Hemisferio Izquierdo (HI) - Cayó el muro de Berlín, de a poco se diluye el ciclo progresista en América Latina, ¿cuál es el horizonte histórico para orientar la militancia hoy?
RF: El derrumbe de la URSS y demás regímenes burocráticos, y la restauración capitalista en China, abrieron un período de euforia financiera. El proceso restauracionista provocó una mayor competencia en el seno de la clase obrera mundial, presionando a una caída del salario y a la pérdida de conquistas históricas. Se instaló la idea del fin de las revoluciones anti-capitalistas (“fin de la historia”), y la izquierda profundizó su integración al Estado burgués.
Sin embargo, la apertura de los mercados de China, Rusia y Europa del Este no abrió una salida duradera. En el marco de una crisis de superproducción, en apenas dos décadas este proceso entró en un callejón sin salida, y estalló la burbuja financiera internacional. Se abrió una etapa de crisis políticas, rebeliones, estallidos populares.
La emergencia de gobiernos nacionalistas en América Latina se dio en el marco de la crisis, que provocó el hundimiento de los regímenes “tradicionales” y de sus partidos. En aquellos países donde se produjeron levantamientos de masas (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina), se establecieron gobiernos que pretendían disputar parte de la renta nacional al capital financiero -pero sin cuestionar la deuda externa ni nacionalizar los principales recursos naturales. Eran gobiernos que buscaban antes que nada contener el proceso de rebelión popular, y que -en una coyuntura de altos precios de las materias- primas otorgaron concesiones a través del asistencialismo estatal. Fueron incapaces de industrializar nuestras naciones, ni de concretar la unidad latinoamericana, lo que responde a las limitaciones insalvables de la burguesía “nacional”.
Hace más de medio siglo, la revolución cubana expulsó al imperialismo y expropió al capital y el latifundio. Gran parte de la izquierda consideró un “escándalo teórico” (Rodney Arismendi) a esta revolución socialista en un país atrasado. Chocaba con la política de “frente popular”, que subordina a la clase obrera a la burguesía “nacional” -con el objetivo de desarrollar reformas en el marco capitalista. Cuba mostró un camino opuesto, que indicaba al resto del continente su futuro: “revolución socialista o caricatura de revolución”, como resumió el Che Guevara.
Con la emergencia de los regímenes “bolivarianos”, y en el marco de un impasse de la revolución cubana como consecuencia de su aislamiento, la izquierda definitivamente dio la espalda al horizonte de la transformación social (que se ejemplificaba en Cuba) sustituyéndolo por el del estatismo limitado del nacionalismo (militar o indigenista), que no cuestiona al capitalismo.
El agotamiento de los regímenes nacionalistas, y de los gobiernos de “Frente Popular” de colaboración de clases (Brasil, Chile, Uruguay), reabre un debate estratégico en la izquierda. En el marco de la bancarrota capitalista, la perspectiva estratégica es la lucha por gobiernos de trabajadores, por la unidad socialista de América Latina, y por el socialismo mundial.
HI - Durante el siglo XX convivieron diferentes perspectivas estratégicas: el foquismo, los planteos insurreccionalistas, los frentes populares policlasistas y la tesis de la “revolución democrático-burguesa”, ¿cuál es la estrategia en el Uruguay del siglo XXI? ¿Alguna experiencia histórica clave o algún material para pensar este asunto?
RF: El debate al que se hace referencia tenía más que ver con los “métodos” que con la estrategia. En Uruguay, tanto los tupamaros como el PCU y el PS defendían la alianza con sectores burgueses progresistas. Ninguna de estas fuerzas planteaba la lucha por un gobierno de la clase obrera. Por eso pudieron unirse -pese a enormes diferencias tácticas- en el Frente Amplio, cuyo programa planteaba la lucha por la “segunda independencia” y no por la reorganización de la sociedad sobre bases socialistas. Notablemente, los grupos que disputaron en torno a “vía electoral o armada”, tuvieron un punto de encuentro en sus expectativas en una convergencia con militares nacionalistas. Las que no fueron un mero episodio sino que tenían bases profundas. Las mismas pueden rastrearse en el Documento N° 5 del MLN, y en los escritos de Vivián Trías y de Rodney Arismendi.
La lucha por el socialismo requiere que la clase obrera conquiste su independencia política frente al Estado y los partidos de la burguesía. El frentepopulismo subordina la estrategia de los trabajadores (lucha por el gobierno obrero) a los intereses de la burguesía, e integra al movimiento obrero al Estado capitalista, lo que se puede dar bajo una forma democrática o actuando como furgón de cola del nacionalismo. El seguidismo al nacionalismo militar (como se intentó con los Comunicados 4 y 7) olvida que las FF.AA. son la columna vertebral del Estado burgués. Esperar una “transición al socialismo” comandada por el ejército es una ilusión que desarma políticamente a la clase obrera.
La clase obrera necesita poner en pie su propio partido, para poder liderar al conjunto de los explotados. En los términos de la Declaración de Principios de la CNT: “conducir los destinos de la nación”.
HI - Tal parece que en las últimas décadas, más que por la represión abierta, las élites han ejercido la dominación por su capacidad para manufacturar consensos y universalizar sus intereses, dónde el poder mediático es un actor clave. En este nuevo escenario, ¿qué queda en pie de las tradiciones de lucha de la izquierda y en qué hay que innovar?
RF: La bancarrota capitalista hace inviable tal “consenso”. Por el contrario, agudiza todas las contradicciones sociales y políticas. Entramos en un período convulsivo, de huelgas, levantamientos, rebeliones, revoluciones.
La clase obrera va a tener que encontrar en sus mejores tradiciones el camino para su emancipación. Un partido revolucionario es antes que nada un programa y una estrategia, que debe partir de las condiciones históricas y de toda la experiencia de siglos del proletariado. La condición primera para la victoria es no tener expectativas en salidas de la mano de fracciones capitalistas, y en segundo lugar no buscar atajos sino recorrer todas las experiencias de lucha junto a las masas explotadas.
Rafael Fernández integra el Comité Central del Partido de los Trabajadores. Militó en el movimiento estudiantil bajo la dictadura militar, en el CEIPA (Centro de Estudiantes del Instituto de Profesores Artigas) y en ASCEEP (luego ASCEEP-FEUU). Milita en el sindicato bancario (AEBU) desde 1982, actualmente integra el Consejo del Sector Banca Oficial, y es suplente del Consejo Central de AEBU. Es el redactor responsable del Partido de los Trabajadores, y ha sido candidato presidencial del PT.