Imagen: "Apurando el arreo", Florencio Molina Campos.
El vaquero inexperto derrocha leguas de caminata, reseca ríos de saliva procurando rejuntar el rodeo desde el fondo, vaca a vaca. El ganado es caótico frente a los ojos del vaquero joven, pero imperceptible se organiza, reconoce edad y experiencia, tiene su orden y jerarquía.
El arreo de la punta hacia la portera indicada multiplica por decenas el impacto del trabajo. El movimiento contagia y arrastra a las demás cuando se logra arrear a las primeras en la dirección deseada. Ya la caminata y el griterío conducen fácilmente al resto del rodeo que sabe hacia donde se lo arrea. El vaquero experiente camina y grita, trabaja con todo el rodeo pero jamás descuida la punta.
(Serie: Apuntes de parábolas)