Imagen: Héctor Poleo.
Venezuela está en el ojo de la tormenta. Que duda cabe. En el último año y pico es difícil encontrar una semana donde, de una forma o de otra, no haya aparecido algún episodio político, económico o social sobre la coyuntura del país caribeño en los titulares de los principales medios de prensa.
No es que la situación no amerite un abordaje noticioso en torno a lo que está pasando, pero es difícil creerse que tal enfática jerarquización responda exclusivamente a lo extraordinario del proceso político venezolano y a los buenos oficios de la “prensa independiente”. ¿Alguien recuerda algún titular reciente sobre Haití? Un país sin gobierno electo hace más de seis meses, que atraviesa una crisis humanitaria sin parangón en el continente hace años, y que hace 12 años está ocupado por fuerzas militares extranjeras. Tampoco son comunes las noticias sobre los recurrentes asesinatos de militantes sociales en Honduras y de sindicalistas en Colombia, ni sobre la represión a los mapuches en el sur de Chile, y menos sobre el encarcelamiento, asesinato y desaparición de estudiantes y profesores en México. No. Tampoco escuchamos sobre cartas del Secretario General de la OEA ante estos asuntos. Ni sabemos de visitas de ex-presidentes latinoamericanos y españoles a estos países denunciando las carencias democráticas. No, claro que no. Venezuela es por excelencia el blanco actual de una ofensiva político-mediática que parece haber encontrado al nuevo “oso ruso” entre los seguidores de Chavez y Maduro.
Sin embargo, y he ahí la contradicción en movimiento, el pensamiento de izquierdas tampoco puede dejar de observar y criticar la realidad venezolana bajo la máxima de frenar al “imperialismo yanqui”. Por el contrario, si sólo la verdad es revolucionaria (Gramsci dixit), es impostergable acercarnos a la comprensión del proceso bolivariano, conscientes de que, más que ante el fracaso del “populismo” o del “socialismo del siglo XXI”, estamos, una vez más, ante el agotamiento brutal del capitalismo periférico, que descarga todo el peso del ajuste sobre los hombros de los trabajadores.
Con ese desafío por delante, intentando desvelar sentidos comunes dominantes, esta separata especial de Hemisferio Izquierdo se aboca al análisis de realidad de Venezuela con cinco notas. Por un lado la entrevista a Juan Kornblihtt y el artículo de Alfredo Serrano, dan cuenta de dos aproximaciones teórico-metodológicas al problema económico venezolano, de las que surgen conclusiones políticas radicalmente diferentes. Por otro lado, entrevistamos a tres activos militantes venezolanos con lecturas alternativas sobre cómo entender el proceso político y cuáles son los desafíos estratégicos en la actual coyuntura. Se trata de Chris Gilbert, integrante del colectivo Escuela de Cuadros, Luis Salas, profesor universitario y ex-ministro de economía (2015) del gobierno de Nicolás Maduro, y a Carlos Carcione dirigente de la organización Marea Socialista. Acompañan a esta separata las obras del pintor venezolano Héctor Poleo (1919-1989).