación eléctrica de forma tal que la parte más rentable se la llevan los capitales privados. La menos rentable, utilizando energías fósiles cuando sea necesario, garantizando el abastecimiento de la demanda, la hace UTE. Los privados no corren riesgos, nuestra empresa eléctrica les garantiza renta por contratos previamente establecidos. Los riesgos van a cuenta de UTE. O sea, UTE “cría los cuervos que le arrancarán los ojos”.
Lección seis: en un contexto de ajuste como el actual, se ha optado por aumentar el precio de las tarifas, con su corolario inflacionario. No en vano, se levantó el “gatillo inflacionario” de las pautas salariales de 10 a 12 puntos de IPC, previendo los ajustes tarifarios. Pretender que los beneficios se vuelquen a rentas generales, hace que el aumento en eficiencia no redunde ni en tarifas más baratas ni en una política de desarrollo impulsada por las empresas públicas. De esta forma, los trabajadores no logran ver así los beneficios potenciales de tener empresas públicas mientras que el capital, sigue llevándose su tajada con los contratos leoninos preestablecidos, estructuras tarifarias favorables y beneficios fiscales.
En suma, la defensa de la empresa pública es vital para poder mantener ciertos logros en nuestro país como el alto nivel de electrificación. De todos modos, su potencial contribución al desarrollo, sino se acompaña de un horizonte que se proponga la necesaria superación del modo de producción capitalista, no hay UTE que aguante.
* Publicado originalmente en el semanario El Popular (22/07/2016). Reproducimos con permiso.
** Profesor de Economía de América Latina y Economía del Uruguay. Integrante de la Cooperativa COMUNA.