Entrevista a Rodrigo Alonso*
HI: El Cono Sur atraviesa actualmente un proceso de ascenso de las derechas con características muy particulares tras la dirección de gobiernos progresistas a lo largo de sucesivos periodos. ¿Cómo y por qué considera que tuvo lugar el avance de la derecha tras los gobiernos progresistas?
En primer lugar tenemos que definir qué entendemos por derecha. Para ello hay que ir hasta la anatomía de nuestra sociedad capitalista donde se encuentra el capital como relación predominante y ordenadora (valor detrás de valor, dinero detrás de dinero). En este sentido, lo que late detrás de estos elencos políticos que llamamos derechas es la lógica del capital, es el impulso para la realización de sus necesidades y por tanto propongo pensar a la derecha como aquella sensibilidad política que se toma en serio la personificación del capital, aún y sobre todo en las fases donde el capital es más reaccionario y precisa atacar las condiciones de vida de la población para continuar con su reproducción, tal como ocurre hoy en América Latina. Ser de derecha tiene que ver más con qué lugar se ocupa en el clivaje que opone a los derechos del capital con los derechos de la ciudadanía y menos con divisas o partidos. Esta nota al pie conceptual, si bien no agota el asunto ni da cuenta de toda su complejidad, es un punto de partida ineludible si se quiere evitar caer en análisis desprovistos de cualquier anclaje en la lógica estructural sobre la que estamos parados.
Yendo a la pregunta. La coincidencia continental, la sincronía del regreso de las fuerzas conservadoras, nos obliga a desconfiar de algunas explicaciones que circulan y que, aunque no siendo del todo equivocadas, no dan con lo medular. Me refiero a las que hablan del desgaste del ejercicio del gobierno, los errores de gestión y la supuesta corrupción de los gobiernos progresistas, o el famoso ciclo de la clase media que cuando se empobrece vota izquierda y cuando mejora vota derecha, etcétera. Entiendo que las claves para pensar el re-ascenso de los bloques más reaccionarios son fundamentalmente dos:
1. Están en retroceso las bases materiales que permitieron el despliegue de gestiones gubernamentales de tipo progresista. Básicamente el alto precio de las materias primas y el alto flujo de capitales.
2. De la mano con lo anterior, el capital entra en una fase abiertamente reaccionaria. Ya no le basta avanzar sobre los bienes comunes en su proceso de expansión, ahora, en retroceso los dos motores mencionados en el punto uno, precisa ir por las condiciones de vida de la mayor parte de la población para continuar dinamizando la acumulación.
El ascenso de la derecha entonces tiene relación directa con el ingreso a una fase reaccionaria del proceso de acumulación capitalista en A. Latina. Se trata de un poder intacto en sus rasgos esenciales que ahora precisa desmantelar gran parte de los avances de la última década. Al igual de lo que señalaba el gramsciano Portantiero respecto a los gobiernos desarrollistas de los 50 y 60, los progresismos, mientras combinaban inclusión social con desarrollo capitalista, han desatado fuerzas que ya no pueden controlar y que los desbordarán para uno u otro lado. Ese desborde está siendo por derecha a caballo de un formato que busca conectar con parte de la propia decepción social con las promesas de transformación no cumplidas por los gobiernos progresistas. Es un formato empresarial. Vuelve la idea, si es que se había ido, de que la racionalidad de empresa (inversiones adecuadas, costos contenidos, ganancias, tecnocracias) nos va a sacar de los aprietos donde nos ha puesto la política. Para nuestro caso Novick es la versión más épica de esa racionalidad en tanto "la hizo de abajo" y expresa el pasaje de la desgracia al éxito, esfuerzo y habilidad de por medio. Dígase de paso que Novick no fue el único que sacó réditos con eso, entiendo que hubo también en filas oficialistas algún que otro caso de rápido ascenso político apostando por una matizada épica del “buen gestor”.
HI: ¿Qué debería hacer la izquierda para contrarrestar este escenario político de embestida de la derecha?
Bueno, en primer lugar entender que este re-ascenso conservador tiene relación con el propio movimiento del ciclo del capital que los gobiernos de la década pasada, en su mayoría, no se propusieron siquiera alterar.
Si se dejaron intactos los diferentes pilares de los poderes fácticos después no vale victimizarse cuando busquen el desalojo del gobierno por la vía que sea. ¿Qué esperábamos? ¿Un compromiso republicano de parte de élites que han batido records mundiales en golpes del Estado?
Es como que nos olvidamos del problema del poder y nos hemos ido convirtiendo en un bicho político un poco naif, que cuando se da cuenta de que el león no era vegano ya es demasiado tarde y solo apuesta por una teatralización victimizante. El manejo que hizo el progresismo sobre el Golpe en Brasil me parece que tuvo mucho de esto.
Uno pensaría que lo sucedido con el Golpe a Dilma podría ser leído como un aviso a los navegantes de que o disputás poder en serio o te limitás a administrar el capital hasta que te lo permitan y te manden, en el mejor de los casos, para tu casa. Sin embargo la reflexión dispara para otro lado. Hace poco el nuevo presidente del Frente Amplio decía que la clave está en que el oficialismo demuestre que sabe gestionar. En un artículo recientemente publicado en la diaria un militante del Partido Socialista del Uruguay[1] lanzaba dardos contra una supuesta izquierda “jacobina” (autoritaria) mientras conjugaba liberalismo político y socialismo. En este tipo de lecturas las contradicciones de clase parecen un asunto secundario, el problema del poder es más bien asunto de tribunos republicanos, y el socialismo, entendido básicamente como la búsqueda de la igualdad, es perfectamente compatible con una economía privada y mercantil, es decir, con el capitalismo. A pesar de la evidencia, hay quienes no ven que lo que tenemos acá es una derecha lumpen, justamente porque personifica un capital atrasado que compensa su rezago mordiendo renta por medio del Estado, dañando el medio ambiente y sobre-explotando la fuerza de trabajo, y siguen pensando la política como si fuera cierto aquello de la Suiza de América y fuéramos un país escandinavo injertado por error en Sudamérica. Es preciso superar este estadio de izquierda liberal-tecnocrática en vías de PSOEtización. Pero como en todo, en política también hay quien se empecina en no aprender ni lo que ya sabe.
En la tarea de relanzar y ampliar una perspectiva de clase, única forma de hacer frente en serio a la derecha, venimos con algunos rezagos importantes. Uno de ellos es la falta de un conocimiento de las coordenadas históricas lo suficientemente potente como para desplegar sobre él pensamiento estratégico capaz de ordenar nuestra acción política. Las investigaciones sobre la especificidad del capitalismo uruguayo a inicios del Siglo XXI son incipientes y no cuentan con mucha masa crítica acumulada ni mucho menos con recursos o entidades dedicadas a ello. Si no entendemos cuáles son los límites de nuestro capitalismo no podemos hacer política en clave estratégica porque el capital es implacable, va a intentar a como dé lugar flanquear todas las barreras que representen obstáculos a su reproducción, llevándose puesto al medioambiente y el propio ser humano de ser necesario. Nuestro problema no es la derecha, sino el capital. No nos enfrentamos a un elenco político, sino a un metabolismo y a una forma de organizar la reproducción de la vida, comprender cómo funciona es el primer paso.
Desde el flanco opuesto del debate, no comparto la caracterización que hacen algunos sectores de la izquierda extrafrenteamplista respecto a que se abre una fase de resistencia. Más bien diría todo lo contrario, si al capital se le hace cada vez más difícil construir los consensos en torno a su dominio, entonces lo que toca es pensar cómo construimos un actor emergente que se defina sin matices por una práctica política en defensa de los derechos socio-económicos de la población y que logre abrir un boquete en la actual geografía política del Uruguay. Ese es el hueso duro de roer donde hay que dejar los dientes.
Somos una generación en estado de orfandad que debe asumir su proyección política. Hay una juventud, que a pesar de saberse precarizada, y las condiciones laborales de gran parte de los jóvenes universitarios es solo una muestra de eso, no parece decantarse fácilmente por la resignación o la desesperanza tranquila. Cuando el futuro se cierra son los jóvenes los que van a salir a reclamarlo, porque son sus únicos y legítimos dueños. Entre la mera gestión del capital sin horizonte estratégico y la acción desesperada, deberemos encontrar nuestra praxis política correcta.
Con el advenimiento del ajuste pareció abrirse un clima de perplejidad y de deliberación social que necesita ser trabajado y ampliado. Cuando las cosas se ponen negras y el horizonte se nubla hay que cuidarse mucho del escepticismo y el nihilismo, porque son el grado más alto de la derrota del sujeto y desde ahí no crece nada.
Desde las cárceles del fascismo italiano Gramsci escribía: "todas las semillas han fallado excepto una, que todavía no sé bien qué es, aunque probablemente sea una flor y no una mala hierba". A la izquierda de la resignación, hay que seguir buscándole la vuelta al laberinto.
* Economista. Integrante del consejo editor de Hemisferio Izquierdo.