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Hugo Rodas Morales**

Mayoría de efecto estatal o fuerza de masa con voluntad de poder: la democracia en la obra de René Z


Foto: René Zavaleta Mercado, Alfonso Gumucio Dagrón.

En el limitado espacio en que articularemos didácticamente una noción de democracia autodeterminada de las masas, digamos que es una glosa del concepto que da título a este texto y proviene de las recientemente publicadas Obras completas (OC) de René Zavaleta Mercado en 4 vols. (La Paz-Bolivia: Plural Editores, infra). La “mayoría de efecto estatal” es referida en doce ocasiones en dichas OC; relacionaré entonces estas menciones al texto alusivo específico del mismo autor, denominado “Cuatro conceptos de la democracia”, siendo el cuarto y más complejo precisamente el de la “democracia como autodeterminación de las masas”.

Semejante en apariencia al concepto político de “voluntad general” de J.J. Rousseau, el de “mayoría de efecto estatal” pensado por René Zavaleta a partir de la teoría leninista —del concepto fluido de multitud que tenía Lenin, del bonapartismo en Marx o cesarismo en Gramsci— remite a las formas variables pero con un sentido claramente revolucionario que asume lo social respecto al Estado. Por eso se trata de lo que antecede a la democracia como autodeterminación de las masas o la democracia superada en su sentido de democracia para la clase dominante (democracia representativa) hacia la democracia para sí misma (cuarto concepto de democracia, después del relativo a la época, la representación y la teoría del conocimiento, vgr. Zavaleta, OC vol.2: 526).

En 1983, Zavaleta define la “mayoría de efecto estatal” a partir de su lectura del texto de Lenin de fines de 1919, sobre Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado (basado en datos organizados y publicados en 1918 por N. Sviatitski en su Balance de las elecciones a la Asamblea constituyente de toda Rusia (prefacio), de casi todas las provincias de la Rusia europea y de Siberia). No es una mayoría conformada aritméticamente, sino calificada políticamente por su participación y, en sentido estricto, por su pertenencia al área de influencia de la clase proletaria más allá de ella misma.

Lo que hace Lenin es analizar el lugar minoritario numéricamente de los bolcheviques (el partido del proletariado, 9 millones de votos), respecto a los eseristas (el partido del campesinado, de gran mayoría numérica: más de 16 millones de votos) y mencheviques (casi 700 mil votos), estos dos últimos defendían en bloque la ideología democrática pequeñoburguesa; y los demócratas constitucionalistas a los que Lenin suma todas las demás expresiones de derecha (4 y medio millones de votos). ¿Cómo la cuarta parte de votos (bolcheviques) venció al resto (demócratas pequeñoburgueses) en la constituyente? Es la pregunta que responde Lenin. “Bajo el capitalismo —apunta Lenin— la fuerza del proletariado es incomparablemente mayor que su proporción numérica en la masa general de la población”. (Énfasis mío). Lo que hace Zavaleta, en ese ejercicio de lectura crítica marxista que es también producción de conocimiento, ni siquiera intuido en la época actual, es señalar desde el pensamiento de Marx la dirección aguda de la postura de Lenin: lo de “bajo el capitalismo” lo lleva a precisar que antes del capitalismo, las formas de cooperación, es decir pensando en el nivel de colocación estructural de la clase (en la estructura económica) no suponían aun una relación de intersubjetividad como la que el obrero desarrolla. En segundo lugar, la “fuerza del proletariado” supone lo que se desprende de esa especificidad de lo económico en el capitalismo, respecto a las instituciones del Estado. En los términos de Zavaleta, adecuados a la formación social boliviana, la “fuerza de masa” y la irradiación de clase eran requisitos de la (posible, no dada) “mayoría de efecto estatal”, como había sido posible (construida) por los bolcheviques durante la Asamblea Constituyente rusa.

Dicho de otra manera: lo que hacía que el acto democrático representativo fuera más allá de una cuantificación liberal de la sociedad, que construye el supuesto de su igualdad formal —o, si se quiere: que “el sufragio universal sea un exponente del grado en el que las clases comprenden sus tareas”, como dijera Lenin; que la desigualdad se oculte en la igualdad formal, posible a partir de cierto grado de desarrollo del capitalismo— era la superación del engaño de la conciliación de clases que implica la democracia formal hacia una igualdad real, socialista. En palabras breves: que ejerciendo el poder desde el estado, el proletariado no interrumpiera su lucha como clase.

Aun en estos términos tan gruesos, es inevitable observar que la Bolivia contemporánea, trasladada a este escenario de posiciones estáticas como ejercicio en el límite de la parodia, no tuvo en la última década de “movimientos sociales” un sector proletario esclarecido (en el sentido de multitud, es decir de fuerza de masa actuante sobre el Estado) sino antes bien un bloque pequeñoburgués gobernante, desde el que el aparato del Estado renovó el poder burgués tradicional. Es “el partido de los campesinos” aliado a una pequeña burguesía minoritaria (el MAS de los “cocaleros”), esto es el falso socialismo que Lenin señalaba en la II Internacional de su tiempo, el que subsumió la historia y posición proletaria (la de la COB y el Pacto de Unidad indígena) a la deriva reaccionaria de la Constituyente del 2008; al pacto con la burguesía y oligarquía tradicional, ampliando así la ideología neopopulista conservadora.

Es después de una larga lucha en la que las vacilaciones campesinas y pequeño burguesas en general, advierten que su aliado histórico no es la burguesía (las anteriores y nuevas élites en Bolivia) sino el proletariado, aprendizaje que no puede ser dado sino por la experiencia histórica propia, que puede reconfigurarse la conciencia de masa, sumergida en el olvido por la opresión del capital, y con ella convertir la minoría numérica del proletariado en una mayoría de efecto estatal, de voluntad de poder participante como entorno del proyecto proletario.

La sugerencia de esta lectura sobre Zavaleta está dirigida a despertar al lector respecto a los prejuicios sobre la inutilidad de la teoría marxista (leninista) pasada, sobre el a priori de la democracia como discurso liberal, en vez de concebirla como construcción social siempre inédita, sujeta a la historia colectiva y de participación de la que es capaz toda sociedad realmente existente, no una imaginada de manera homogénea, inmutablemente capitalista.

** Politólogo boliviano posgraduado en Estudios Latinoamericanos e investigador del Centro de Investigación para América Latina y el Caribe (CIALC-UNAM). Reside en México desde 1996.

Referencias

Zavaleta Mercado, René. (2015a). Obra completa. Tomo III: Volumen II. Otros escritos 1954-1984, La Paz: Plural editores.

—— (2015b). Obra completa. Tomo III: Volumen I. Notas de prensa 1954-1984, La Paz: Plural editores.

—— (2013). Obra completa. Tomo II: Ensayos 1975-1984, La Paz: Plural editores.

—— (2011). Obra completa. Tomo I: Ensayos 1957-1974, La Paz: Plural editores.

* René Zavaleta Mercado (Oruro-Bolivia, 1937-1984) fue “quizá el más notable ensayista del siglo XX boliviano”, a decir de quien ha establecido sus Obras completas, Mauricio Souza; también fue el ministro más joven de la Revolución Nacional de 1952. Se formó intelectualmente desde el periodismo de la dinámica ciudad de Montevideo de los 50, adonde retornó exiliado (1964). Las dictaduras militares de los 70 lo empujaron a trasladarse de Santiago de Chile a ciudad de México, allí fue director de la FLACSO en los 80 y académico destacado de la universidad pública (UNAM y UAM-Xochimilco). En La Habana se reeditó su Desarrollo de la conciencia nacional (1967), mientras Siglo XXI mexicana publicó El poder dual (1974) y sus ahora clásicos Bolivia, hoy (coord., 1983, que incluye su ensayo “Las masas en noviembre”) y Lo nacional-popular en Bolivia (póstumo, 1986). Falleció por una enfermedad repentina a los 47 años, cuando se disponía a retornar a Bolivia, después de la apertura democrática de 1982. Trabajos académicos pioneros sobre su obra se deben a Luis H. Antezana desde los 80 del siglo pasado; en los 90, Luis Tapia y Mauricio Gil aportaron tesis académicas más ricas analítica y referencialmente; recientemente Mauricio Souza ha establecido con rigor evidente las Obras completas, quedando por conocerse materiales biográficos de enorme significación (correspondencia, diario personal y otros). CLACSO —que a veces lo publica como “Zabaleta”, e insólitamente lo ignora en su Latinoamericana. Enciclopedia contemporánea de América Latina y el Caribe, Madrid: Akal/CLACSO, 2009, a cargo de Emir Sader— encargó una compilación de su obra que puede verse en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/coedicion/zavaleta/zavaleta.pdf

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